Por fin acabó la pesadilla de la campaña presidencial.

El 1 de diciembre enfrentaremos la cruda realidad.

Que nadie se llame a engaño.

En un país de las características de Estados Unidos de América (EUA), tienen que suceder infinidad de acontecimientos, desde los más jubilosos hasta los más horripilantes, como en cualquier parte del mundo. Por la importancia económica mundial de la Unión Americana y por la trayectoria que había mantenido en los dos últimos siglos en la historia del planeta, el Tío Sam se tomaba como paradigma de una nación democrática, progresista y humanitaria respecto al resto del continente americano y, de todo el mundo. Este sentimiento se pierde a gran prisa.

En apenas 18 meses de la llegada de Donald John Trump a la Casa Blanca, en el seno de la sociedad estadounidense uno de cada tres ciudadanos teme que el mentiroso “tuitero mayor” conduzca a su país a un destino impensable, que nunca se había presentado con ninguno de sus antecesores en el siglo XX: otra Guerra de Secesión, como llamaron a su Guerra Civil originada por la lucha en contra de la infamante esclavitud de los negros, explotación que marcaría hasta la fecha el derrotero social del vecino del norte.

De acuerdo a la Consultora Rsmussen Global –fundada en octubre de 2014 por el ex secretario general de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen para asesorar “gobiernos, organizaciones globales y corporaciones”: rasmussenglobal.com–, el 31% de los estadounidenses cree “probable que EUA vuelva a experimentar una guerra civil en menos de cinco años”.

El estudio de Rasmussen destaca, de manera fatalista, que hasta un 59% de los vecinos del norte está “preocupado” porque la creciente división de la sociedad, entre simpatizantes y detractores de Donald J. Trump, desemboque en violencia, tal y como ya sucedió en mítines del entonces candidato republicano en la campaña electoral de 2016, en varias ocasiones incitados por el propio magnate de la absurda cabellera.

De aquellos lodos, cuando pocos creían que el extravagante empresario de la construcción y comentarista televisivo crecería en la campaña presidencial, se recuerda la golpiza, grabada, a un periodista agredido por el propio Trump, o cuando advirtió que si no lo declaraban ganador habría disturbios de sus seguidores en todo el país. Postura que sería imitada en México por un aspirante presidencial que amenazó con la irrupción del “tigre” popular si no era reconocido como ganador de la contienda. Polvos de aquellos lodos.

El triunfo del esposo de Melania –la ex modelo de origen esloveno– evitó en EUA la violencia poselectoral, pero lejos de dejar de lado su agresivo y xenófobo discurso de candidato republicano y dedicarse a gobernar para todos los habitantes de su país, ha exacerbado el odio de sus seguidores, los grupos blancos conservadores capaces de renunciar a sus valores que forjaron a la Unión Americana como una nación de inmigrantes y defensora de la libertades civiles, para equipararse con el amargado y agresivo sucesor de Barack Obama. Los ejemplos ya son abundantes. A los que hay que agregar los embates de Trump contra los periodistas.

Así, aunque nadie culpa a Trump por ser el “autor” material ni intelectual del ataque al periódico Capital Gazette —uno de los periódicos más antiguos de EUA, fundado en 1727–, publicación local en Annapolis, Maryland, el jueves 28 de junio pasado cinco periodistas fueron asesinados por Jarrod Ramos, de 38 años de edad, casi a quemarropa, a tiros de escopeta. Al parecer, el homicida sostenía una disputa con el rotativo desde varios años atrás. El agresor demandó al periódico por difamación pero perdió el caso judicialmente y pese a ello continuó amenazando a la publicación.

El centro de la polémica se encuentra en que muchos periodistas denunciaron que el ataque a Capital Gazette tiene lugar en un contexto en el que el presidente Donald Trump ha denigrado a periodistas y medios de comunicación desde el inicio de su campaña electoral hasta el presente. En infinidad de ocasiones, el magnate anti establishment –ahora el 45º presidente de EUA, eso es lo relevante–, sin ningún recato, apenas hace unos días, denigró a profesionales de la comunicación vociferando que “la prensa es el enemigo del pueblo“. México, de frente a la sucesión presidencial, debe estar muy alerta. Ya ha habido conatos en contra de la libertad de expresión. Me consta.

