En un hermoso ensayo de principios de los sesenta del siglo pasado, El Trabajo Intelectual, Jean Guitton nos regalaba esta frase que parecería escrita para este proceso electoral 2018: “Nuestra civilización, súper saturada de conocimientos y de medios para adquirirlos, ofrece tantas imágenes engañosas y falsos apoyos que el hombre no sabe lo que sabe y lo que ignora”.

Escrito antes de la era de Internet y de las “fake news”, el ensayo de Guitton enlaza, perfectamente, con otro magistral trabajo, este de Raffaele Simone (La Tercera Fase: formas de saber que estamos perdiendo) donde el autor adelante la revolución de los “millenials” y el poder que están adquiriendo, que van a adquirir, por ejemplo el próximo 1 de julio.

Por el acceso a la sociedad-red a partir de Internet y de las redes sociales, se ha configurado una nueva disponibilidad de conocimientos que impacta, decisivamente, en las decisiones cotidianas de las personas, pero sobre todo en la vida política de un país como el nuestro. Poseen una enorme ventaja quienes tienen la posibilidad de adquirir esos conocimientos (aunque sean “fake”) frente a los que no la tienen: los viejos, los que no nacieron como se suele decir ahora, “con un chip tecnológico integrado”.

Simone los llama “nuevos viejos”, los “millenials” quienes llevan ahora la ventaja a los “antiguos viejos”, los que todavía confiamos en el texto escrito, en la ortografía, en la sintaxis, en la escucha y la palabra. Que llevan ventaja a aquellos que acumulan experiencia y saber. No saben lo que saben y tampoco lo que ignoran, pero “saben” actuar en la sociedad-red más que los viejos. Son los “millenials” los que dominan los lenguajes y, por ende, las formas de decisión que configuran la hora en que vivimos, nos movemos y decidimos.

Se trata de una revolución que ha cambiado algo que persistió por muchos siglos: que los ancianos eran los expertos, los que acumulaban el saber, los que sabían hacer las cosas más que los jóvenes. Actualmente, eso ya no es verdad. Son los jóvenes, los “millenials” los que saben. Los que deciden. Y estas elecciones son la prueba de que esta revolución no es que nos vaya a cambiar. Es que ya nos cambió.