Más vale quedarse aquí y esperar,
a lo mejor se calma la tormenta y
se despeja el cielo, y entonces podremos
encontrar el camino por las estrellas.
Pushkin

Hoy se cumple una semana después del primero de julio, día de la elección más importante en la historia democrática de nuestro país. México sigue de pie a pesar de todas las proyecciones que dictaban que habría una catástrofe nacional si ganaba Andrés Manuel López Obrador. Inclusive el temor también era manifiesto en los seguidores del tabasqueño, que se sumaron a su amenaza de soltar el tigre, invocando al infierno para que el diablo hiciera de las suyas en la jornada postelectoral, ya que según ellos, habría intentos de fraude para minar su triunfo.

Un domingo después, nada de eso sucedió, por el contrario, el fenómeno Morena se convirtió en un tsunami que llegó arrasando todo. La mayoría de los sondeos y encuestas de opinión decían que López Obrador ganaría y por un margen holgado. Ninguna acertó a la enorme diferencia de porcentajes entre el primer lugar y los otros contendientes.

Más de 30 puntos de diferencia en el resultado de la votación entre López Obrador y Ricardo Anaya. De los otros contendientes, ya ni hablamos, quedaron totalmente borrados del mapa electoral.

Sumado al triunfo en la presidencia de la república, Morena también se lleva la mayoría en el Congreso de la Unión. Senadores y Diputados se pintaron de color marrón. La mayoría de las gubernaturas y congresos locales en juego fueron para el Movimiento Regeneración Nacional.

La tercera fue la vencida. Así, después de 18 años y de una lucha permanente y después de recorrer el país varias veces, López Obrador llega a la presidencia de la república, la tormenta augurada no llegó. Fue tanta la diferencia en el triunfo que inmediatamente este fue reconocido y se actuó en consecuencia.

Ya se reunió López Obrador con el presidente Enrique Peña Nieto, con los empresarios y sectores más relevantes. Los mercados se tranquilizaron, no hubo colapso económico.

Las felicitaciones internacionales, empezando por Donald Trump, se sucedieron una tras otra. Ya los personajes presentados como el futuro gabinete dan entrevistas y hacen apariciones públicas hablando de los temas que les competen.

Se cumple una máxima que dice que “en México nunca sucede nada y cuando algo sucede tampoco sucede nada”. La niebla se está disipando, tenemos dos presidentes, uno electo, el otro el constitucional.

La gente común no sabe que el cambio será hasta diciembre, pero ya ve actuando a López Obrador como si ya estuviera en funciones. Sigamos a la expectativa, es muy pronto para hacer conjeturas.

Sin embargo, indistintamente de la forma particular de gobernar de López Obrador es necesario que como ciudadanos nos hagamos responsables de nuestras acciones y en consecuencia actuemos para construir el país que merecemos, ningún gobernante va a venir a hacer lo que cada uno de nosotros tenemos que hacer.

@perezcuevasmx

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