Está de moda que los países cometan suicidio nacional. Así lo hizo Estados Unidos, eligiendo a Donald Trump; Inglaterra, saliéndose de la Unión Europea, brexit; Cataluña, amenazando separarse de España, crisis agravada por la remoción parlamentaria del presidente Mariano Rajoy; recientemente “la ópera bufa” italiana con dos partidos populistas de derecha e izquierda, pugnando por formar un gobierno con un académico sin experiencia política. ¿México puede ser el siguiente?

El diálogo que se da en casi todas las mesas familiares o de amigos, en un país muy polarizado, es frecuentemente el siguiente:

 

El arroz ya se coció

Joven millennial: Meade es el candidato más honesto, el que tiene la mayor experiencia de gobierno, el que conoce mejor el mundo, sería el mejor presidente… pero no voy a votar por él porque representa al PRI, al que odio, y al presidente Peña que me engañó y representa un gobierno corrupto.

Su mamá politóloga: entonces, ¿no te importa votar por otro candidato que es deshonesto, sin ninguna experiencia de gobierno o un populista con ideas absurdas, que te está engañando con ofertas que no puede cumplir y que se parece a Trump por su carácter errático e impredecible? En suma, quieres gozar el momento del voto, desahogando allí tu irritación, ya después tendrás seis largos años de arrepentimiento. ¿Estás siendo congruente?

Abuelo sabio: les recuerdo que están votando por el presidente de México, no estrictamente por el partido. Mi experiencia indica que el PRI siempre ha sido moldeable a imagen y semejanza del presidente en turno. Hay una enorme ignorancia histórica. El presidente de México define las características de su gobierno y el perfil del PRI que desea; puede seleccionar un gabinete honesto y competente (o inepto y corrupto); define las reglas, la forma de actuar. Si es honesto tiene la capacidad de remover secretarios, o aun a los gobernadores, con un expediente de defraudación fiscal del SAT, o configurando un delito de peculado, a través de una fiscalía competente. Así, Ruiz Cortines arremetió desde el primer día contra los alemanistas deshonestos y fue un gran presidente; De la Madrid, con la “renovación moral”, metió a la cárcel a Arturo Durazo y a Díaz Serrano, y logró un gobierno honesto. Zedillo gobernó con el ejemplo. Peña empezó bien, luego cedió al “dejar hacer, dejar pasar”, tolerando la deshonestidad con miembros de su gabinete y los gobernadores que él propuso, y corrigió demasiado tarde.

Joven: La “neta” es que “este arroz ya se coció”. López Obrador lleva en las encuestas más de 20 puntos de diferencia.

Abuelo: “nadie gana hasta que gana” el 1 de julio. Es la elección más compleja de la historia de México. No hay precedente para operar las encuestas. Hay dificultad para estimar a los varios millones de indecisos, los ocultos, los miedosos, los jóvenes que por primera vez votan. Sí es correcto que, con la evidencia actual, López Obrador tiene las mayores probabilidades, aunque sigue demostrando que es su peor enemigo.

Mamá: puede ser definitorio el llamado “voto útil”. Es una segunda “vuelta implícita”. El segundo lugar puede ganarle al primero, captando el voto del tercero que rechaza al primero, más los indecisos y ocultos.

Joven: a mí no me queda claro eso del voto útil. Es más bien “voto inútil”. Si Anaya fuera el segundo, no le alcanza el voto útil. La mayor parte del voto duro priista agraviado, atacado de corrupto; si emigra, se iría con López Obrador con mucha mayor afinidad ideológica.

Mamá: Meade podría armar al final su “gobierno de coalición de facto”, integrando un gabinete bien seleccionado con sus amistades del PAN tradicional (Margarita, Cordero, aun gobernadores), y también de la izquierda moderada (Ríos Piter). Tendría que operar eficazmente la maquinaria del PRI, con mucho dinero (que puede desviarse). Sin embargo, tendría que contrarrestar el alto voto negativo. Así tendría alguna posibilidad, pero requeriría un milagro.

Abuelo: hay otro problema. Tenemos que pensar no solo en la presidencia, sino que esta tenga los pesos y contrapesos adecuados, salvar la incipiente democracia. Debe existir una adecuada oposición en el Congreso y entre los gobernadores.

Alejarse del precipicio

Joven: hay indicios en algunas encuestas de que la “ola Morena” puede permitirle ganar mayoría en el Congreso.

Madre: podría ser la “muerte de nuestra democracia”, regresaríamos al autoritarismo del pasado. Con baja presencia en el Congreso, el PRI puede prácticamente desaparecer. Su base sindical se iría con Morena. El PAN, con su respetable tradición demócrata de Gómez Morin, está fracturado. Se requiere al menos tener voto diferenciado que atienda esta preocupación. No es saludable volver al gobierno de un solo hombre.

Abuelo: en todo este proceso estaremos “al borde del precipicio” en dos momentos peligrosos. Primero, el día de la elección, según quien gane y por qué margen, con o sin mayoría legislativa. Si la elección es muy cerrada, pierde López Obrador y hay indicios de fraude o manipulación, el “tigre se suelta”, México arde, 2006 será un juego de niños.

Joven: aquí lo preocupantes es que no continúe la campaña de polarización o miedo, promovida por el sector privado, invocando “fantasmas del pasado” o intercambiándose agravios personales, que dificulten la posibilidad de llegar a acuerdos postelectorales que pueden ser necesarios para salir de una crisis, o más bien agudizarla.

Abuelo: el sector privado, los grupos académicos destacados, han estado trabajando en propuestas, para conformar políticas de Estado que deben impulsarse, definiendo lo que no es transitable. Es alentadora la reunión que ha tenido López Obrador con el Consejo Mexicano de Negocios y su campaña para pacificar a los inversionistas extranjeros. ¡Esperamos que México pueda alejarse del “borde del precipicio” y que efectivamente México no sea otro más de los países que cometieron suicidios nacionales en detrimento del futuro de los jóvenes y de los que menos tienen!

(La larga transición hasta el 1 de diciembre, aunque hasta ahora la presión cambiaría ha sido por causa del TLCAN, agravada por la guerra comercial y no por el proceso electoral, esto puede cambiar. Si los inversionistas y el público en general se espantan, podemos aproximarnos a partir del “día después”, el 2 de julio, a algún tipo de turbulencia financiera, con depreciación del peso, tasa de interés e inflación al alza, salidas de capital, baja de “grado de inversión”. Mucho dependerá de las acciones prudentes que anuncie López Obrador, como nombrar un secretario de Hacienda que inspire confianza. Lula, en su triunfo, nombró a un Wall Street Banker de prestigio y todo se tranquilizó. Si continuaran los problemas, las soluciones que recuerdo en la historia, han sido nombrar un gabinete de unidad nacional con la mejor gente de diferentes partidos, como lo hizo Ávila Camacho en 1940 con un país polarizado, y establecer un pacto social sobre los elementos básicos de un programa de Estado).

Exembajador de México en Canadá.

@suarezdavila