David Brooks, corresponsal en Nueva York del periódico mexicano La Jornada, en uno de sus excelentes despachos cuenta: “David Simon, famoso creador y guionista de series de televisión —The Wire y Treme, y ex reportero del Baltimore Sun, cuya empresa matriz es dueña también del Capital Gazette–, escribió por Twitter poco después de la noticia. “Sangre hoy en una redacción estadounidense. ¿No estás orgulloso, hijo de perra vil y fascista?”. Después argumentó que aunque Trump no fue el responsable del ataque, es culpable del contexto en que ocurrió al llamar enemigos a los periodistas y detonar llamados entre sus fanáticos para aniquilarlos”. “El contexto es el rey”, explicó en otro tuit antes de revelar que entre los muertos hay dos amigos suyos.

Dos mujeres y tres varones fueron los asesinados. Sus nombres: Wendi Winters, John McNamara, Gerald Fischmans, Rebecca Smith y Rob Hiassen. Conocidos en EUA y el extranjero.

Brooks cuenta que el viernes 29, el corresponsal en la Casa Blanca de CNN, Jim Acosta, a gritos preguntó al mandatario estadounidense al finalizar un acto: “¿Señor presidente, ¿dejará de llamar a la prensa el enemigo del pueblo? No recibió respuesta. Pero muchos de sus colegas creen que esa es la pregunta del momento. Jon Lee Anderson, periodista de The New Yorker, tuiteó que si Acosta “no hace nada más que gritar tales preguntas a Trump y su pandilla de patanes por el resto de su periodo en la Casa Blanca, tendrá mi respeto para siempre”.

Asimismo, Margaret Sullivan, columnista especializada en medios de comunicación que publica en el periódico The Washington Post, rechazó el argumento de que los ataques contra la prensa de Trump tuvieron algo que ver con lo ocurrido en Annapolis, pero subrayó que es importante entender que ocurrió dentro de un contexto en el que “la prensa de la nación ya estaba bajo sitio”. Aunque Trump “no puede y no debería ser culpado por la masacre en Annapolis…eso no hace que su desprecio por la prensa sea menos peligroso”.

La línea entre el respeto y el desprecio para la prensa en EUA ya ha sido rota por el presidente Donald Trump en varias ocasiones. Casi tres horas después de la matanza dentro de la redacción de The Capital Gazette, Trump tuiteó cínicamente: “(Mis) pensamientos y oraciones están con las víctimas y sus familias”. Poco después, la Casa Blanca envió otro comunicado más amplio, en el que se declara que “periodistas, así como todos los estadounidenses, deberían estar libres de ser atacados violentamente al hacer sus tareas”…”Este ataque conmocionó la consciencia de nuestra nación y llenó de dolor nuestros corazones”…Palabras absurdas viniendo de quién vienen. Después de tantas manifestaciones de desprecio por parte de Trump hacia los periodistas, sus palabras carecen de credibilidad. Algo así como el burro hablando de orejas.

El acto criminal cometido en una redacción de periódico en EUA, motiva muchas reflexiones. Se asegura que en México la libertad de prensa no existe y que nuestro país es el más peligroso para ejercer la profesión de periodistas, pero resulta que según el más reciente índice mundial realizado por la Asociación Reporteros sin Fronteras, la Unión Americana (origen del derecho constitucional a la libertad de prensa), bajó dos lugares y ahora ocupa el número 45 en el planeta en ese rubro. Y, con los cinco periodistas asesinados en Annapolis, EUA ocupa el segundo lugar como el país más peligroso para los comunicadores en el planeta después de Afganistán en lo que va de 2018, según la misma organización.

En fin, en la edición sabatina del 30 de junio, de Capital Gazette, su editorial en la acostumbrada página 9, fue lo más impactante visualmente, la plana casi totalmente en blanco con un corto párrafo de 50 palabras al centro: “Hoy estamos sin palabras. Esta página fue intencionalmente dejada en blanco para conmemorar a las víctimas del tiroteo del jueves en nuestras oficinas…Mañana, esta página retornará a su propósito constante de ofrecer a nuestros lectores opinión informada sobre el mundo a su alrededor, para que puedan ser mejores ciudadanos”.

No más páginas en blanco en ningún medio del mundo. La prensa no es el enemigo del pueblo. VALE.