Entre llantos y miedo, miles de niños de diversas nacionalidades latinoamericanas, caribeñas y asiáticas han sido separados de sus padres al ser detectados cruzando la frontera entre México y Estados Unidos sin papeles.

El trato que han recibido los menores de edad, por parte del gobierno de Donald Trump, ha sido calificado “como si fueran terroristas”. La comparación viene de los talibanes, detenidos en 2002, cuando comenzaron a llegar a la prisión de EU en la bahía de Guantánamo, Cuba, no existía la infraestructura carcelaria para encerrarlos por lo que el gobierno de EU construyó una serie de jaulas intercomunicadas para recluir a sus enemigos.

En esta ocasión, el gobierno estadounidense construyó en un bodegón de 23.5 kilómetros cuadrados jaulas para albergar a menores de edad, incluyendo bebés en pañales.

La política “Tolerancia Cero” de Trump ha promovido y exigido aplicar a sus funcionarios de Seguridad Nacional y de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) medidas que superan cualquier otra política que recuerde la mayoría de Estados Unidos.

La directora general de la Coalición de Derechos Humanos para los Inmigrantes (CHIRLA), Angélica Salas, indicó que la práctica de separar familias con la intención de desmotivar a quienes lo intenten, “está muy lejos de surtir efecto”.

Lo mismo ocurrió con los talibán, que nunca fueron considerados “prisioneros de guerra” debido a que no existía una declaración de guerra contra algún país en particular, ni representaban bandera o territorio, y quienes eran considerados “detenidos” deberían estar bajo custodia de la Secretaria de Salud estadounidense y no permanecer más de 72 horas en situación de detenidos, tal como sucede hoy con los menores migrantes.

Guantánamo es una bahía que desde la independencia cubana sobre España, a principios del siglo 20, quedó de manera vitalicia bajo la administración del gobierno de Estados Unidos en 1903, como parte del acuerdo que ayudó a los cubanos a ganar esa guerra. Sin embargo, el territorio es cubano. Guantánamo no es parte de la Unión Americana, sólo está bajo su administración autónoma de por vida. De ahí que los terroristas detenidos, no prisioneros de guerra, quedaran en un “limbo” legal mientras se les interrogaba y se decidía que hacer con ellos.

Por su parte, la Cancillería de México calificó de “cruel e inhumana” la separación de miles de familias migrantes y exigió al gobierno de Donald Trump detener esa práctica y aseguró que no descarta la opción de acudir a instancias internacionales para defender los derechos de los niños.

“Hacemos un llamado al gobierno de Estados Unidos, al más alto nivel, para que reconsidere esta política y dé prioridad al bienestar y los derechos de las niñas y los niños, con independencia de su nacionalidad o su situación migratoria”, expuso el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.

El Canciller informó que, de acuerdo con datos del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, de los mil 995 niños migrantes que de abril a la fecha han sido separados de sus familias tras cruzar la frontera, menos del 1% de los casos corresponde a menores de nacionalidad mexicana.

“Esta cifra es consistente con los casos que ha identificado nuestra Red Consular, con un total de 21 niños mexicanos que fueron separados de sus padres. De ellos, la mayoría ya han sido repatriados a México y solamente siete permanecen en albergues”, agregó.

Explicó que el mayor número de menores separados de sus familias corresponde a niñas y niños provenientes de Guatemala, El Salvador y Honduras. Agregó que a través de la Embajada de México en Washington se entregó una nota al gobierno de Estados Unidos en la que se expresa esta condena de forma oficial.

El presidente Donald Trump aseguró que México es responsable de la separación de niños de familias migrantes, por no detener esa marcha a través de su territorio. “Ellos no hacen nada por nosotros. Ellos pueden detenerlos. Ellos tienen leyes muy fuertes. Traten de estar en México por unos días y vean cuánto dura eso”.

Trump anunció que buscará una autorización para cortar la ayuda que reciben algunos países que son punto de origen de esta migración que “no de los mejores”. “¿Porque demonios debemos (darles dinero)?”, preguntó.

“Ellos están ganando cantidades inimaginables de dinero y eso no incluye las drogas que están circulando por nuestra frontera, porque no tenemos un muro y no tememos protección”, reiteró.