Concluyeron las campañas electorales, en muchos sentidos ausentes de propuestas contundentes para dejarlas en calidad de enunciativas, salpicadas de una violencia sin precedentes y con un claro ayuno ideológico. Este domingo de inicio del séptimo mes del año nos encontraremos ante las urnas millones de mexicanos en un breve ritual para tachar candidatos y en las horas del día el fantasma que recorrerá nuestro país es el de la incertidumbre.

Ya quedaron atrás las anécdotas, los debates que no fueron lo que se esperaba y se mantienen abiertos los expedientes de homicidios que pesaron contra aspirantes a diversos cargos de elección popular; la democracia a la mexicana aún carece de fortalezas y le sobran imputaciones que se contraponen a la civilidad.

El Instituto Nacional Electoral será lento para dar a conocer resultados, lo cierto es que este domingo es un día decisivo que impactará nuestro futuro próximo, será crucial observar el comportamiento de los actores políticos para saber hasta dónde calibra su vocación democrática, los que sabrán ganar o perder porque en las democracias la estadística juega como consecuencia del concurso ciudadano.

Lo deseable es que por ningún motivo se desate la violencia que en este proceso electoral mostró sus fauces para sembrar desconcierto y rubricar impunidad como problema estructural. Mucha demagogia, cierto, mucho populismo es verdad. Parece que el espíritu de Nicolás Maquiavelo revolotea en lo alto para recordar que la política es amoral, que lo importante es ganar el poder aunque se pierdan otras cosas como el estilo y la categoría.

Este domingo millones de mexicanos habrán de sufragar iluminados por su propia fe o certeza en que las cosas en nuestro país pueden cambiar, aún se mantienen viejas costumbres con añosos fantasmas: compra de votos, una grosera manipulación, un caudal de mentiras y medias verdades. La crispación jamás se ausentó del proceso electoral.

Este proceso electoral incluye novedades diversas, la concurrencia en treinta entidades federativas, boletas para todo. Alianzas impensables hace algunos años, el pragmatismo a todo lo que da como un camino abreviado para alcanzar triunfos o matizar derrotas.

Al final las matemáticas dirán quiénes son los ganadores y también reflejará a los perdedores, no hay espacio para los empates, esto no es un juego de futbol, es una elección como antecedente a lo que se espera un nuevo trazado en cuanto a la forma de gobernar. Son muchas las expectativas que de no cumplirse agotarán temprano a quien asuma el poder para propinarnos un nuevo desencanto que se suma a una larga lista de quienes han dicho en muchos sexenios que habrían de reinventar México.

Con todo, este domingo es conveniente comparecer ante las urnas para manifestar en quienes se confía sin que ello implique extender un cheque en blanco, la democracia requiere mayores nutrientes, para comenzar implica sumar la voluntad en las boletas.