Las negociaciones, los pactos para obtener sufragios, quedaron atrás. El pasado proceso electoral rebasó todas las expectativas debido al caudal de votos a favor de un movimiento social, 30 millones. Hoy, como lo plantea el ministro de la Suprema Corte de Justicia José Ramón Cossío, lo que se espera es que que el triunfo no ciegue a los ganadores “y haga suponer que hay un mandato de transformación desinstitucionalizada”.

Lo cierto es que estos comicios significaron un corte de época en el sistema político mexicano que va más allá de la victoria de un partido, es simple y sencillamente un ajuste de cuentas a la pirámide de la autoridad política mexicana, plantea a Siempre! Ariel Rodríguez Kuri, director del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México.

Para Ricardo Espinoza, doctor en ciencia política y catedrático de la UAM Iztapalapa, este proceso significó dar cauce a una fuerza contenida en contra de partidos que no se reformaron, que olvidaron a la ciudadanía, como es el caso del PAN y PRI “porque los dos gobernaron durante una época de alternancia política y acabaron olvidando que se deben a la ciudadanía”, aunque puntualiza que el castigo más rudo fue para el PRI.

Reflexiona particularmente en la actuación del PRI.

“Recuerdo que cuando Manlio Fabio Beltrones renunció a la presidencia del PRI por allá de junio de 2016, hizo un planteamiento autocrítico en el que señalaba de manera muy puntual las fallas en las que incurrían tanto los gobernantes surgidos del PRI como del propio partido. La pertinencia de esos señalamientos se comprueba luego de este proceso, porque en la época en que ese partido fue opositor a los gobiernos del PAN nunca llevó a cabo la transformación que se requería, se quedó a deber a sí mismo la reforma necesaria y eso hizo que una vez recuperado el poder presidencial en 2012, siguieran actuando basados en la vieja lógica, anterior a la alternancia”.

“Es un PRI que por no haberse reformado se ubicó casi automáticamente como un apéndice del presidente de la república, sin admitir que sus gobernantes estaban ya siendo señalados por sus excesos y rechazados por la ciudadanía, están los casos de los gobernadores de Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo, los últimos emblemáticos, pero no los únicos, y un gobierno federal que estaba desarrollando políticas públicas que no atendían las necesidades de las personas”.

“Vienen los procesos electorales de manera muy clara de 2016 y 2017 que ya expresaban rechazo, un cuestionamiento a esa forma de ser y de actuar tanto de los gobernantes del PRI como del partido”.

El especialista en partidos políticos destaca que tanto los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, como el priista de Enrique Peña, aplicaron un poco de políticas públicas sin atender en realidad la situación actual de la gente “solo ofrecieron un futuro fantástico, ideal, perdiendo de vista que ese futuro ya nos había alcanzado”.

Así, apunta, se eludió atender el presente caracterizado por la falta de Estado de derecho, por la inseguridad y por el imperio de la delincuencia organizada, aunque lo que agravió más a la ciudadanía es la corrupción y la impunidad, “se subieron en ella y la convirtieron en asunto de todos los días, que no solo acabó por desacreditar al gobierno federal y a muchos de los gobiernos estatales del PRI sino que también ha afectado claramente el desarrollo del país”.

 

El castigo más rudo para el PRI

“La situación de hoy de ese partido —dice Espinoza— no se parece ni a la de 2000 cuando gana Fox ni a la de 2006 con Calderón. En aquel entonces el PRI se mantuvo como la segunda fuerza nacional y hoy pasó de ser la primera fuerza a convertirse en la tercera y en la Cámara de Diputados está en primer lugar Morena, el PAN, luego el PT e incluso del PES, y como quinta fuerza, el PRI, fue un castigo bastante rudo”.

“Queda al igual que el PAN con 12 gubernaturas pero la mayoría de los Congresos —19— los va a controlar Morena. Para reflexionar, hoy el PRI es una fuerza prescindible para el nuevo gobierno porque en 2000 y 2006, el era la segunda fuerza nacional y la más importante en términos de gubernaturas —tenía 17—  y se convirtió en el gran aliado de los gobiernos del PAN y fue el pilar de la gobernabilidad”.

