Daniel Ortega pasó de ser una de las figuras más importantes en la política de Nicaragua a la más detestable en menos de tres meses. Actualmente, su pueblo lo considera tanto o quizás más terrible que su adversario Anastasio Somoza en los años setentas. Este veía enemigos de estado en cualquier persona y ahora Ortega sufre esa misma psicopatía. Este lunes, señaló a la Conferencia Episcopal de Nicaragua de ser los responsable de la crisis en el país y no dudó en calificarlos como “golpistas”.

El pasado fin de semana, miles de personas marcharon en protesta con su gobierno y en apoyo de los representantes de la iglesia, quienes hasta ahora han tratado de mediar la crisis y poner una solución a la violencia, la cual ha cobrado más de 300 vidas en poco más de tres meses.

Hasta ahora, Ortega ha fracasado en lograr un diálogo nacional con la Alianza cívica. Tanto ésta como la Iglesia han posibilitado que el conflicto nicaragüense se haga visible en el exterior, donde grupos de derechos humanos han podido acceder para documentar la situación que prevalece en el país más grande de Centroamérica.

Con base en las peticiones populares, la Conferencia Episcopal ha propuesta iniciar una mesa de negociaciones bajo la petición de elecciones adelantadas  al 2019, las cuales han sido rechazadas hasta el momento por el mandatario centroamericano. Desde su reelección en 2016, se supone que Ortega debe gobernar hasta el 2021.

El conflicto ha traspasado las fronteras, al grado que el ex presidente guatemalteco Vinicio Cerezo y ahora secretario general del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), ha buscado la manera de acercar a las dos partes, pero Ortega ha exigido apartar a los clérigos tras calificarlos de golpistas.

“El SICA es de las pocas instancias que le quedan a Ortega”, dijo el analista Alejandro Bendaña, también ex embajador de Nicaragua ante Naciones Unidas. “La última resolución del SICA no le fue totalmente negativa a Ortega, pero ahora el Gobierno de Costa Rica, presionado por una cantidad de sectores y por la situación migratoria que tiene, es posible que no permita que el SICA sea ese actor en el diálogo”, indicó.

En la frontera sur, Costa Rica se ha visto agobiada por el éxodo provocado por la crisis que ha ocasionado que miles de refugiados soliciten ingresar a territorio costarricense. Hasta ahora, las autoridades de ese país vecino tramitan 14.000 solicitudes de asilo de nicaragüenses. “Es hora de que Costa Rica lleve esta situación al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, recomendó Bendaña.