Por Paulina Figueroa / Fotos: Mónica Cervantes

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]L[/su_dropcap]a exposición colectiva de arte contemporáneo Ahora en común. Más opacidad exhibe ocho propuestas de la generación 2016-2018 de SOMA, en colaboración con Muca-Roma. “SOMA es una organización dedicada al intercambio cultural y la enseñanza de las artes.”, explica su página web.

Entre los artistas que conforman esta muestra se encuentra Sofía Abraham, Victoire Barbot, Joan Bennassar, Paloma Contreras, Andrea Nones, Berenice Olmedo, con la colaboración de Ramón Ubaldo, Bruno Ruíz  y Jacobo Zambrano.

Los jóvenes han propuesto a la “opacidad” como noción del vínculo del arte con la memoria, lo político, lo social y la resistencia. La exposición es el resultado de una serie de procesos de trabajo y acompañamiento que involucra a investigadores, curadores, tutores, artistas, gestores y diversas comunidades.

Galia Eibenschutz, tutora de la exposición, indicó que es un programa en donde los estudiantes están todo el tiempo confrontándose a una critica constante de especialistas de todas las ramas. “Son dos años muy intensos en los que tienen que equilibrar y escuchar su proceso. Lo que vemos ahora es el resultado de dos años en el que su obra ha evolucionado y se ha desarrollado. Justo ahora vemos el resultado final de un intenso trabajo”.

Ahora en común. Más opacidad forma parte del programa de actividades de la Coordinación de Difusión Cultural UNAM y del “Programa Conmemorativo M68”. Se inserta con la idea de “asaltar, interrumpir, romper simbólicamente mediante la representación, con el dominio de un continuum temporal”.

Asimismo, el proyecto propone un programa público que integra performances, charlas y juegos que irán sucediendo a lo largo del periodo de exhibición. La muestra se encuentra en el Muca-Roma, ubicado en Tonalá 51 Col. Roma Norte y permanecerá abierta al público hasta el 29 de julio. La entrada es libre y gratuita.

Bruno Ruíz, egresado de la Licenciatura de Artes Plásticas y Visuales en “La Esmeralda”, es tutor de la pieza Aullidos fantasma conformada de un video en un canal, una tienda de campaña e impresión de carteles en riso. En entrevista para Siempre! el artista recordó el proceso de realización de esta obra:

“En enero tuve una estancia en el municipio de Márques de Comillas, situado a la frontera sureste de Chiapas y Guatemala. Estuve haciendo una residencia con biólogos, ecólogos e investigadores, en compañía estuvimos explorando la zona; a cargo de nosotros estuvo un guía llamado Rafael Estrada que es el personaje principal de la video-instalación”.

El artista indicó que a través de los relatos de Estrada surgió la idea de hacer evidente la situación de Márques de Comillas “de una manera un tanto documental pero agregándole tonos de ficción”. La instalación se conforma de tres partes: el video dentro de la casa de campaña, la máscara que se usa en el video y la publicación que está hecho en mimeógrafo, un maletín-imprenta que llevas a cualquier lado.

El egresado de “La Esmeralda” dijo que con su obra no busca reivindicar o contar totalmente la historia del lugar, sólo busca “aportar mi punto de vista crítico”. La relación que Ruiz encuentra entre el movimiento del 68 y su pieza es la tolerancia. “En el sentido que uno tiene que ser más dedicado y sensibilidad para acercarte a esta región y a las personas. Lo que sucedió en el 68 fue por no tener tolerancia aquí pasa algo parecido en el sentido de que “colonizamos” en voz del arte y tampoco se me hace una tolerancia a comprender lo complejo que es el lugar”.

Berenice Olmedo, otra de las artistas que conforman al grupo de talentos de la exposición, explicó a Siempre! que su pieza Poleana está inspirada en el juego de mesa con el mismo nombre. “Mi investigación está desarrollada en el barrio de Tepito y fue desarrollado alrededor de la Poleana, en un primer momento estaba vinculando al juego como el comercio en Tepito, el espacio del encuentro, el contacto donde se hace un espacio de sociabilidad”.

Relató que en el “Barrio Bravo” la Poleana es conocida prácticamente por todos. Convive en espacio laboral y el espacio de ocio. Es una forma de cultura del barrio. En un segundo momento, Olmedo buscó qué determinaba el color de las lonas en el comercio informal: los colores primarios aquellos que aparecen en la Poleana (azul, verde, amarillo y rojo).

“Estaba pensando qué tipo de inscripción tenía este elemento formal en el tianguis y descubrí que determina el tipo de administración que pertenece a esa zona, a los líderes de comerciantes ambulantes. En este contexto pensé en el tipo de relaciones de poder que se generan y que son relaciones en donde hay una pugna por el poder de Tepito que no sólo va por los líderes de comerciante ambulantes sino por el Gobierno y el crimen organizado”.

Si Tepito existe ¿por qué resiste?, ¿qué tipo de resistencia cultural se hacia en ese espacio? y ¿de qué manera se superponía no solo el espacio social sino el político y geográfico en un tablero?, fueron las cuestionantes que se hizo la artista oaxaqueña.

Olmedo reveló que cuando desarrolló su obra no pensó en un nexo con el Movimiento de 1968, sin embargo sería “con los grupo de resistencia cómo las política interdisciplinarias que existen se puede generar resistencia”.

La vida secreta de los perros, de la artista Paloma Contreras, nos revela a través de un inflable con anuncios impresos de “Se renta” y “Se vende”  la inestabilidad de la propiedad privada.

“Estuve documentando por meses anuncios que veía por la zona de la Roma y la Condesa. Tiene que ver con la propiedad privada y la burbuja inmobiliaria inestable porque hay años en que sube mucho el precio y después se estanca. Si tenemos suerte baja y vuelve a subir”.

Explicó que el motor del inflable está regulado para que mostrara el vaivén de la propiedad privada. “Tiene un arduino, que es un regulador que estuvo programado siguiendo una gráficas del economista sobre la propiedad privada de la Ciudad de México”.

Contreras expresó a Siempre! que los acontecimientos del Movimiento del 68 fueron muy importantes porque los estudiantes exigían un derecho básico, la educación. “Mis trabajos tienen que ver con derechos básicos (salud, vivienda, educación), en especial éste se vincula con eso. Es una denuncia aunque no tienen ese elemento de protesta directa pero sí el factor de mostrar lo inestable de esta sociedad”.