La amenaza se cumplió. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió finalmente aplicar aranceles al acero (25 por ciento) y al aluminio (10 por ciento) procedentes de México, Canadá y la Unión Europea. La medida se aplicará a partir del 1 junio, es decir, 24 horas después de que el magnate inmobiliario lo ordenó, en una clara situación con la que busca presionar a sus contrapartes a tener una negociación expedita en el TLCAN.

La respuesta de México no se hizo esperar. La Secretaría de Relaciones Exteriores publicó una lista de productos que también gravará como una medida espejo al mercado estadounidense, entre estos, el acero plano (lámina caliente y fría, incluidos recubiertos y tubos diversos) y lámparas. En el sector agropecuario, se aplicarán impuestos a las piernas y paletas de puerco, embutidos y preparados alimenticios. Asimismo a las manzanas, uvas, arándanos, diversos quesos, entre otros, “hasta por un monto equiparable al nivel de la afectación”.

Según la dependencia, esta decisión se mantendrá “hasta en tanto el gobierno estadunidense no elimine los aranceles impuestos”. De igual forma, señaló que México mantendrá su compromiso por “diálogo constructivo con Estados Unidos” y expresó su rechazo a las medidas proteccionistas unilaterales.

La situación ha despertado numerosas voces críticas tanto en los sectores académicos, empresariales y políticos. Para Alicia Girón, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, afirmó que la reacción de Trump es “simplemente una estrategia con la que busca mostrarse fuerte ante el sector electoral que lo apoyó y que ahora quiere seducir para aumentar su fuerza en los comicios parlamentarios de noviembre próximo”.

La también economista por la Coordinadora del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África, aseguró que “se trata de una guerra comercial similar a la que mantiene con China, una muestra más de que prevalecen más sus actitudes proselitistas por encima de una decisión política”.

Para Moisés Kalach, representante del sector empresarial en la negociación del TLCAN, es necesario que el gobierno mexicano se muestre firme y decisivo ante una persona que cambia de parecer de un instante a otro. Los candidatos presidenciales José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador también fijaron postura y respaldaron la decisión del gobierno de responder con medidas similares.

Por la parte europea, Angela Merkel advirtió que responderá en forma “decidida y unida” si Washington impone aranceles a las exportaciones de acero y aluminio. Agregó que las sanciones que Trump impone “no respetan las reglas de la Organización Mundial de Comercio”.

Tanto el acero como el aluminio son productos usados en sectores prioritarios de la economía mexicana como el eléctrico, electrónico y sobre todo el automotriz y aeroespacial. México es el principal consumidor de aluminio estadounidense, y el segundo, en el caso del acero proveniente de la Unión Americana.