Piensa mal y acertarás, dice un viejo refrán. “Follow the Money” (“Sigue los pasos del dinero”), es una buena recomendación para los que hacemos periodismo, en especial para los que cubrimos los espinosos rubros del gobierno y la política nacional e internacional. Por último, “Cherchez la femme! (!Buscad a la mujer!), frase que representa un cliché de la literatura detectivesca y que ha llegado a usarse para referirse a explicaciones que automáticamente resultan tener una misma raíz común, sin importar las características específicas del problema.

En esta ocasión, el problema se encuentra en Venezuela y el principal protagonista del embrollo es Nicolás Maduro Moro y sus compinches, que han sumido al otrora rico país sudamericano en tremendo brete que ha causado la debacle económica y, por consiguiente, la división nacional entre los que se aprovechan de los dineros que maneja (a su antojo el mandatario sucesor de Hugo Chávez Frías, que en paz descanse) y los venezolanos no bolivarianos que únicamente tratan de sobrevivir en una sociedad cuyo futuro no es nada halagüeño. En suma, Venezuela está en un tris de desencadenar una guerra civil con funestos resultados. Los sucesos del sábado 4 de agosto lo demuestran fehacientemente.

No es fácil creer que a quince días de que a la moneda bolivariana —el lunes 20 de agosto— el gobierno de Maduro le suprima cinco ceros, como medida contra la millonaria hiperinflación anticipada por organismos internacionales, por arte de magia durante un desfile militar, con motivo del 81 aniversario de la fundación de las represivas Guardias Nacionales Bolivarianas, inopinadamente se realice un moderno “atentado”, utilizando drones, en contra del presidente Maduro cuando éste decía uno más de sus tropicales discursos patrióticos —“ha llegado el momento de la recuperación económica”, enfatizaba en el preciso momento que se escuchó una explosión— y resulte indemne, sin un solo rasguño, así como su esposa Cilia Flores y todo el presidium militar que le acompañaba. Solo algunos soldados, que no estaban en el templete, sufrieron algunos heridas sin mayores consecuencias y varios reporteros que cubrían el evento fueron detenidos y golpeados, amén que les fueron decomisadas las fotografías y vídeos del evento. Algo que sirviera para desviar la atención popular del verdadero problema venezolano: la pésima situación económica y de desabasto que sufre la sociedad venezolana. El fracaso del régimen. Muchas incógnitas en este atentado.

En los momentos que los drones estallaron, la confusión y el miedo hizo presa de los soldados que tomaban parte en el desfile militar. Los uniformados batallones no esperaron ninguna orden para dispersarse, cada quien buscó refugio sin importar quien estaba enfrente. En el presidium, los guardias de Maduro, lo protegieron con negros escudos blindados. Y ahí finalizó la parada militar.

Durante varias horas todo fue confusión. El gobierno calló. Y no obstante que Nicolás Maduro aseguraría más tarde que había sido el blanco para tratar de asesinarlo y que los responsables eran la “ultraderecha venezolana y la colombiana, y atrás de ellos estaba el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos” —que por cierto tres días más tarde, el martes 7 de agosto, entregaría el poder a su sucesor—, desde la oposición local y en muchas capitales extranjeras se puso en duda la versión oficial y se calificó lo sucedido de “confuso evento” que podría ser utilizado como excusa para continuar con la represión que el régimen bolivariano ha mantenido durante mucho tiempo y llegar a suspender las garantías constitucionales.

El hecho es que el sospechoso atentado plantea muchas incógnitas. En las “benditas redes sociales” —como algunos las llaman—, se dispararon todo tipo de suposiciones, entre ellas la de una explosión de gas doméstico en un departamento que causó alarma y que por confusión se derribaran drones de una cadena de televisión , lo que habría causado el pánico.

Mientras el asunto se ponía en claro —lo que evidentemente no sucederá—, el esposo de la asustada Cilia Flores (que en el momento del estallido se fue para atrás y se tomó del brazo de la persona que tenía más cerca, para apoyarse y no caer al piso, y después mirar al cielo así como lo hizo el presidente Maduro), repetía que “todo apunta a la derecha, a la ultraderecha venezolana en alianza con la ultraderecha colombiana y que el nombre de Juan Manuel Santos está detrás de este atentado”. Posteriormente diría que fueron “capturados parte de los autores materiales”, aunque no facilitaría sus nombres. Eficacia policiaca sorprendente.

