El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, finalmente cumplió sus amenazas de imponer aranceles a productos como el aluminio y el acero. Hace apenas un par de semanas, grabó con 12 y 25 por ciento de impuestos las importaciones de ambos productos, respectivamente. La medida fue considerada como el paso más agresivo que ha dado el magnate inmobiliario en su intento por reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que considera “malo e injusto”.

Según Trump, la economía estadounidense ha sido minada por la exención arancelaria, de la que se han beneficiado muchos países al hacer dumping con el acero como México, Canadá, China y la Unión Europea. Pidió a su secretario de Comercio, Wilbur Ross, que buscara planteamientos para considerar estas importaciones como una medida de seguridad nacional, aspecto que logró contextualizar mediante la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 que le permite imponer restricciones o sanciones arancelarias a las importaciones. También se reunió con expertos del Pentágono, con quienes acordó que el acero y el aluminio sean considerados como productos estratégicos por ser usados en la industria militar.

La medida, que entró en vigor a partir del primero de junio, afecta en gran parte al sector acerero nacional, cuarto proveedor mundial de Washington, así como al ramo automotriz; uno de los más dinámicos del país.

A continuación, presentamos los comentarios que Siempre! recopiló de varios expertos sobre esta guerra comercial que podría llevar a resultados poco alentadores, incluso para la propia economía estadounidense.

Guadalupe Peña: infundir miedo, el estilo de Trump 

A nivel local, en Estados Unidos, desde el 2001 el sector siderúrgico presenta problemas. Una buena parte de las empresas estaban en quiebra, ubicadas en estados donde los republicanos no son mayoría, fueron un factor de presión para que el presidente Bush aplicara, un año más tarde, aranceles a la importación de acero y aluminio a Rusia, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y China. La medida no fructificó porque obviamente el efecto adverso se dio a nivel interno, además que necesitó de ellos para su combate contra el terrorismo.

En noviembre próximo, habrá elecciones, de nueva cuenta se hace presente la presión del sector siderúrgico, por lo que las acciones de Trump van encaminadas a dos cuestiones: la primera, cumplir con cada una de sus promesas de campaña (una de ellas reactivar a la industria), obviamente terminar con todo lo realizado por Obama; y segunda, allanar su camino hacia su reelección garantizando que en las próximas elecciones, el Partido Republicano logré más escaños.

A nivel regional, estamos en un “impase” de la renegociación del TLCAN que no sabemos a bien, hacia dónde va. En México, nos informan que las cuestiones técnicas ya han sido prácticamente resueltas, pero del lado estadounidense al contrario, manifiestamente se ha dicho que no hay nada (Lighthizer, 17/05/2018). Trump ya lo ha dicho; él no cree en los tratados multilaterales, apuesta por la negociación —a su manera— entre pares.

A nivel internacional, por ejemplo, las alianzas de Rusia con países clave han desplazado a Estados Unidos de su acostumbrado protagonismo, a ser un mero espectador. Trump quiere provocar incertidumbre como quien quiere infundir temor, pero lejos de eso; lo que observamos es su falta de pericia, su desconocimiento del funcionamiento de las relaciones internacionales y la diplomacia.

Donald Trump pretende manejar la presidencia como lo hace con sus empresas, o como su anterior reality show; o sea, amedrentando a sus rivales, amenazando e intimidando, ya cuando tiene arrinconado al rival, obligarlo a que firme lo que él quiera. Bajo esa perspectiva, resulta difícil saber si le funcionará o no en todos los frentes, pongamos posibles escenarios:

  1. Trump podría proponer a cambio de terminar la guerra comercial con la Unión Europea, que ese ente también salga del Acuerdo Nuclear con Irán y así lograr afianzar su alianza con Israel y Arabia Saudita en Medio Oriente.
  2. En el caso de la República Popular China, que ésta ceda en su relación con Corea del Norte para que EU pueda someter a los norcoreanos a un “acuerdo” nuclear en sus propios términos.
  3. En el caso del TLCAN 2.0, que las medidas arancelarias aplicadas por EU intenten doblegar a sus socios, Canadá y México, a aceptar de tajo sus condiciones: como la “cláusula sunset”, modificar el esquema de reglas de origen y eliminar el mecanismo de solución de diferencias.  Y si no funciona, ampliar los aranceles a productos de mayor sensibilidad para sus pares.

