Las encrucijadas no ayudan a decidir,

sino más bien a arrepentirse.

Andrea Mucciolo

El país se encuentra en una encrucijada, los diversos sectores de la sociedad no terminan de comprender la dinámica electoral generada por los candidatos presidenciales y la ola de cambios continuos que se dan, de un espectro a otro.

Las acusaciones entre uno y otro frente confunden a cualquiera. Esto es así porque ver actores políticos de derechas trabajando por proyectos de izquierda y viceversa. Priistas de renombre, ahora bajo el amparo de Morena. Los irreconciliables ahora trabajan juntos para empujar el liderazgo presidencial al candidato que ha hecho posible el milagro de la reconciliación, aunque ésta sea efímera y en cualquier momento se quiebre.

Cómo no van a estar confundidos los ciudadanos si a quienes veían pelear y debatir de manera acalorada, algunas veces rayando en el encono, ahora tranquilos confluyan en un mismo equipo de campaña presidencial. Se unen los aceites y las aguas, así en plural, porque entre estos líquidos los hay diversos y distintos.

En una democracia es normal ver cambios de actores políticos. Mucho más ahora que se ha transitado por diversos momentos característicos, muy particulares, sobre las intenciones de voto ciudadano. Hace unas décadas, el voto de los ciudadanos estaba dirigido a que fuera un partido político el que ganara. Poco se advertía de las cualidades, virtudes y fallas de los candidatos postulados.

Con orgullo el voto era para tal o cual partido, con el que se sentía una afinidad ideológica, doctrinal e inclusive para muchos, era una forma de identidad por pertenecer a ese espectro político.

Las elecciones posteriores dieron un vuelco, pasamos de la decisión por los partidos políticos a la proyección y valoración e las personas concretas, inclusive por encima de los partidos políticos, el vehículo siempre ha sido el mismo, pero en esta etapa se privilegiaba el voto por el candidato, indistintamente del partido que lo postulara.

Si los ciudadanos sentían afinidad por el candidato eso era lo importante y no el medio por el cual había sido postulado. Ahora, en esta elección crucial para México, los ciudadanos ya no están optando por partido ni por candidato. Ahora lo hacen con un sentir de castigo y hartazgo. Van a votar por quien no lo han hecho en el pasado, por quien aparentemente garantice ser disruptivo y transformador.

Desafortunadamente las condiciones políticas y las leyes que al cabo de los años se han construido, no lo permite. Es imposible que una sola fuerza y su candidato, haga las transformaciones de fondo que el país requiere.

Para ello se requiere la participación de todos y voluntad política de quienes ostentaran los cargos, desde el presidente de la república hasta los funcionarios municipales. No vemos que el escenario de colaboración asome, seguimos en medio de proyectos encontrados.

@perezcuevasmx

perezcuevasmx@gmail.com