Cuando se lee una novela tan plena de aventuras y emociones como Donde termina el mar, de Claudia Marcucetti Pascoli (Planeta, México, 2018), con un protagonista tan carismático como Aurelio Auteri, que bien podría ser el último pirata contemporáneo, lo último que uno pensaría es que está inspirado en un personaje real… y menos que se trate del padre de la autora.

“Al igual que Antonio, yo recibí una inesperada llamada de mi padre tras 20 años de no saber nada de él —declara la también arquitecta, nacida, como su Aurelio, en La Spezia, Italia, pero radicada en México desde los trece años—. Mi mamá me trajo aquí, ni siquiera sabía hablar español. A diferencia de Antonio —que, por una serie de circunstancias ajenas a Aurelio, desaparece apenas nacer su hijo— yo dejé de hablar con mi padre porque hablaba muy mal de mi mamá. Cuando me casé, mi marido me pidió que me reconciliara con él, pero ya no lo encontré: tampoco tenía domicilio fijo.

“La arrolladora personalidad de mi padre”

“También lo reencontré postrado en una cama, y la ley italiana exige que los hijos deben hacerse responsables de sus padres —continúa la autora, con la misma intensidad con la que escribe—. Entré en conflicto porque él se desentendió de mí, pero finalmente me lo llevé a Acapulco, no a Miami como en la novela. Era la época en que escribía mi novela anterior, Heridas de agua. Me llevó algún tiempo compenetrarme con la arrolladora personalidad de mi padre, que, como Aurelio, tampoco no tenía grandes escrúpulos y era un seductor nato.

Aurelio es un personaje de acción desde su adolescencia, cuando en tiempos de la Segunda Guerra debe viajar como polizón en un barco, lo que marcará su vida para siempre… continúa siéndolo más allá de los setenta, desperdigando sus últimas energías en otra aventura que incluye mucha persecución y hasta un huracán.

“Considero que la vejez te permite pensar desde una perspectiva de tercera persona. Pese a su edad, Aurelio sufre una catarsis que le hace perseguir una antigua —e improbable— venganza para darle sentido a la vida, pero termina transformándose en amor, un amor que él no quiere reconocer.

“Mi padre dijo exactamente la misma frase de Aurelio al llegar a Miami, aunque en Acapulco: “Odio la playa porque aquí es donde termina el mar”, y de pronto se replantea, ¿y si ha estado equivocado toda su vida, y es justo la playa donde empieza el mar?

Nacida en el mar

Claudia Marcucetti nació en el mar y el agua es un elemento presente en sus novelas y relatos, por lo que en cierto modo comparte la pasión de su personaje, cuya primera lectura, Moby Dick, lo inspira para lanzarse a la cacería de ballenas, que termina siendo una especie de competencia interespecie.

Por otra parte, Antonio Auteri es un refinado profesionista, personaje infinitamente rico en matices, que Claudia subestima. Asegura que no es su versión masculina, ni mucho menos:

“No quise aparecer en este libro porque mi afán era tener a Aurelio como centro de la acción. A Antonio quise darle menor importancia y es muy diferente a mí. Me identifico mucho más con Sofía, la nieta, aunque parezca mentira, aunque no esté inspirada en mi persona, pero tengo más correlación con ella. Es curioso, porque no tuve hijos. Para bien o para mal no he lidiado con hijos adolescentes y tuve que recurrir a mi propio interior.

Sofía es la hija menor de Antonio, una completa inadaptada. Su hermano mayor es homosexual, no vive en casa, no lo ve desde hace buen rato y solo se le alude. La única compañía de Sofía, antes de la llegada del abuelo, es su celular a través del cual realiza maniobras más peligrosas de lo que nadie pudiera imaginar:

Claudia Marcucetti Pascoli

“Todos somos autodestructivos”

“La autolesión es un tema que me llama mucho la atención y tengo dos amigas que tienen hijos con este problema. Me acerqué a una en particular, a la que quiero mucho, e intenté entenderla a través de este libro… y tal vez ayudarla un poco. Todos somos autodestructivos en cierta medida, pero quemarte o cortarte con toda deliberación es muy fuerte de entender y quise tener estos dos extremos que colisionan —el abuelo y la nieta— e inevitablemente terminan por convertirse en aliados.

“Los viejos se vuelven un poco niños, quizá por eso asumen una sabiduría especial que les permite entender a sus nietos mejor que los propios padres. Aurelio no sabe ni cómo se usa un celular. Sofía vive a través del celular y en ese sentido me costó un poco de trabajo que empatizaran. Hice lo posible para que no tuvieran un encuentro forzado y fueran acercándose uno a la otra, al tiempo que este acercamiento generaba una transformación interna en ambos.

Claudia Marcucetti Pascoli, que también ha escrito relatos, libros de viajes y una compilación de entrevistas titulada De lecturas y vidas, 80 entrevistas sobre el poder de los libros, tiene dos proyectos en mente:

“Dos novelas empezadas, ninguna tiene relación con el agua. Una tiene que ver con el cielo, y otra con un edificio… un tema inevitablemente arquitectónico; una especie de frontera entre lo que está adentro y afuera, aunque se encuentre dentro de la misma ciudad.