Por otra parte, un grupo anónimo denominado Soldados de Franelas, por medio de Twitter, se adjudicó la autoría de la “Operación Fénix”, nombre dado al atentado sabatino. Este grupo publicó vídeos y fotografías del momento del incidente cuando Maduro Moro pronunciaba su discurso en el templete instalado en la Avenida Bolívar de Caracas.

En su tuit, los “Soldados de franelas” aseguraron: “La operación era sobrevolar dos drones cargados con C4 (un explosivo menos poderoso que el trinitrotolueno), el objetivo el palco presidencial, francotiradores de la guardia de honor derribaron los drones antes de llegar al objetivo. Demostramos que son vulnerables, no se logró hoy pero es cuestión de tiempo”. #MilitaresPatriotas.

En la misma cuenta, Soldados de Franelas asegura que son un conjunto de “militares y civiles patriotas y leales al pueblo de Venezuela que buscan rescatar la Democracia de una nación en dictadura”…En otro tuit el mismo grupo decía: “Así nos burlamos de la dictadura buena para matar al pueblo de hambre pero cobarde cuando les llega la hora”.

El anónimo grupo rebelde difundió en la noche del sábado un comunicado que leyó la periodista Patricia Poleo en su canal de You Tube. Radicada en Estados Unidos de América, Poleo es fuerte crítica del gobierno bolivariano. El texto leído dice:”Es contrario al honor militar mantener en el gobierno a quienes no solo se han olvidado de la Constitución sino que han hecho de la función pública una manera obscena de enriquecerse y envilecerse…Si la finalidad de un gobierno es el logro de la mayor suma de felicidad posible no podemos tolerar que la población sufra hambre, que los enfermos no tengan medicamentos, que la moneda no tenga valor, que el sistema educativo no eduque ni enseñe, sólo adoctrinando el comunismo…Ejecutamos acciones amparadas en nuestra Constitución…Pueblo de Venezuela para culminar con éxito esta lucha emancipadora es necesario que salgamos todos a las calles, sin retorno”.

Por su parte, en un comunicado oficial, la cancillería de Colombia rechazó “enfáticamente” las acusaciones contra el presidente colombiano Juan Manuel Santos, sobre su supuesta implicación en el atentado contra el mandatario venezolano. Desde Bogotá se exigió a Maduro y al gobierno venezolano “respeto” por Santos y el resto de las instituciones colombianas. Por tal motivo, han considerado el señalamiento de Venezuela como “absurdo y sin fundamento”…”Ya es costumbre que el mandatario venezolano culpe permanentemente a Colombia de cualquier tipo de situación”, concluye el documento.

Según los críticos del gobierno bolivariano, lo que en realidad busca Maduro con el supuesto atentado es desviar la atención de la profunda crisis del país. Por lo mismo, el sucesor de Hugo Chávez prometió el domingo pasado ser implacable con los responsables “caiga quien caiga” y llegar al fondo de la investigación”. De hecho, muchos temen que se están creando las condiciones que permitan suspender las garantías constitucionales.

No es esta la primera vez que el régimen acusa a opositores y gobiernos extranjeros: desde 2013 ha denunciado 20 “complós” para derrocarlo. El del sábado 4 de agosto sería el tercer ataque armado. El 27 de junio de 2017, el piloto Oscar Pérez —muerto hace poco en un enfrentamiento militar— sobrevoló y lanzó explosivos sobre las sedes del Ministerio del Interior y el Tribunal Supremo en Caracas. Otro asalto tuvo lugar en agosto del año pasado cuando 20 militares tomaron un fuerte en Valencia, estado de Carabobo, para robar municiones y fusiles.

Maduro no está solo, varios países bolivarianos cerraron filas con él: Cuba, Nicaragua —donde los estudiantes y los opositores de Daniel Ortega son reprimidos—, y Bolivia. Evo Morales fue más allá del “apoyo fraternal” y habló abiertamente de delito de “lesa humanidad”, faltaba menos. La situación en Venezuela es de pronóstico reservado. VALE.