Las encuestas políticas han demostrado —en los últimos años— su fracaso en la percepción final de las elecciones en distintos países del orbe; no es por falta de técnica o de capacidad de los encuestadores, sino de los cambios radicales que el electorado ha sufrido, por razones que tienen que ver con la pobreza y la desigualdad, que ha producido una actitud antisistémica y un repudio a la partidocracia.

México no es la excepción, los esfuerzos de las principales encuestadoras indudablemente se han realizado con seriedad y trabajo, aun cuando no han logrado —en muchísimos casos— ver reflejadas sus estadísticas positivamente frente a los resultados que se obtienen en las urnas.

Motivado por este concepto, decidí, en el último día de clases en la Facultad de Derecho de la UNAM, realizar un breve muestreo entre mis alumnos para tratar de tener una visión —muy limitada desde luego— de los jóvenes que asisten regularmente a mis clases.

Al efecto, numeré en el pizarrón a cada uno de los cuatro candidatos y agregué un quinto número para los que no desearan votar, desde luego preservando el anonimato de quienes emitieron su opinión a través de los papeles en los que simplemente ponían un número. El resultado es aleccionador —en cierta forma—, efectivamente, la mayoría decidió escoger la opción de Andrés Manuel López Obrador; en segundo lugar a José Antonio Meade, y, bastante atrás, a Ricardo Anaya; el Bronco no obtuvo ni un voto y la abstención solo uno.

Al final del ejercicio, les pregunté a los alumnos quién deseaba defender su voto, solo tres lo hicieron por Meade, destacando sus cualidades de honestidad, certidumbre y eficiencia, agregando en su alegato que la razón de su expresión se fincaba en que Meade había sido alumno de la Facultad de Derecho de la UNAM.

Insistí en que defendieran a otros candidatos y solo uno se atrevió a argumentar a favor de López Obrador, diciendo que era tiempo de darle oportunidad a quien ha buscado el poder con tanto ahínco, sin embargo, al final de su alocución este joven dijo “aunque debo reconocer que el más capacitado es Meade”.

Este modesto ejercicio nos lleva a la conclusión de que, efectivamente, en este momento una mayoría se inclina por la candidatura de López Obrador. No obstante, está creciendo —a través de un voto razonado— la percepción de que Meade pudiera ser el presidente y, por otra parte, sorprendentemente se observó la declinación de simpatías de estos jóvenes por la candidatura de Anaya.

La conclusión es que las encuestas son variables; el momento político está cambiando y la convicción de que Meade pueda ser presidente está creciendo en los últimos días; aun cuando solamente faltan menos de 30 días para los comicios.

En la UNAM se respira un clima democrático y de libertad, que debe seguir siendo una de las razones de ser de nuestra máxima casa de estudios, donde miles de jóvenes se preparan hacia el futuro.

Más allá de la elección, México requiere fortaleza y patriotismo para enfrentar su futuro de pie, pese a las amenazas internas y externas, a nuestras relaciones con Estados Unidos, a la paridad del peso con el dólar, al resultado del TLCAN o a los terribles temas que nos agobian como la pobreza y la inseguridad. En la juventud universitaria México tiene un horizonte abierto y esperanzador.

Profesor de carrera de tiempo completo, nivel C, de la Facultad de Derecho de la UNAM.