A lo largo de 2017, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el máximo dirigente de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-un, pusieron al mundo en gran tensión. Sus constantes acusaciones, señalamientos y, en el caso de Trump, hasta sus bravuconadas, hicieron pensar a la comunidad internacional que en cualquier momento se verían estallar bombas atómicas por segunda vez desde el ataque nuclear contra Japón. Hace apenas una semana, ambos líderes se reunieron mostrando una diferente cara al mundo: la de una cordialidad inusitada y constantes espaldarazos que hicieron dudar a todos y ver a un indomable Trump que se ambientaba con otro de su mismo calibre.

La cumbre de Singapur, en la que se reunieron ambos, fue como la puerta a futuras negociaciones, al restablecimiento de las relaciones bilaterales, el reconocimiento de Corea del Norte como miembro del selecto círculo de potencias atómicas y un primer paso en favor de la pacificación de la península coreana.

Para Eduardo Roldán, embajador, escritor e internacionalista por la UNAM, la cumbre binacional fue un éxito para Corea del Norte porque le permitió sentar en negociaciones a un complicado Donald Trump, con quien negoció en calidad de iguales y desde la fuerza. El también autor del libro Trump contra el mundo: el presidente de la discordia (2018), concedió a Siempre! la siguiente entrevista, vía telefónica.

Optimismo moderado

¿Qué impresión tiene de la cumbre sostenida por Donald Trump y Kim Jong-un?

Hay que tener un optimismo moderado en virtud de que sí se generaron expectativas, pero es solo un inicio de negociación que tendrá un camino largo y sinuoso. Se llegó a un acuerdo de una completa desnuclearización de la península coreana, pero lo que ya no se trató, que era una propuesta de Estados Unidos originalmente, fue una desnuclearización completa, verificable e irreversible. Esto significa que el proceso se llevará por fases; por etapas. No se menciona verificable, que es un factor muy importante, porque una desnuclearización verificada por la Agencia Internacional de la Energía Atómica permitiría mayor confianza de Estados Unidos. Asimismo, que el proceso sea irreversible, para que no pudiera darse el recomienzo de la carrera nuclear de Corea del Norte, como sucedió en el periodo de 1994 a 2000, cuando ambos países firmaron un acuerdo mutuo, pero al final los demócratas pierden las elecciones y George W. Bush coloca a Norcorea en la lista de los países del Eje del mal, según él, porque fomentaba el terrorismo y transfería tecnología nuclear a Irán. En esa ocasión tampoco hablaron del factor irreversible en el programa nuclear norcoreano.

Tampoco se habló de un tratado de paz, lo interesante es que sí se habló del establecimiento de una nueva era de relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte. Yo interpreto que, de acuerdo con el avance de las negociaciones, podría llegarse incluso al reconocimiento diplomático de parte de Washington, y esto tiene que ver mucho con la invitación verbal que le hizo Donald Trump a Kim Jong-un, en Singapur, para que lo visite en la Casa Blanca.

Esto ciertamente no es nuevo. Pues ya había un antecedente en el año 2000, cuando la secretaria de Estado, Madeleine Albright va a Corea del Norte e invita oficialmente al entonces líder Kim Jong Il para que visite Washington. Esto no se llevó a cabo, tampoco Bill Clinton concretó la invitación que se le hizo para visitar Norcorea, pues los demócratas perdieron las elecciones y por tanto los republicanos dieron marcha atrás con estos avances.

Fuerza ante lo impredecible

En su opinión, ¿qué fue lo más importante de esa cumbre?

Lo interesante de la cumbre de Singapur es que se acordó la recuperación de los restos de los prisioneros de guerra, algo que ha sido un clamor desde hacía mucho tiempo, por parte de las familias de los fallecidos. También era como una bandera de Estados Unidos para limpiar la cara frente a esos fallecidos. Algo interesante de lo que se trató fueron las garantías que exige Norcorea. Es importante que estos acuerdos a que se llegaron tengan estados garantes para que todas las partes operen con plena confianza de que se van a cumplir estos acuerdos. Y esas garantías yo las interpreto como que se van a cumplir con testigos que son China, Rusia, Japón y Corea del Sur. En estas condiciones podemos decir que ha sido un enorme avance para buscar una paz estable en el noreste asiático, concretamente en la península coreana. Por eso, recomiendo que debemos estar en un optimismo moderado, pues el presidente Trump es impredecible y por eso hay que poner más atención a este acontecimiento. Sobre todo a que esta cumbre de Singapur tuvo lugar en un mundo paradójico y contradictorio, provocado por el mismo Trump.

