Salvador Novo nació el treinta de julio de mil novecientos cuatro, dentro de un marco referencial francés, en México, donde se hablaba de libertad, fraternidad e igualdad, que abarcaba cultura, política y economía. Por esos años empezaba la modernidad en la Ciudad de México con el uso del tranvía eléctrico; la ciencia del momento era psicología, siempre congruente con el positivismo, y en contraparte se vivía una neurosis de los primeros años del siglo, cuando empezaron a aparecer elevados índices de suicidios por todo el país, culpando algunos medios de comunicación escrita, ya que describían cómo se quitaban la vida: masticando o tragándose la píldora de cianuro, y según fuera el caso, cómo era más rápido el efecto; respirando el ácido carbónico; o cómo ahorcarse sin perder la elegancia o darse un balazo sin dejar un escenario sangriento. En fin, era la época del porfiriato, donde además se satanizaba a muchos poetas y escritores y se les reprimía en el “Cajón del Muerto”, dentro de la prisión de Belén, donde eran encerrados casi hasta la asfixia por lo reducido del lugar, además plagado de chinches, durante veinte días. Novo empieza a llamar la atención al alejarse de los textos de la Revolución Mexicana y de los análisis textuales a los Estridentistas mexicanos, buscando crear una estética universal alejada del nacionalismo, acercándose a autores europeos como Wilde, O’Neill, Cocteau, Gide, que mostraban en sus textos innovación, transgresión y novedad temática. Salvador Novo rodeado por todas estas características se convierte en un creador mordaz en muchos de sus poemas, se burla del modernismo, convirtiéndose en un radical poeta e intelectual. Y se salva de ser reprimido por el gobierno de ese entonces porque el poder político autoritario se da cuenta que necesita justificar que hay libertad de expresión, Novo se convierte en todo un fenómeno intelectual y escritor mexicano, y es nombrado por el grupo de los Contemporáneos como “el Oscar Wilde mexicano”, por el gusto que tenía de polemizar con todo el mundo, además sentía un gran placer por provocar, imponiendo “su verdad”, al igual que Wilde. Y al final termina siendo muy criticado en el plano ideológico, porque se alía con el poder autoritario y se distancia del movimiento estudiantil —de hace cincuenta años— que surgió en el año de 1968. Claro, sin olvidar que su obra creativa es de gran calidad literaria.