Hace unos días, escribí en este mismo espacio sobre la enfermedad que padece el PRI que lo tiene prácticamente herido de muerte: la corrupción. En aquel texto señalé que, como era predecible, el dirigente sería obligado a renunciar, como suele ocurrir siempre después de las derrotas.

René Juárez Cisneros solo estuvo al frente de la dirigencia nacional del PRI durante escasos dos meses, llegó a un partido completamente dividido por su antecesor Enrique Ochoa Reza (quien fue una imposición caprichosa de Luis Videgaray), y a tratar de salvar una campaña presidencial que estaba en crisis.

El exgobernador de Guerrero cedió la estafeta a la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional, Claudia Ruiz Massieu, quien habrá de mantenerse al frente del partido hasta agosto de 2019, mientras se realizan los trabajos previos de reforma del PRI.

Durante su mensaje de despedida, Juárez Cisneros admitió que el PRI no escuchó las voces de cambio desde el 68, 88, 94, 2000, 2006 y el periodo actual. En ese sentido inquirió: “¿Cuál es la transformación real que requiere el partido?” Y se respondió que debe ser del tamaño de la derrota.

Como en política nada es casualidad, la llegada de Ruiz Massieu, sobrina del expresidente Salinas, un claro rival de Luis Videgaray, es un mensaje para la militancia, sobre todo para aquellos priistas que se sintieron defraudados por las cúpulas que se negaron a escucharlos.

Para reconstruir el PRI, quienes aún desean hacerlo con verdadera convicción, deben comenzar desde adentro, hoy como nunca, en la derrota tienen la gran oportunidad de consolidarse como una verdadera oposición, porque en la política y en la democracia siempre hacen falta los contrapesos.

Salinas de Gortari y el todavía canciller Videgaray mantuvieron una pelea por el poder casi desde que comenzó el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero el momento de la gran ruptura se habría dado en diciembre de 2016 después de que se conociera que su hijo Emiliano Salinas era investigado por transferencias internacionales por su asociación In Lak Ech, donde supuestamente había irregularidades.

Después de ello, en enero, Peña Nieto realizó enroques en su equipo de trabajo, Ruiz Massieu salió de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Así se concretó el rompimiento entre la familia Salinas de Gortari y el presidente Peña Nieto, según narró en su momento el columnista Salvador García Soto.

Tal parece que el enroque de las piezas favorece a los Salinas, la llegada de su sobrina a la dirigencia tendría a Videgaray a punto de caer a la lona, quizá ni él mismo sepa cuál será su lugar después del 1 de diciembre.