Luego del abrumador resultado de los comicios, en todo momento los ciudadanos hemos observado con beneplácito un trato respetuoso y deferente entre el presidente constitucional y el candidato ganador y ahora presidente electo. A la fecha se han reunido en dos ocasiones para acordar una trasferencia del gobierno de manera ordenada e institucional.

Después de una campaña electoral de confrontación, insultos, amenazas y llena de adjetivos descalificatorios entre las partes y una intensa campaña mediática en radio, TV, prensa y redes sociales, parece haberse impuesto la mesura entre ambos bandos. La conducta de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel Lopez Obrador, sin duda, ha permeado entre sus subordinados e incondicionales. Aunque debe reconocerse que persisten rescoldos de la batalla en las redes sociales en las que aún es posible leer y escuchar posiciones irreductibles e irracionales de ambas partes, prestas a injuriar sin argumentos al contrario, sea por una declaración desafortunada o por hechos que la realidad impone.

En días recientes testimoniamos un suceso inédito: un encuentro entre los integrantes de los gabinetes actual y futuro. El del próximo gobierno se conocían algunos desde hace más de seis meses y se usó como propaganda de campaña y ha funcionado también, como pararrayos del encono de ciertos sectores por las designaciones recientes en puestos del gabinete ampliado o por los niveles subordinados. Lo que es un hecho innegable es que cada quien carga su propia biografía.

Lo que debe resaltarse y estimo aquilatarse debidamente es la institucionalidad republicana que estamos viviendo, la trasmisión pacifica del poder, en esta caso del Ejecutivo, en la cual el gobierno saliente informa de manera trasparente los asuntos en marcha, los temas prioritarios y los urgentes; comparte asimismo, los avances en el ejercicio del gasto y entrega los indicadores y metas de la actual gestión, en todos los rubros del gobierno federal.

Muy esperanzador resulta también el anuncio de que el ejercicio anual de elaboración de la Ley de Ingresos y del Presupuesto de Egresos del 2019, se realizará conjuntamente entre ambos equipos. Actitud responsable que así mismo, se ha venido realizando en la negociación del TLCAN.

Este panorama pareciera mostrar una cierta madurez de nuestra democracia e inicio con el reconocimiento espontáneo e inmediato de los candidatos perdedores del triunfo del abanderado de Morena, a escasas horas de terminar el proceso comicial. No existe, no tiene por qué presentarse un pleito, una pelea, una confrontación entre quien entrega el poder y quien lo recibe, más allá de la aplicación de la justicia a quien o quienes hubiesen abusado del puesto o dispuesto indebidamente del presupuessto a su cargo.

Es cierto y sería sano también para la salud republicana que quienes realizaron conductas ilegales, desviaron recursos o para decirlo en leguaje llano, incurrieron en actos de corrupción, sean sancionados. Que su tabla de salvación no sea erigirse en víctimas de una vendetta política o una cacería de brujas.

Finalmente, en unos días más con la instalación del Poder Legislativo federal, que se renovó totalmente, observaremos si se mantiene la misma tónica o si por lo contrario y debido a la misma composición de los órganos parlamentarios presenciamos escarceos, pleitos verbales, iracundas, reclamos y acusaciones entre los legisladores. Sería deseable que el espíritu de concordia, serenidad y mesura prevalezca también entre los parlamentarios.