“Realmente Fox y Calderón gobernaron gracias al PRI, se mantuvieron en el gobierno gracias al sostén que les dio el tricolor y en buena medida eso le sirve a este partido para recomponerse y presentarse con fuerza en las elecciones de 2012”.

Hoy, advierte el politólogo, el PRI sufrió un castigo tan fuerte que se encuentra malherido y  no es suficiente con que se rearme o se reconstituya como lo hizo cuando fue partido de oposición a los gobiernos federales.

“Hay algo fundamental que no hizo y es por lo que tiene que empezar, una reforma profunda que revise todos los aspectos de su partido, que no resulta fácil. Que revise su función social, que analice sus programas porque el PRI pasó de ser el heredero de los principios de la Revolución Mexicana a ser un partido que rechazó, tal vez sin darse cuenta, los principios de justicia social que fue lo que lo caracterizó durante toda su vida anterior a los años ochenta”.

PAN tiene que rearticularse

Al referirse a la situación de Acción Nacional luego de la derrota electoral y las crisis internas que vive, Espinoza Toledo destaca:

“El PAN tiene que reestructurarse porque internamente hubo serios daños. El deterioro que le deja una elección del que sale mal librado, pero también el daño producido por las acciones del dirigente Ricardo Anaya para posicionarse como candidato presidencial. Este partido quedó internamente fracturado, muy golpeado, pero cuenta con los recursos para que a la larga pueda recomponerse, ni siquiera necesita reformarse, sino rearticularse. No será en automático pero tiene más recursos”.

“Otra de las acciones de Ricardo Anaya que pagó caro el PAN fue haberse aliado a un partido como el PRD, con el que en términos programáticos están muy alejados y en términos políticos, los panistas tradicionales no se reconocen en el PRD y los pocos perredistas originales que quedaron en el PRD tampoco se reconocen en Acción Nacional”.

 

PANAL y PES, al borde de la extinción

Sobre los partidos Nueva Alianza y Encuentro Social, el catedrático universitario señala que no son partidos representativos de la sociedad mexicana.

“El Panal es el aliado del PRI y ahí hay otra falla de este partido, en su reforma el PRI tiene que revisar sus alianzas porque estar coaligado a partidos como el Verde, que está en caída libre, y como el Panal que puede perder su registro ha sido erróneo. Ha sido más que costoso para el PRI, no le han traído beneficios”.

“El Panal sale del circuito político porque no es una fuerza representativa, no es un partido representativo, en realidad ha sobrevivido gracias a que se ha comportado como un apéndice del PRI, y en el caso de Encuentro Social, que es aliado de Morena, también es un partido que está de salida porque su característica religiosa —evangélicos cristianos— no es algo que haya caracterizado a la sociedad mexicana que puede ser guadalupana, católica pero nunca ha buscado expresar esa fe, esa creencia, a través de un partido político. El PAN mismo lo intentó durante mucho tiempo y sí tiene católicos, pero como también los tienen todos los partidos”.

“En este país, las banderas religiosas nunca han requerido de un partido político para expresarse y seguramente esto es lo que hace que Encuentro Social a pesar de que va tener diputados y senadores, como partido político pierda el registro porque no expresa a un segmento relevante de la población”.

 

PRD, desfondado

Al analizar la situación del PRD, el maestro Espinoza dijo que es un partido desfondado pero que también perdió identidad ideológica, primero por sus alianzas con el PAN en el frente y luego por su inclusión en el Pacto por México, ya que quedó como una organización hecha emparedado, por el PAN y por el PRI.

“En ese proceso claudicó a sus principios para adoptar las posturas en las que han coincidido el PRI y el PAN, que son posiciones que no tienen que ver con las funciones de justicia social del Estado y el PRD, al incluirse en ese pacto, en los hechos perdió su identidad y lo está pagando, anda en el 4 por ciento de los votos, lo que representa una caída espectacular, radical que anuncia la posibilidad de que en la próxima elección ya no llegue ni a los 3 puntos porcentuales básicos para mantener el registro”, remarcó el especialista.