Tal como observamos, Donald Trump hizo visible lo que no era políticamente correcto, es decir, abiertamente manifestarse en contra de las reglas del libre comercio. Recordemos que EU es un país que, por distintas razones, ha buscado eludir los laudos del Órgano de Solución de Diferencias de la OMC, muchas de las veces con la aplicación de medidas no arancelarias que siempre impone en aras de proteger su mercado nacional.

Este denominado aislacionismo es una señal para todos los organismos que simplemente han evadido la realidad: a Washington cuando le conviene, adopta el multilateralismo y si no, apela a infinidad de pretextos para imponer sus intereses.  Pero como dijo el presidente francés Emmanuel Macron: “EU es el país que inventó este multilateralismo y ahora nos tiene que ayudar a preservarlo y reinventarlo” (26/04/2018).

En el corto plazo, espero que no sea una llamarada de petate, me refiero a las medidas arancelarias de México en respuesta a la guerra comercial: que se apliquen sin discrecionalidad; esto es, si llegase una leve señal del gobierno estadounidense para mediar o negociarlas, que no se echen para atrás.

En el largo plazo, así como se presentan las cosas, será un gran reto para el próximo presidente de México, poder dialogar en los mismos términos, en el mismo nivel con su contraparte. Pero, en el siglo XXI, es impensable que tengamos otro presidente sumiso a Estados Unidos.

Cabe destacar que tenemos temas prioritarios en la relación bilateral: la  responsabilidad compartida el tema migratorio; la renegociación del TLCAN 2.0 (se necesita un equipo unido, no necesitamos a otro Videgaray y otro Guajardo llevando agendas paralelas y negociando cada quien por su lado); y frenar el tráfico de armas en la frontera entre México-Estados Unidos.

(La autora es especialista en relaciones internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad La Salle)

Carmen Vargas: Trump sólo ve intereses propios

Trump está presionando la coyuntura aprovechando los cambios en el mundo. Se están viendo economías que eran cerradas y que hoy se están abriendo, se están terminando acuerdos de libre comercio, se están encarcelando presidentes, la tecnología está creando tendencias y la información está al alcance de la población en cuestión de segundos. La estrategia de Trump es llevar al límite a su contraparte para conseguir su objetivo. Sólo está viendo sus intereses propios, no ha considerado los de la industria de su propio país. Está buscando cómo fortalecer la industria armamentista, en la cual tiene inversiones importantes.

Afortunadamente, México tiene otros acuerdos comerciales que puede aprovechar. La industria automotriz mexicana tiene la solidez necesaria para realizar cambios y adaptarse a las nuevas circunstancias. México ha impuesto aranceles a mercados que estaban afectando el TLCAN, por lo tanto, se puede evaluar con mayor libertad. De alguna manera, la facilidad geográfica que tenemos con Estados Unidos influyó para que la mayor parte del intercambio comercial fuera dentro del TLCAN. Sin embargo, existen acuerdos que están interesados en participar con la industria que tenemos. Probablemente el tercer cuarto del año sea complicado para muchas empresas que ya tenían convenios establecidos con proveedores estadounidenses, sin embargo estoy segura que para el último cuarto del año se podrán implementar nuevas estrategias de abasto desde otros mercados. Esto, a los únicos  que está afectando es a sus propios consumidores

 En lo particular al sector automotriz, a nosotros no nos afectan los aranceles impuestos por Trump, nuestras importaciones vienen de Asia. Para nosotros es por el contrario, una oportunidad para ser aún más competitivos. Como mencioné anteriormente, existen mercados dispuestos a participar en México, nosotros hemos encontrado una gran apertura del mercado a las nuevas opciones. Lo único que nos podría afectar es el tipo de cambio, sin embargo lo que podemos hacer es esperar a que se estabilice para poder ser mas rentables.

