Rubén Gallo es un académico mexicano, nacido en 1969, profesor en la Universidad de Princeton, que durante una estancia de seis meses en la Cuba sin Fidel Castro escribió una serie de espléndidas crónicas reunidas bajo el título Teoría y práctica de La Habana donde aparecen varias figuras conocidas del arte y la literatura cubanos que han decidido permanecer en su terruño, así como algún visitante mexicano, lo que permite al autor realizar un intenso esbozo sobre la vida cultural en una Cuba donde la homosexualidad ha dejado de ser perseguida.

“Llegué a La Habana —dice Rubén— en diciembre de 2017 y me tocó vivir allí, en medio de la capital cubana, el anuncio de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama sobre la reanudación de las relaciones diplomáticas. Al verme en medio de ese instante histórico, decidí que quería contar lo que sentí al vivir esos meses en Cuba”.

 

Ya no se persigue la homosexualidad

¿Por qué Rubén Gallo eligió el género de la crónica para narrar su experiencia?

Es un libro híbrido: tiene algo de crónica, algo de ensayo, algo de novela. Lo considero una obra de autoficción: es una versión novelada de algunas de las experiencias más intensas que viví en La Habana. Todo tiene su base en la realidad, pero —como ocurre con todo en Cuba— esa realidad se va entrelazando con la imaginación y con la literatura.  Ese género híbrido, impuro, me lo dio la propia realidad habanera. En Cuba todo mundo habla, fabula, inventa historias, hace cuentos. Los cubanos tienen un gran talento narrativo y cuando hablan es casi imposible saber en qué momento pasaron de la realidad a la fantasía.

“El capítulo de la leche —dice Rubén— es un ejemplo (en Cuba es una hazaña conseguir leche en buen estado) para conseguir un litro de leche fresca tuve que hacer viajes al campo, hablar con guajiros, pedir muchos consejos. Me sucedieron muchas cosas, tuve muchas aventuras y ni yo mismo sabría decir en dónde termina lo real y comienza lo imaginario: es todo como un gran paquete lácteo”.

La homosexualidad era una de las prácticas más condenadas tras el triunfo de la Revolución, según lo narra Reinaldo Arenas, pero Teoría y práctica de La Habana nos muestra unas calles coloridas y abiertas a la manifestación no solo de la homosexualidad sino del travestismo e incluso la transexualidad. ¿En qué empezó esta apertura?

Cuba fue uno de los peores lugares del mundo para los homosexuales durante las décadas de los sesenta y setenta. Pero el mundo ha cambiado y la Isla también. El cambio fue gradual y luego se aceleró, tras la llegada de Raúl Castro a la presidencia en 2006. Su hija Mariela dirige ahora el Centro Nacional de Estudios de la Sexualidad, un organismo que ha hecho muchísimo para luchar en contra de la homofobia y de la transfobia y para hacer valer los derechos de las minorías sexuales. Hoy por hoy, la posición oficial del Estado cubano es, podríamos decir, gay friendly.

 

Pasión por la literatura mexicana y cubana.

La cultura, importancia vital

Pienso en el personaje de Nicolás, y supongo que no es el único que, habiendo logrado salir de Cuba, decide regresar, movido por la nostalgia, aunque, a decir del pintor Antón Arrufat, no hay nada que ver en Cuba. ¿Qué induce a un cubano, ya adaptado —como en este caso— a un país libre y capitalista como Canadá a regresar?

Cuba, como México, tiene una parte importante de su población viviendo en el extranjero. Durante mucho tiempo, los que se iban se veían obligados a cortar los lazos con su familia y con su tierra: exiliarse. Eso cambió con la llegada de Raúl Castro y en especial con las reformas migratorias del 2011: cada vez hay más cubanos que viven fuera y regresan a pasar temporadas a la Isla. En el libro hay un personaje que se llama Norbey y que regresa a La Habana después de vivir dos años en Canadá. Se hace muchas preguntas que triene que ver con una disyuntiva importante: ¿qué vale más: el bienestar material que ofrece un país de primer mundo o el bienestar emocional y humano que da Cuba? Es una pregunta que se hacen casi todos los cubanos “de fuera” y que explica por qué hay cada vez más personas que regresan a vivir a la Isla después de mucho tiempo en el extranjero.

Rubén vivió un movimiento cultural que parece no haber abandonado la clandestinidad. Me conmovió mucho saber que Reina María Rodríguez se niega a vender sus libros, que siempre los regala.

“En Cuba —dice Rubén—, la cultura sigue teniendo una importancia vital: no es raro ver salas de cine con capacidad para dos mil personas repletas, colas interminables para acceder a la feria del libro o las taquillas abarrotadas en los teatros. Y cuando alguien trae un libro «de fuera», una red de lectores se pasa el ejemplar de mano en mano como si se tratara de un tesoro exótico. Es una sociedad que ha sabido mantenerse al margen de los aspectos más dañinos de la globalización”.

Rubén afirma que todos sus libros, pareciendo tan distintos, tienen algo en común: surgen de una gran pasión por la literatura de México y de Cuba. En Sexto Piso ha publicado Máquinas de vanguardia, un ensayo sobre las vanguardias de los años 1920 y 1930, y también Los latinoamericanos de Marcel Proust, que cuenta la relación del novelista francés con un grupo de latinoamericanos radicados en el París de fin de siglo. El Fondo de Cultura Económica publicó Freud en México, que cuenta cómo fueron leídas en nuestro país las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud.

Rubén Gallo nació en México en 1969 y Teoría y práctica en La Habana lo publicó la editorial Jus, México, 2017.