Vida Deportiva

 

Por Fernando Marcos*

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]M[/su_dropcap]éxico establecerá nuevas marcas mundiales en la edición de la Novena Copa del Mundo, a celebrarse en cinco ciudades del país.

Desde luego, Toluca, que pasará a la historia como “el techo del futbol mundial”. Es la ciudad más alta de la República y habrán de pasar muchos años antes de que se juegue una Copa del Mundo en ciudades como La Paz, en Bolivia, pongamos por caso.

Los italianos acaban de pasar la misma prueba que pasa, cada ocho días, el Toluca. Y nadie se murió, sino al contrario: “sólo un defecto le encuentro al escenario –dijo Valcareggi, el técnico italiano-: la altura… del césped”.

Pero eso estará arreglando de inmediato.

También serán establecidas otras marcas. Una, la de asistencia, que ya supera –a juzgar por el boletaje vendido- la establecida en Inglaterra que fue de 1,458,698 espectadores. Y aunque la edición mexicana del torneo ha fijado los precios más bajos de la historia, en cuanto al costo de un asistencia, también serán rotos los topes anteriores en materia de ingresos.

Ha quedado superada la marca de países participantes, con 71 naciones contra las 52 que establecieron el récord de asistencia al mundial celebrando en Suecia.

También han sido superados, con mucho, el número de partidos celebrados para calificar a la ronda final. Fueron precisos 172 encuentros para decidir a los 16 países que lograron su inscripción a la fase decisiva del torneo.

Otro dato interesante es que, por vez primera en la historia del espectacular campeonato, tendremos en México a un representante de África –el continente que despierta a la vida moderna- y otro del medio oriente. Son aquellos, por desgracia, países en pugna política y militar irreductibles: Marruecos e Israel.

Tal vez pudiera señalarse otro punto diferencial entre nuestro torneo y los precedentes, si bien no nos agrada el hecho: por vez primera en la historia, la Copa del Mundo ha significado un pretexto para el estallido de una guerra fratricida y lamentable, como todas las guerras: la contienda, todavía no superada hacia el terreno de la paz absoluta, entre El Salvador y Honduras.

Una marca más: nuestro torneo ofrecerá a público y periodistas las máximas comodidades de todos los tiempos. El público –salvo unos cuántos que estarán de pie en Toluca- contará con asientos individuales, en tanto que la red de comunicaciones que México ha dispuesto, supera en mucho todo lo hecho con anterioridad.

Será la Copa del Mundo más vista de todos los tiempos. Se supone que, a través de microondas y satélites, el torneo será visto por auditorios calculados en más de 800 millones de seres humanos.

Quedan por verse algunas otras marcas, entre ellas las de goleo, tanto individual como por equipos y en total. Creemos que, dada la equilibrada situación de los participantes y la tendencia defensiva predominante, esta marca –que pertenece a Just Fontaine, de Francia, en lo individual- y a Inglaterra y Chile, en lo general, no será superada.

Y, un dato final: esperamos que el nuestro sea el torneo mundial más imparcial y limpio de todos los tiempos.

LAS ESTRELLAS NACEN Y MUEREN DE PIE…

La Novena edición de la Copa de Mundo, verá nacer grandes estrellas del futbol y verá morir a otras que no podrán resistir el peso formidable del evento y de la corrosiva presión de sus propios partidarios y de sus enemigos.

¿Será este torneo la tumba monumental del “Rey” Pelé?

Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, tiene en la Copa del Mundo algo así como una maldición: ¡jamás ha podido jugar una de principio a fin!

En Suecia, su cuna consagratoria, entró de rondón, ante una emergencia, cuando ya su país había jugado varios partidos. En Chile, sólo jugó contra México y escasos minutos frente a Checoslovaquia: después, la ausencia que Amarillo se encargó de no hacer decisiva.

En Inglaterra fue cazado inmisericordiamente y puesto fuera de combate a las primeras de cambio. ¿Podrá en México, país que tanto lo quiere y lo protegerá, jugar completo el campeonato? Ya no decimos jugar “todo” el campeonato, sino, simplemente, “todos” los juegos de Brasil.

Otro sol que puede brillar o apagarse para siempre es “Tostao” a quien, por su lesión en un ojo y su enorme calidad de jugador, muchos llaman ya “el rey tuerto del futbol mundial”.

Hay otros brasileños sensacionales: Gerson, Jair, Rivellino, etc. Pero ninguno tiene los tamaños para ser el “rey”.

Inglaterra nos ofrece nombres como los de Boddy Charlon, Bobby Moore, Geoff Hurst. Alan Ball, Martin Peters y otros personajes.

¡Pero ninguno de ellos posee “sangre real” en las venas. Ninguno de ellos será el “rey” indiscutido del futbol mundial.

Italia nos ofrece una constelación estelar, pero sólo uno, Luigi Riva, puede ser centro de un sistema solar. Los demás, importantes en mayor o menor escala, no tienen prosapia para ceñirse la corona real.