Definitivamente no considero que pueda haber un éxodo, sobre todo porque la industria automotriz mexicana tiene una madurez que es reconocida a nivel mundial, por otra parte, los apoyos gubernamentales que tiene, ayudan a que esté bien cimentada y no tenga necesidad de buscar en otro lado. Finalmente, la inversión en México no se ve afectada por las decisiones que haya tomado Trump con respecto a los aranceles. En este momento, la inversión está en espera de lo que suceda después de las elecciones. Sin embargo, somos un país que tiene mano de obra calificada, por lo tanto somos un mercado atractivo para las firmas automotrices asiáticas que están dispuestas a invertir para obtener las ventajas geográficas que el país tiene.

(La autora es gerente de logística internacional y aduanas de Giantimotors Latinoamérica. Será expositor en Expo Carga 2018 del foro automotriz a realizarse del 26 al 28 de junio en el Centro Banamex, Ciudad de México)

Arnulfo R. Gómez: un revés perjudicial para EU

Desde el inicio de su campaña por la presidencia, Trump se mostró partidario de declaraciones y acciones de alto impacto para sus electores, haciendo promesas de todo tipo, muchas de ellas totalmente descabelladas y sin tener en cuenta la realidad y los efectos que tendrían dichas medidas; su idea era lograr espectacularidad y atraer núcleos de personas descontentas que lo vieran como una persona con agresividad que pudiera modificar la negativa situación que vivían en su favor.

En relación con México, desde un principio nos señaló como culpables de una serie de problemas en su economía empezando por un déficit enorme que, en realidad, comparado con el que tiene con China es nada. Trump no ve que la reducción de la participación de Estados Unidos en la generación de riqueza mundial ha sido generada, principalmente, por el traslado de numerosas empresas manufactureras de su territorio a Asia, principalmente a China, Malasia, Tailandia etc., y que realmente México, ha sido un socio estratégico que le ha permitido mantener un nivel competitivo de su producción manufacturera al realizar ciertas partes de sus procesos en nuestro territorio.

 La respuesta que Trump está teniendo a sus medidas tienen un efecto de aislacionismo que será muy perjudicial para su país, no entiende que el comercio internacional no es sólo un instrumento del proceso industrial, sino una condición esencial del funcionamiento de la economía mundial y con lo que está haciendo, se está aislando.

La perspectiva para México podría ser muy sombría, sin embargo, las medidas tomadas por el gobierno mexicano son una muestra de que se puede responder adecuadamente a las medidas que Trump está tomando y que al final, quienes más van a sufrir son los empresarios norteamericanos que exportan a México y, mucho más preocupante para Trump, es el hecho de que el consumidor norteamericano tendrá que asumir el incremento de precios que naturalmente genera el aumento de aranceles que ha decretado en la importación de acero y aluminio.

(El autor es consultor y catedrático de comercio internacional por Universidad Anáhuac)

EU, el país de acero

Estados Unidos es un gran consumidor de productos siderúrgicos, principalmente de acero, el cual destina a la construcción, a la industria automotriz, electrónica, eléctrica, aeroespacial, metalmecánica, ferroviaria, armamento ligero y pesado, infraestructura de drenaje y saneamiento y un sinfín de aplicaciones de usos domésticos.

Aunque la Unión Americana es un gran productor de acero, también es un fuerte importador. De hecho, compra cuatro veces más de lo que produce y exporta. Más de cien países son proveedores de este material, principalmente, Canadá, la Unión Europea, Brasil, China y México.

Tan sólo en 2016, importó hierro y acero por más de 22 mil millones de dólares, siendo el país de la Hoja de maple su principal proveedor con 4235 millones, seguido por Brasil con 2,208 millones; Corea del Sur, con 1,833 millones; México, con 1,480 y Rusia con 1,363.

Sólo para que lo sepan: En 2017, Washington compró manufacturas hechas con base en el hierro y el acero por 33,613 millones dólares. El gigante asiático fue su mayor proveedor con 11,315 millones. En segundo lugar fue México con 3,988 millones, seguido por Canadá, con 3,467 millones; Taiwán con 2,379 millones y Japón con 1,837 millones.