Jacquelin Ramos y Javier Vieyra

Hablar de arte y artistas en nuestros días es hacer referencia a una larga lista de nombres que saltan entre galerías y exposiciones itinerantes, entre destellos de fama y conceptos abstractos. Sin embargo, muy pocas de esas estrellas logran mantenerse en el firmamento después de las sacudidas del tiempo, la moda o el mercado. La pintora Jessica Feldman no solo ha logrado afianzar un lugar entre las artistas más prestigiosas de México sino que brilla constantemente en los espacios de mayor celebridad en el mundo con una obra que ha podido consolidarse a lo largo de su trayectoria.

Este camino comenzó cuando contaba con apenas 6 años de edad. “Buscaba el arte”, dice Feldman en entrevista exclusiva para Siempre!, quien tomó los pinceles como un medio de comunicación que paulatinamente se convirtió en una pasión cotidiana. El día a día mezclando colores, texturas e ideas le permitió a quien ha presentado su trabajo lo mismo en Oaxaca que en California la creación de un particular estilo que ha gustado incluso al Nobel colombiano Gabriel García Márquez.

“En mis cuadros es posible ver una fusión entre el arte cinético  y el arte figurativo. La razón de esa conjunción es que me fascina la figura humana, especialmente la femenina, y  ello lo complemento con juego y movimiento para que el espectador se divierta y busque la historia que tiene adentro, la historia que yo cuento o la que él quiera ver; en eso hay emoción.”

Reflejo de las mujeres, y les doy voz

La fijación para con las mujeres no es casual para Jessica Feldman, en cada una de las delicadas figuras que plasma encuentra un espejo: “me reflejo en ellas y les doy voz”, asegura. En sus pinturas, la mexicana nacida en Cleveland, Ohio, practica sobre todo el óleo, pero recientemente ha optado por explorar las facetas de la madera, el acrílico y un poco de resina, pues la tarea de expresar el sentir de una mujer no puede limitarse.

“El cuerpo de la mujer es esencialmente atractivo, su figura, sus curvas, sus líneas, pero yo lo considero también como un medio para proyectar lo que siento a través de él.  Cuando pinto mujeres yo hablo por ellas, cuento sus historias: puedo representar a una mujer tejiendo una trenza con el cabello de su hija, conversando o simplemente solitaria, en paz. Cualquier cosa que sintamos las mujeres me gusta trasmitirla en mis obras”.

Poseedora de una sensibilidad que la ha llevado a exponer en el Museo José Luis Cuevas, el Senado de la República y la Torre Mayor, Feldman reconoce en el mundo y la vida su mayor influencia: “Todo está formado por cuadrados, círculos, triángulos, lo mismo objetos que sentimientos”. Pero, ella misma identifica en los grandes maestros españoles Diego Velázquez y Salvador Dalí a sus principales precursores en la labor pictórica, sin dejar de lado la versatilidad y la frescura de nuevos y constantes colegas, sin importar su procedencia.

Poner mi país en alto

Así, esta visión sin fronteras le ha brindado frutos a la pintora en los más distantes puntos del urbe: Chicago, Cuba, Londres, Italia y España son solo algunas de sus escalas. Con gran emoción, Feldman declara entusiasta que en la actualidad muchos voltean a ver a México en el ámbito del arte, por lo que en cada evento internacional su objetivo es poner el nombre nacional en alto. Pese a la eventual falta de algunos espacios de exhibición, el amor a su trabajo, asegura, ha abierto las puertas necesarias para alcanzar su plenitud como artista:

“Pintar me hace feliz. Es un estilo de vida que va más allá de la recreación, es una especie de terapia de todos los días. No existe nada que disfrute más que entrar en mi estudio, desconectarme del mundo y empezar a pintar“.

Y aunque el proceso pareciese aislarla de lo que ocurre fuera de los cuatro muros de su habitación creativa, Jessica Feldman es consciente del vertiginoso caos en que nos encontramos viviendo, por lo que toda su obra contiene un mensaje al respecto de los vínculos humanos.

“En mis pinturas hay un discurso del vórtice de prisas y la falta de comunicación que, paradójicamente, estamos pasando cuando comunicarse es la moda y la tecnología se enfoca en ello. Nos vemos muy poco, en partes y fragmentados; por ejemplo, cuando estamos con el teléfono celular, tratamos de hablar y contestarle a diez personas a la vez. Así empezó mi arte, cuando descubrí que aunque estaba en compañía de alguien, ese alguien me veía rota, por eso en mis cuadros existen rayas, círculos y esferas. Trato de que quien los aprecie las desvanezca y construya un solo momento y sea él mismo uno solo también”.

Jessica Feldman, por ahora, vive con sus pinturas dispersas por todo el planeta, espera exponer en Nueva York el próximo año.  Poco a poco, su obra se reintegra desde el Museo Franz Mayer y la Lotería Nacional; de Taiwán, regresarán las únicas dos pinturas que representaron a nuestro país en una exposición internacional. Una vez aquí, Jessica Feldman volverá a ser, como lo desea, una sola imagen.