Daniel Ávila Ruiz

Los aranceles impuestos por Donald Trump a sus socios comerciales como la Unión Europea, Japón, Canadá y México han evidenciado una política desleal a los principios del libre comercio o a los acuerdos ratificados. Por ello, estas naciones agraviadas han remitido sus quejas a la Organización Mundial del Comercio (OMC) a fin de encontrar soluciones jurídicas contra el abuso del gobierno norteamericano.

Dichas acciones también han acelerado batallas comerciales contra Washington. Los representantes de los países afectados han anunciado aranceles contra importaciones estadounidenses, como el caso de México. Sin embargo, la firma del Acuerdo Transpacífico (TPP) entre pueblos asiáticos y del continente americano, así como el reciente pacto entre la Unión Europea y Japón han sido respuestas que, ante la cerrazón estadounidense, buscan ampliar mercados e inhibir dependencias de mercado. En tal situación, los afectados serán en gran medida los consumidores estadounidenses.

El pacto entre la Unión Europea y Japón representa la alianza de dos economías poderosas, así como una respuesta del libre mercado contra el proteccionismo de Trump. Se trata de una respuesta ante el incumplimiento de los acuerdos comerciales firmados por los estadounidenses. La actitud de Donald Trump afecta la cadena económica global, lo que en el mediano plazo será perjudicial para los mismos trabajadores norteamericanos.

Ejemplo de esto fueron los informes de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) que refieren la afectación de las manufacturas nacionales con incrementos de precios, lo que incide en una mayor carga a los compradores finales. Pese a ello, Donald Trump continúa aferrado a seguir castigando con aranceles el comercio exterior. Recientemente, amenazó con un gravamen a los automóviles y refacciones procedentes de China, lo cual es mucho más delicado que las medidas impuestas en el caso del acero y el aluminio. Además, abre nuevos frentes de conflictos comerciales, no sólo con el gigante asiático, sino con productos procedentes de Rusia.

Estados Unidos pierde más que lo que puede obtener al manipular el libre comercio y faltar a los tratados internacionales. Temas como el desempleo, inflación, encarecimiento de productos o decaída de la calidad de vida de la población son factores constantes de las medidas proteccionistas, las cuales ya están surtiendo efecto en la sociedad estadounidense. Pese a las críticas internas y externas, aún ningún tribunal u organismo internacional ha detenido al presidente Trump y éste continúa sus estrategias violatorias al comercio internacional.

En esta guerra comercial que el Ejecutivo estadounidense ha impulsado, todos sus socios estarán perjudicados pero el mayor perdedor será el pueblo norteamericano, tal como la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde señaló acerca de la vulnerabilidad de este mercado respecto a la dependencia de las importaciones. De hecho, de seguir elevándose los aranceles llegará el momento en que su costo no sea factible para el mercado, por lo que puede existir desabasto o productos locales a precios no razonables.

La responsabilidad de los gobernantes en el cumplimiento de acuerdos internacionales es un tema importante para la gobernanza de una nación y faltar a ese compromiso implica consecuencias económicas, políticas y sociales para su población. Así, los aranceles impuestos por la actual administración traerán productos de baja calidad y más caros, hasta que Trump reflexione y dé marcha atrás.

*SECRETARIO DE LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES ASIA-PACÍFICO

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