Pronto elegiremos al 22º presidente de la actual era constitucional mexicana. La Presidencia de la República ha sido ejercida por 21 ciudadanos, de muy distintas características aunque la estadística podría señalar mayorías.

En cuanto al territorio de origen tenemos que ocho fueron oriundos de estados norteños, siete del altiplano y seis de regiones costeras. Los estados líderes en producción presidencial son Sonora con cuatro presidentes y Michoacán con tres. Les siguen, con dos cada uno, Estado de México, Puebla, Veracruz y CDMX. Por último, Baja California, Coahuila, Colima, Guanajuato, Nuevo León y Tamaulipas han sido la cuna de un presidente.

Por lo que concierne a la profesión, el liderazgo absoluto lo tienen los abogados con nueve presidentes, seguidos de cinco generales, dos economistas, dos contadores, un ingeniero, un administrador y un autodidacta.

En cuanto al estrato económico de origen podríamos decir que cinco pertenecieron a una familia con desahogo, pero 16 crecieron con estrechez. Ninguno nació en una cuna potentada.

Todos formaron matrimonio. Nueve de ellos contrajeron en más de una ocasión. Cinco por viudedad y cuatro por divorcio. Excepto uno de ellos, todos tuvieron hijos y seis presidentes tuvieron hijos fuera del vínculo marital. De 13 presidentes existen narraciones de relaciones amorosas extramaritales.

A cuatro de ellos se les atribuyen riquezas inmensas pero no comprobadas y solo un presidente manifestó abiertamente su fortuna. Este fue Miguel Alemán pero debe recordarse que ya era rico antes de su mandato presidencial. Antes de llegar a Los Pinos ya había fraccionado Polanco y otros fraccionamientos en Cuernavaca y en Acapulco. Ya había construido el Toreo y era dueño de lo que sería Ciudad Satélite.

Los otros 16 reunieron un patrimonio muy regular que no quiero decir magro. Pero Adolfo de la Huerta y José López Portillo llegaron a padecer angustias financieras.

Sin embargo, también es de reconocer que no siempre sus familiares fueron tan bien portados como ellos. Se dice que los hermanos o las esposas de doce de nuestros presidentes medraron sin freno, sin pudor y sin vergüenza.

Después del mandato, casi todos los presidentes decidieron vivir en la capital de la república. Plutarco Elías Calles se quedó a vivir en Anzures y no se regresó a Guaymas. De tonto lo hubiera hecho. Así como Lázaro Cárdenas ya parece que iba a abandonar Las Lomas para volver a instalarse en Jiquilpan. Y Manuel Ávila Camacho ya no salió de La Herradura ni muerto, porque allí lo enterraron. Para qué se regresaba al “chipi-chipi” de Teziutlán.

A su vez, Miguel Alemán se instaló en Polanco y se olvidó de Sayula. Hasta a Adolfo Ruiz Cortines le pareció mejor vivir en San José Insurgentes antes que volver al puerto jarocho. Adolfo López Mateos se murió en San Jerónimo sin volver a Atizapán. Y Miguel de la Madrid prefirió Coyoacán que su natal Colima, así como Gustavo Díaz Ordaz se quedó en el Pedregal de San Ángel y no quiso volver a saber nada de Chalchicomula, aunque ahora se llame Ciudad Serdán. Felipe Calderón ya no regresó a Morelia.

Luis Echeverría y Carlos Salinas siempre vivieron en la capital y no tuvieron casa en otro pueblo. Vicente Fox nació provinciano y regresó a la provincia. Para terminar, allí está Ernesto Zedillo. No sé en cuál ciudad norteamericana vive ahora. Pero estoy seguro de que no tiene casa en Mexicali. 

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@jeromeroapis