Nadie te puede controlar,

a menos que lo dejes.

Leah Pipes

Grave dilema vive México después de las elecciones presidenciales del primero de julio pasado. Muchos de los vaticinios que se habían realizado respecto de crisis política, social y económica que sufriría nuestro país, hoy han quedado solo en un susto. Por fortuna no sucedió nada de lo temido.

La sorpresa fue un escenario contrario al que se esperaba. El inmediato reconocimiento del triunfo de López Obrador por parte del presidente de la república y los candidatos de las fuerzas políticas que perdieron la elección generaron un cimiento sólido que permitió empezar a construir un proceso poselectoral en paz y ordenado.

Estas acciones de cordialidad política y acuerdo rompieron todas las posibilidades de conflicto, daño en los mercados, la economía y la estabilidad social.

Las cámaras empresariales y organizaciones de la sociedad civil se sumaron y abonaron para la concordia política y social que hace mucho tiempo no habíamos visto los mexicanos.

Hay quien dice que estamos en una luna de miel. El peso recuperó terreno frente al dólar, los mercados se mantienen estables y la tranquilidad social asoma, sin embargo esto no puede hacernos pensar que los graves problemas que nuestro país tiene están solucionados, o que se resolverán de manera fácil, casi mágica.

Es digno de celebrar que nuestra democracia y las instituciones electorales resistieron y al final hicieron un buen trabajo, también que los ciudadanos acudieron en alta participación a las urnas, y que no hubo conflicto poselectoral. Es decir, no se cuestiona el triunfo, que al final de cuentas es fruto de la decisión popular en un sistema democrático, indistintamente de las circunstancias particulares que motivaron votos de castigo, rencor e incluso de hartazgo, y no necesariamente de apoyo al que ganó.

La democracia es así, los ciudadanos ya decidieron, los principales actores políticos y sociales también lo hicieron, al abonar a la paz y la tranquilidad, sin embargo, por salud democrática, debemos entender que no estamos en una luna de miel. Que por el bien de México, cualquier gobernante y su gobierno requiere de pesos y contrapesos que equilibren y obliguen a gobernar dentro del marco del Estado de derecho, con respeto irrestricto a las instituciones del Ejecutivo y de los otros poderes autónomos e independientes.

A pesar del triunfo holgado y del ejemplar inicio del proceso de alternancia en el poder, los actores políticos, los diversos sectores empresariales, sociales, debemos sacudirnos el polvo, curar nuestras heridas —porque estas existen— y debemos comenzar a construir la fuerza de oposición que este país requiere para denunciar, exhibir e impedir políticas y acciones del nuevo gobierno, contrarias al beneficio de nuestro país. Debemos construir pesos y contrapesos que garanticen un buen gobierno.

@perezcuevasmx

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