Froilán Esquinca Cano

Antes de comenzar, me gustaría hacer la aclaración de que en el momento que se está escribiendo este artículo, nos encontramos a cuatro días de la elección, en consecuencia, las opiniones personalísimas que aquí se viertan quedarán en el limbo de la historia en tanto se realicen los comicios.

Si la matemática no miente, y los ejercicios de probabilidad y estadística se confirman en la jornada electoral, el Movimiento de Regeneración Nacional ganará la elección presidencial en su primera oportunidad como partido político. A lo largo de las campañas, hemos visto un desesperado cambio de discurso de los otros candidatos, a quienes esta vez no les alcanzaron los cuentos sobre el populismo para debilitar a un López Obrador cada vez más sólido, maduro y con gran apoyo popular.

Ante esta situación, uno de los argumentos más utilizados para denostar a Morena es que polariza, que divide a la sociedad, que será asistencialismo puro y duro a costa de los contribuyentes y de “los que sí trabajan”. No podíamos esperar de nuestra clase política lo contrario, la mentira y la diatriba son su sello característico, basta recordar que el llamado “Pacto por México” fue impulsado por los dos grandes partidos que conforman el Frente por México y bajo las órdenes del PRI, dijeron que bajaría la gasolina, la luz, el gas, mentira tras mentira.

Podemos observar a un débil Meade, defendiendo las acciones de sus expatrones (en plural), ni una crítica al alza de combustibles, a la caída del peso, al aumento de la pobreza, haber enterrado la presencia política internacional de México…

Por lo que hace a Anaya, sobrevalorado por sus defensores y perseguido por sus otrora aliados del PRI, nunca despegó su campaña por más que se aprendiera los guiones que su equipo le escribía, de la mano de un PRD debilitado.

La visión miope de la clase política que ha gobernado en los últimos 30 años es la que ha polarizado, asimismo las acusaciones de división que han sido dirigidas a denostar a López Obrador no son más que el reflejo de una visión miope, y por ello no es de sorprender que dirija su discurso a estos sectores, intentando infundir miedo al futuro, tratando de vender la idea de que su grupo político ha sido el facilitador del crecimiento y desarrollo.

Lamentablemente los esfuerzos individuales han perdido de vista el desarrollo igualitario y es que si bien los ciudadanos han sustituido muchas funciones de gobierno, no pueden sustituir la planeación ni el arbitraje, deben participar en éstas funciones por supuesto, sin embargo es el gobierno el que tiene que ejercerlas garantizando la igualdad de oportunidades para todas las personas que habitan el país.

En estas elecciones se debaten dos modelos uno, conformista, desigual individualista, el otro que entiende que necesitamos de todos para crecer más allá de los límites que actualmente tenemos, transitar al desarrollo sustentable, donde todos podamos ser la mejor versión de nosotros mismos. Que nadie se equivoque, ser de izquierda no es un voto de pobreza.

Tengo la certeza de que los procesos sociales vencerán el miedo y encumbrarán la esperanza; hagamos la utopía realidad.

Senador de la república por Chiapas