Anotemos, eso sí, a Sandro Mazzola, a Gianni Rivera, tal vez a Facchetti –demasiado maduro ya- como hombres que podrán ser decisivos para la victoria, pero que no tienen méritos para la exaltación al trono individual del futbol mundial. Y en esta lista incluimos a Domenghini, formidable, pero opaco.

Uruguay no tendrá el “rey”, porque sus mejores figuras ya han perdido, en torneos anteriores, toda posibilidad: Pedro Rocha, Caetano y algún otro, entre ellos. Ninguno de todos, “fuera de serie”. Excelentes, pero nada más.

Así podríamos hablar de Adamec, de Van Moer, de Penev, de Chumpitaz, de Dumitrache, de Chesternev, de Kindvall y aún de Borja –si es que juega-; todos ellos podrían ser famosos, pero ninguno tiene la talla gigantesca de un “Pele”, de un Di Stefano, de un Eusebio, etc.

Carecen de la estampa casi mágica que señala a un “rey” que no tendrá influencia sobre un país, sino sobre un mundo: el mundo mágico e implacable del futbol universal, donde a los “monarcas espurios” les cortan la cabeza sin pestañear…

Tal vez se hable, esta vez, más del escenario que de los actores.

Tal vez…

LOS GRANDES FAVORITOS

Casi es lugar común señalar a los equipos que, a priori, representan las máximas posibilidades de victoria final, no obstante que la Copa del Mundo está plagada de sorpresas y de imponderables.

Con el futbol ha pasado lo mismo que ocurre con los seres humanos: crecen más rápidamente los adolescentes que los adultos. Esto ha igualado fuerzas como nunca hasta el momento. Ya no hay aplanadoras arrasantes como en el pasado. Ahora, cualquiera puede vencer a cualquiera. Y en un torneo en el cual la mayoría de sus juegos importantes y decisivos serán “a Morir”, por riguroso sistema de derrota y fuera, todo puede pasar.

Sin embargo, no arribará a la final ninguno de los no consagrados triunfadores a nivel internacional. La primera fase –sistema “round robin”- tal vez permita la eliminación de los llamados “débiles”. Pero alguno de ellos se colará, casi seguramente, a la etapa de cuartos de final, pero no más allá. Porque más allá. Porque más allá sólo tendrán cabida los “grandes”.

Inglaterra, Brasil, Italia, Uruguay, Checoslovaquia, Alemania, la Unión Soviética, Suecia, Perú, México y Bulgaria tal vez estarán en cuartos de final, a los cuales bien pudiera ingresar Bélgica, bien a expensas de la Unión Soviética o, en un lamentable resultado, sobre las cenizas del equipo mexicano.

Si esto es difícil de determinar, imaginemos lo que será cuando se entre a la etapa de “falta y fuera”. Pero una cosa es evidente: el vencedor total saldrá de la lista que hemos dejado señalada.

Ciertamente, alguna vez los Estados Unidos derrotaron a Inglaterra, en el resultado que detuvo la edición de algunos periódicos de rango mundial que no podían creer semejante hecho. Ciertamente, también, Corea eliminó a los italianos en un resultado increíble hasta para los que vimos su consumación. Pero jamás un equipo de esta talla ha llegado a disputar, siquiera, los semifinales.

Contra lo que opinen los profesionales de la crítica de todo el mundo, en el futbol, como todo en la vida, existe la lógica. Las excepciones –que las hay, como en todo- no hacen otra cosa que confirmar la regla que determina que el mejor siempre se impone a la larga.

De acuerdo a esta norma, casi se podría asegurar la eliminación de Israel, Marruecos, Rumania y El Salvador en la ronda de octavos de final. Aquí sí puede haber excepciones, pero más adelante resultado casi imposible.

Estos equipos ingresan a la fase final del torneo en virtud de un propósito que una revista inglesa; “World Cup” señala así: “Muchos países “grandes” están fuera del torneo; algunos “pequeños”  han logrado su ingreso a él. ¿La razón? ¡Hacer que el futbol crezca a nivel mundial!”

De no seguirse esta política, el futbol seguiría siendo un deporte aristocrático y no una competencia popular de impacto mundial. Entre otros resultados, habría impedido a México ser el organizador de un torneo de tales dimensiones.

Nadie en el mundo podrá decir, ahora, quién va a ganar. Pero usted encontrará al vencedor en esta lista: Inglaterra, Brasil, Italia, Uruguay, Checoslovaquia, Alemania, URSS, Suecia, Bulgaria, Perú, Bélgica…¡y México!

Pero es inútil tratar de  adelantarse a los hechos: ni una adivina gitana, ni el propio oráculo, podría señalar al vencedor.

Y esa esencia contingente e impredecible, es lo que da, entre otras razones, el gran tono del evento deportivo más popular del mundo.

*Texto publicado el 3 de junio de 1970 en la revista Siempre! Número 884.