Por Sergio Sarmiento

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]n el momento de escribir esta nota, aún no se ha logrado esclarecer completamente los hechos que ocurrieron la tarde del 10 de junio. La prensa ha publicado ya la historia, y en los círculos oficiales se han hecho declaraciones en el sentido de que todo fue un pleito entre estudiantes. Mientras tanto, en las escuelas, la gente que asistió a la manifestación cuenta otras cosas y da más detalles. En la prensa se ha hecho constar la existencia de: 4, 6, o 10 muertos; mientras que en los medios estudiantiles las cifras van desde 50 y 80 hasta 120. Respecto a los autores de la agresión, los Halcones, también existen diferentes versiones; el regente de la ciudad de México, Alfonso Martínez Domínguez, negó la existencia de un grupo llamado así; en las escuelas, por otra parte, se afirma la realidad de ese grupo y se dice que no es más que un cuerpo de policías especiales, o que es un ejército particular pagado por gente del mismo gobierno.

He decidido dejar la palabra a quienes se encontraban en el lugar y momento de los hechos:

“Los Halcones llegaron en camiones de color gris, muy parecidos a los que utiliza el cuerpo de granaderos. Yo vi siete de ellos que tenían las placas tapadas, pero había uno al que le pude observar la placa, era el número AB-84; también venían en unos camiones de turismo con vidrios obscuros, a los cuales le abrían camino unos agentes de tránsito”.

“Cuando la refriega ya se había generalizado pasaron unas ambulancias que se lanzaban contra los manifestantes; anoté sus números: eran la 17 y la 19 de la Cruz Verde”.

“…Y entonces vi la ambulancia número 72; adentro no iban médico, sino que iban unos Halcones que estaban golpeando a alguien”. 

“…Ya habíamos logrado salir, cuando vimos que una ambulancia se detenía cerca, y que se bajan de ahí dos Halcones para perseguir a un muchacho, al cual agarraron y metieron dentro de la ambulancia; nosotros éramos cinco, y corrimos a tratar de rescatarlo, sin embargo la ambulancia arrancó antes de que pudiéramos hacer algo”.

“Los Halcones salieron por las calles laterales, atravesando las filas de granaderos que se encontraban ahí; al principio creíamos que era un grupo que se venía a unir a la manifestación; traían efigies del “Che” Guevara y gritaban cosas como: ¡Libertad a los presos políticos! y ¡Viva la Universidad!; nosotros abrimos un poco las filas a fin de que ellos se integraran. Cuando vimos que se acercaban corriendo sin detenerse, algunos se fueron dando cuenta de la realidad y comenzaron a huir, pero ya era demasiado tarde, no pudimos evitar que nos golpearan”.

“…Los de la Prepa “Pop” (Preparatoria Popular) les hicieron frente al principio, cuando todavía no habían comenzado los disparos; y a pesar de que los Halcones estaban armados de palos, no les estaba yendo tan mal a los de la Prepa; durante un momento rechazaron a los Halcones, pero éstos se fueron a refugiar detrás de las filas de granaderos, quienes los protegieron mientras se reorganizaban para volver al ataque”.

“…Los Halcones traían en las bolsas traseras macanas de policías”.

“…No mano; esos tipos estaban muy bien entrenados; usaban tácticas guerrilleras; todo estaba planeado perfectamente… Dividieron la manifestación en tres para hacer más fácil el ataque”.

“Esos tipos estaban locos o drogados; se lanzaban a la carga de una manera suicida mientras que gritaban: “Halcooones” o “Moreeelos”. Los de Economía les bajaron una pancarta a manera de lanza, y los Halcones no se detuvieron; se iban directo a los palos de madera en que estaba sostenida la pancarta”.

“…Mira; yo conozco a uno de ellos, se llama Luis Téllez Delgado y su padre es agente de la judicial… ¿Y sabes lo que una vez me dijo?: Necesito trabajar, por eso entré en los Halcones”.

“Yo había entrado al edificio de la Normal y ahí se encontraban prisioneros dos Halcones; yo estaba muy enojado y le di un golpe a uno de ellos… Después de un rato logramos que confesaran quién les deba el dinero; nos dijeron que era Martínez Domínguez”.

“Los Halcones nos golpearon con unos bastones eléctricos que daban toques y que arrancaban la piel…”.

“Llegaban al Leñero (los Halcones) para rematar a su propia gente a fin de que no pudieran hablar, así como también para ultimar a los estudiantes que estaban siendo atendidos ahí… Cuando salieron los vi buscar a una persona en un café cercano, le dispararon y huyeron”.

“…Comenzaron a llegar heridos a la Cruz Verde; era espantoso, había heridos por bala y por golpes y algunos tenían unas quemaduras horribles que luego supe que habían sido hechas con palos eléctricos…”.

“Eran como el cuarto para las seis, y ya los Halcones tenían dominado el asunto. Yo estaba escondido y los oía gritar cosas como: Traidores… Hijos de perra… Traidores a la patria… Cobardes…”.

“Cuando los vi llegar creí que eran gente de la Prepa “Pop”, por lo que permanecí tranquilo y hasta e momento en que me comenzaron a golpear me desengañé- Yo corría tratando de escapar, pero a cada paso que daba recibía golpes; esto duró hasta que me desmayé en la calle. Una señora me ayudó después y me escondió en su casa; así me salvé de que me remataran de un balazo. Subí a la azotea y desde ahí vi todo; fue horrible. Había dos chavos con ametralladoras en la Calzada de los Maestros, que disparaban a la gente…”.

“Nosotros llegamos tarde a la manifestación, y ya no pudimos entrar. Había con nosotros aproximadamente mil personas, un poco más adelante del cine Cosmos. Cuando el relajo comenzó, pensamos en que las gentes que nos encontrábamos ahí podíamos ir caminando por la ruta que tenía planeada la manifestación, y tal vez con esa lograríamos que se dividieran las fuerzas represivas; sin embargo un poco después nos disolvió un grupo de granaderos con gases y con palos eléctricos. Te fijas, tanto los Halcones como los granaderos traían de estos palos eléctricos”.

>>Texto publicado el 30 de junio de 1971 en el suplemento “La Cultura en México”, de la Revista Siempre!, Número 490<<