¿Qué podemos hacer nosotros desde acá?
Enterarnos al menos para poder ser solidarios. No podemos decir que son cosas que no nos interesan, o lo que se suele decir, que esto no se debe tratar en los templos, que ésas son cosas muy políticas, como si la masacre de un pueblo fuera nada más cosa política.

Sergio Méndez Arceo

¿Por qué duele un poco más lo que ahora vive Nicaragua en relación con lo que viven otros países lastimados por sus gobernantes? Porque el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional Sandinista (FSLN) en 1979 representó una gran esperanza para muchos países latinoamericanos. Una era de concordia parecía posible. Muchos mexicanos nos sentimos alentados cuando el dictador Somoza fue derrocado. Muchos se comprometieron de manera muy activa yendo a Nicaragua a alfabetizar (campaña que urge realizar en México), cortar caña, cosechar café.

En Cuernavaca, un hombre brillante y entregado, Sergio Méndez Arceo, ocupaba el obispado. Su actividad concreta en pro de la liberación de la gente y los pueblos le hizo establecer una estrecha relación con Nicaragua para apoyar de varias maneras concretas su triunfo. Estuvo en contacto directo con Daniel Ortega antes de que éste diera la espalda a la revolución.

La memoria viva de quienes estuvieron cerca de Méndez Arceo durante ese tiempo ha hecho que la Fundación que lleva su nombre escriba una carta a Daniel Ortega como un llamado al hombre comprometido con el pueblo que él fue. Esta carta, escrita por la pluma y el corazón del sacerdote Baltasar López Bucio, se entregó en la Embajada de Nicaragua el reciente 14 de agosto, y lleva la firma de tres asociaciones y ciento treinta personas.

La carta, políticamente correcta, está dirigida a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua. Sin embargo, desde el primer párrafo habla recio al decirle a Ortega que el poder lo corrompió a él también, aunque añade que lo considera un revolucionario auténtico (de lo contrario la misiva no tendría sentido). En seguida recuerda el apoyo, la intimidad que Ortega tuvo con don Sergio, así como el compromiso de la Iglesia de Cuernavaca con el FSLN para preguntar: “Ahora, si hoy don Sergio estuviera ante usted, ¿sería capaz de resistir su transparente y dulce mirada? Disculpe, señor Presidente, ¿no sería su mirada hacia el amigo fiel, cínica y cobarde”. No sólo le recuerda el sufrimiento del obispo Méndez Arceo en ciertas ocasiones, habla del contexto actual, los 450 muertos hasta el momento y la manera en que Ortega se aferra al poder desde el 2007 a través de la represión.

El llamado de todos los que firman la carta, algunos de ellos activos colaboradores con el FSNL en los hermosos tiempos de esperanza, piden “1. Que cese la represión contra el pueblo, su arzobispo y los obispos que claman por un diálogo urgente y respetuoso. 2. Que como representante popular y no dictador, escuche los clamores de paz con justicia, dignidad y reconciliación. 3. Que se respeten los acuerdos por mutuo y democrático consentimiento”.

La carta cierra con un nuevo llamado, ya no al presidente, ya no al amigo de Méndez Arceo, sino al creyente y a su conciencia, en la mejor tradición cristiana y gandhiana: “Si es usted un verdadero creyente, puede escuchar la voz de su conciencia para que el poder que ejerce lo transforme en servicio noble y eficaz a la manera del maestro de Galilea”. ¿Se pide esto a un hombre con corazón de roca? Los firmantes creen que sí, porque lo prácticamente imposible es aún misteriosamente posible: que ese hombre se arrepienta y regrese a ser lo que alguna vez fue.

La carta completa se puede leer en la página de Fb Fundación Méndez Arceo. Si lo desean y están de acuerdo con lo escrito pueden circularla en redes.

Además, opino que se cumplan los Acuerdos de San Andrés, se atienda Ayotzinapa, trabajemos por un Constituyente, recuperemos la autonomía alimentaria, revisemos las ilusiones del TLC, defendamos la democracia y no olvidemos a las víctimas.

@PatGtzOtero