You may say I’m a dreamer

But I’m not the only one

I hope some day you’ll join us

And the world will be for us…

John Lennon

Y si nos atrevemos a creer en nosotros mismos y en los demás, a tener confianza en que un cambio sí es posible, en que no vivimos un destino fatal, en que cada uno tenemos libertad suficiente para decir ¡ya basta! Si nos atrevemos a unirnos con los otros, a verlos a los ojos, a escucharlos, a charlar, a soñar juntos en vez de vivir con recelo. Si aceptamos que en nuestro país hay cosas hermosas, pero que también hay situaciones terribles que podemos ver sin aterrarnos para luego encerrarnos en nuestro pequeño mundo.

Si nos atrevemos a abrir las manos y el corazón para que salga lo que realmente no necesitamos: el oportunismo, la envidia, la avaricia, el falso orgullo y la vanidad, la competencia. ¿Realmente requerimos de todo eso? ¿No nos damos cuenta de que estas actitudes no dañan sólo a otros al empobrecerlos, ignorarlos o humillarlos, igualmente nos dañan a nosotros mismos al llevarnos a una alienación solitaria? ¿Si abrimos la mente para que salgan ideas que nos han inculcado culturalmente como el modelo de vida feliz al que debemos aspirar y que ha dado lugar a lo que Illich llamó el homo economicus, aquel que centra todo en la vida económica, en ganar dinero a través de una competencia feroz para gastarlo en objetos que muchas veces no se necesitan o ni siquiera se usan, perdiendo dimensiones esenciales para la dicha del ser humano: la contemplación de la naturaleza, la amistad sin condiciones, el gozo de la vida familiar, el arte, el pensamiento, el baile, el canto, los encuentros comunitarios?

Atrevernos también a ver aquello que tenemos, por lo que trabajamos y nos esforzamos, o que recibimos de otros que trabajaron y se esforzaron, y preguntarnos: ¿Lo necesito? ¿Me hace realmente feliz? ¿Podría vivir sin ello? Entonces, sobre todo aquellos que pertenecen a la elite económica, acaparadora y rapaz pueden cuestionarse y decirse a sí mismos: “¿esto cuesta lo que daría de comer a una familia entera durante un mes? ¿Porque yo tengo esto, y muchas otras cosas, y ellos no tienen lo esencial?”. Lo que a su vez puede llevar a un cuestionamiento moral, a una sana crisis, a una búsqueda de lo que realmente vale la pena; a pensar y cuestionar un sistema económico que nos impusieron, que no elegimos, y decidir cambiarlo por lo que es bueno para todos, cada uno respetado en su individualidad, pero limitado en su voracidad.

El ser humano es mucho más que un homo economicus, es un animal social, un zoon politikón que necesita una ética para regirse, y un ser espiritual, entiéndase lo que se quiera por ello. Por eso, ¿si nos atrevemos a perder el miedo y a imaginar otro modo de vida?

Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, se atienda Ayotzinapa, trabajemos por un Constituyente, recuperemos la autonomía alimentaria, revisemos las ilusiones del TLC, construyamos la democracia y no olvidemos a las víctimas.

@PatGtzOtero