María Julia Mayoral

Los precios petroleros suben en el mercado internacional, pero difícilmente puede afirmarse que ello denota una tendencia consolidada de cara al futuro próximo, estimó el experto cubano Ramón Pichs.

Tras una caída significativa a mediados de 2014, el valor del crudo comenzó a repuntar en 2016, continúo así durante el año pasado y el primer semestre de 2018, sin embargo, “no se considera que sea una tendencia consolidada y firme todavía”, sostuvo el investigador en conversación con Prensa Latina.

Según recordó, las tendencias energéticas continúan marcadas por lo que sucede con el mercado petrolero, de ahí la relevancia de seguir de cerca la evolución del tema.

El director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), con sede en La Habana, precisó que el petróleo sigue representando el 33 por ciento del balance energético comercial a nivel global.

Se trata, remarcó, del producto más comercializado a escala internacional, en términos financieros, expresado en dólares u otras monedas, y por su volumen en millones de barriles diarios o toneladas.

En opinión de Pichs, el alza de los precios está motivada por el repunte en las demandas energética y petrolera, sobre todo en 2017, y los límites establecidos por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) junto a otras potencias del ramo, entre ellas Rusia.

También influyeron coyunturas geopolíticas en el Medio Oriente y otras zonas productoras, así como la posición de Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, frente al acuerdo nuclear con Irán y las posibles sanciones norteamericanas en contra de la nación persa, dijo el analista.

Esto último, apreció, complejiza extraordinariamente el entorno internacional y del Medio Oriente en particular, lo cual tiende a ejercer un efecto sicológico importante sobre los mercados petroleros.

No obstante, peritos en la materia sopesan con cautela una predicción alcista para los precios en un futuro cercano debido, entre otros factores, al auge del negocio de los combustibles no convencionales, cuyo fomento contribuye al exceso de oferta global, razonó.

En Estados Unidos la extracción de petróleo no convencional (esquisto) tomó un nuevo aire y resulta mucho más atractiva para las compañías por la reducción de los costos productivos, acotó.

De acuerdo con los pronósticos, indicó, esa potencia norteña podría terminar 2018 con una producción promedio de 10,8 millones de barriles diarios, superior incluso a la prevista en Arabia Saudita, considerada entre los principales centros energéticos.

La proyección de Washington con vistas en 2018 representa un nuevo récord nacional frente al anterior de 9,6 millones de barriles diarios obtenido en 1970, ello consolidaría al país como el principal productor de petróleo, cuyos cálculos para 2019 prevén un ascenso a 11,8 millones de barriles por día, precisó.

“Ha cambiado el perfil energético de Estados Unidos y su consolidación es otra de las características distintivas de las actuales tendencias energéticas en el mundo, por el peso que tiene esa potencia en los mercados del sector”, comentó.

Dicha transformación, distinguió, tiene como principal sustento el auge del petróleo y el gas de esquisto desde finales de la década de 1990 hasta la fecha.

ACERCAMIENTO A LAS ENERGÍAS RENOVABLES

Otro elemento clave, recomendó Pichs, es valorar en su justa medida el lugar que ocupan las fuentes renovables dentro del balance de la energía comercial en el orbe.

Si bien las llamadas energías limpias van en ascenso, todavía el 85 por ciento del balance global depende de los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural), cuya quema genera considerables emanaciones de dióxido de carbono (CO2), argumentó.

La presencia de las renovables, expuso el economista, “todavía es muy modesta”, pese al efecto catalizador que ejerce el compromiso internacional de aminorar las emisiones de gases de efecto invernadero como parte del enfrentamiento al cambio climático.

A juicio del director del CIEM, “estamos muy lejos de una situación en la que las renovables tengan un papel en correspondencia con su disponibilidad como recurso renovable en la Tierra”.

Tampoco debe pasar por alto, comentó, que importantes segmentos de la población mundial siguen marginados del acceso a las fuentes modernas de energía, con mayor incidencia en los países pobres y sus comunidades más vulnerables.

Alrededor de mil 400 millones de habitantes continúan sin acceso a la electricidad y más de dos mil millones dependen de combustibles tradicionales de la biomasa para cubrir sus más elementales necesidades como la cocción de alimentos, ilustró.

En tales condiciones, juzgó, cualquier aumento considerable de los precios del petróleo postergaría aún más las posibilidades de esas personas de tener acceso a fuentes modernas de energía.

Para Pichs, China constituye un ejemplo loable: aunque su matriz energética continúa dependiendo del carbón natural, actualmente lidera las inversiones en fuentes renovables, con saldo superior a los 120 mil millones de dólares en un solo año.

El gigante asiático muestra una situación ventajosa por el empleo de tecnologías que van marcando la competitividad mundial y resultan más afines con los compromisos de enfrentamiento al cambio climático, como los recogidos en el Acuerdo de París, valoró.

En cambió, señaló, el anuncio del presidente Trump de retirar a Estados Unidos de ese importante pacto, “significa un rechazo a los esfuerzos internacionales de reducir el calentamiento global”, aunque empresarios, organizaciones civiles y gobiernos territoriales norteamericanos contradicen los propósitos de la Casa Blanca.

Las posiciones de la administración Trump no van a detener la maquinaria multilateral para responder al Acuerdo de París, pero “sin lugar a dudas traerán afectaciones, pues no estamos hablando de cualquier país, sino de un gran emisor (de gases de efecto invernadero) en términos absolutos, per cápita e históricos”, advirtió.

Para Cuba, respondió, resulta fundamental el seguimiento de las tendencias internacionales en el ámbito energético, por su condición como importadora neta de petróleo.

El gobierno de la Isla, distinguió, despliega un conjunto de programas a fin de ampliar lo más posible la producción nacional de petróleo y gas, mediante el empleo de modernas tecnologías y el incremento de los yacimientos en explotación.

Se avanza, reconoció, en la identificación de nuevas opciones de inversión extranjera para potenciar la actividad petrolera y el uso de las fuentes limpias.

Puesto en marcha en 2014, el programa cubano de las renovables prevé mejorar el posicionamiento de esas fuentes dentro de la matriz energética y su aporte a la generación de electricidad, al pasar del cuatro por ciento actual a 24 por ciento en 2030.

Ese esfuerzo, sintetizó el director del CIEM, está a tono con los esfuerzos internacionales para el enfrentamiento del cambio climático y con la necesidad de reducir la dependencia externa en materia de recursos energéticos.

El autor es periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina.