Los últimos días y señaladamente los de la semana previa a los comicios se caracterizan por una tensa calma salpicada de incidentes, chuscos algunos, pero también por la muy lamentable pérdida de vidas, al ser ultimados en diversas partes del territorio nacional algunos candidatos de todos los partidos. En las horas previas han arreciado y se incrementarán los ataques, descalificaciones, injurias, calumnias y demás repertorio de la guerra sucia electoral, entre los candidatos y los partidos, ofreciéndonos a los ciudadanos, una vez más, un espectáculo lamentable que desacredita la política.

A esa tensa calma que suele preceder a los grandes desastres, esperemos que no exista un estallido de violencia social con el que amenazan algunos, y testimoniemos un proceso comicial ordenado y en paz, en el cual los candidatos perdedores reconozcan civilizadamente su derrota, se ha venido a sumar como un elemento catalizador el Mundial de Futbol.

Y los mexicanos en su laberinto no saben quién ganará las elecciones, aunque algunos se declaran ganadores antes de tiempo o de que ruede el balón y,  ayunos de sensibilidad, de entereza y sobretodo de civilidad, amenazan con soltar el tigre o al diablo y pese a sus balandronadas de ir arriba en las encuestas y, presumir de que “este arroz ya se coció”, lo cual todavía está por verse. Esto es, falta que los mexicanos votemos, y esa incertidumbre comienza a reflejarse en el ánimo social y en las variaciones de algunos indicadores económicos. La verdad sea dicha, la moneda está en el aire.

Todos los candidatos y las tres alianzas electorales están también con la esperanza de que algo suceda, que permita que el electorado acuda el domingo primero de julio y con sus votos alcancen la Presidencia de la Republica y, desde luego los más de 18 mil candidatos a presidentes municipales, diputados locales, diputados federales  y senadores, así como 9 gobernadores, viven también entre la incertidumbre y la esperanza.

A ese ánimo social, viene a sumarse el desarrollo del Mundial de Futbol; la incertidumbre de si México le gana a Suecia —estas líneas se escriben un día antes del partido—  y pasa como primer lugar de su grupo o por una combinación de resultados juega el cuarto partido, esa es la esperanza de un incalculable número de compatriotas excitados y felices por haberle ganado a Alemania, campeón mundial. La esperanza es que pasemos a octavos y de preferencia que no nos toque jugar contra Brasil.

Los pamboleros, como ellos mismos se nombran, en estos días solo viven para el futbol, les corroe la incertidumbre de cuál será el papel del futbol mexicano, si volveremos a jugar como nunca y perder como siempre o si por fin esta generación de futbolistas hace cosas grandes, que debemos reconocer, emociona, hace felices y eleva la autoestima de un porcentaje mayoritario de los mexicanos.

Es cierto que nadie conoce el futuro y que somos presos de la incertidumbre, tanto del ganador de los comicios electorales como del desempeño de nuestros jóvenes futbolistas, pero estimo que todos tenemos la esperanza de que las elecciones se lleven en paz y que la Selección de México llegue al quinto partido. Y si se hace un buen papel en el Mundial, nadie puede arrogarse el triunfo, si lo intenta se ganará el repudio social generalizado.