Un trato entre poderosos

Para muchos analistas, fue desconcertante que Trump respetara a su adversario norcoreano y humillara a sus aliados tradicionales, ¿cómo interpretarlo?

Eso nos lleva a preguntarnos por qué con sus enemigos sí se acerca y tiene voluntad para solucionar problemas graves, pero con sus aliados se pelea, como pasó en la reunión fracasada de las siete economías más fuertes del mundo, celebrada en Quebec días antes de que se reuniera con Kim Jong-un.

Hay que remarcar que paralelamente se estaba llevando a cabo en Qingdao, China, la reunión de la Organización de Cooperación Shanghai (OCS), que es un grupo similar a la OTAN, pero que está integrada por China, Rusia, India y Pakistán, que son cuatro países que tienen la bomba atómica y que también son grandes productores de gas y petróleo, al igual que Kazajstán, Kirguistán y Turkmenistán que también son miembros de está organización para contraponer a la influencia de la OTAN, solo que a diferencia de esta, la OCS aborda temas de seguridad y de cooperación y desarrollo. Espero que los resultados que hasta ahora hemos visto de la cumbre, que son un enorme avance sin lugar a dudas, se justifiquen los 11 millones de dólares que se gastaron solamente en la seguridad para hacer esta reunión binacional, que tuvo un diálogo de cinco horas.

Ha habido resultados, no todos los que esperábamos, pero sí vemos que puede haber más avances al respecto.

Eduardo Roldán.

Negociando desde la fortaleza

Respecto a Trump, vemos un cambio que desconcierta. ¿Es algún cambio de estrategia?

Es muy simple, en su libro sobre el éxito y la negociación Trump dice que es precisamente con sus rivales fuertes (y se puede interpretar que Corea del Norte es un rival fuerte por el sentido que posee la bomba nuclear), un aspecto que le ha permitido a Pyongyang lograr lo que quería. Para los norcoreanos es un gran éxito. Trump logró ponerlos en la mesa de negociación y además que se les diera reconocimiento internacional. Eso era lo que querían ellos: negociar desde la fuerza.

Trump precisamente es claro en lo que siempre ha pensado: con los fuertes negocia, pero no actúa así con Canadá, México, la OTAN, porque los considera débiles. Pienso que la culpa no es tanto de Trump, sino de los países occidentales que no han sabido mostrar unidad para hacerle frente. El dice en su libro: “sé cuando mi oponente es débil y cuándo debo arrasar con él”. Basado en esto es como dijo a Trudeau que era un personaje débil. Hay que entender esto pues es una clave para poder comprender cómo manipula al mundo.

En otro tema de su libro afirma: “me encanta vengarme cuando alguien me hace daño”. Él siente que le han hecho daño y se está vengando al no firmar el acuerdo del G-7.  De hecho, los mostró como débiles ante el mundo. También ha afirmado que “no hay nada más emocionante para mí que ir contra la corriente y hacer algo que nunca antes había hecho”. Esta ha sido su conducta y lo he reflejado en mi libro Donald Trump contra el mundo. Con esto digo que es necesario comprender sus actitudes, pues realmente el mundo occidental se ha mostrado débil, y lo ha dividido, sobre todo a la Unión Europea.

Despejar debilidad y neutralidad

En la cumbre de Singapur, Kim Jong-un mostró todo, menos neutralidad, ¿cómo entendemos eso?

La neutralidad no vale para nada en esta coyuntura, es decir, mostrar que no queremos hacerle daño a Trump. Hay que mostrarse fuertes, pues él solo negocia con los fuertes y ahora él ve una Unión Europea desunida. Ve a un Canadá y un México frágiles y por eso actúa así. Con él hay que enfrentarse y mirarle a los ojos directamente, negociar desde la fortaleza, con una fórmula del “tú me haces esto, pues yo te hago esto”.

Hay que ver por qué no lo hace con China, simplemente porque le ha respondido con aranceles a sus aranceles.

Afortunada y finalmente, México actuó en consecuencia, en medio de la negociación y tampoco se cae el mundo. Tenemos que reaccionar en el momento, no esperarlo a que nos agreda, hay que dejar de confundir subordinación con insubordinación. Que le quede claro que la coordinación implica un quid pro quo y que no cedamos todo a cambio de nada. Los chinos lo han logrado, los rusos lo han logrado y, ahora, los norcoreanos lo han logrado.