Antonio Yelpi

Cuando hablamos de Marruecos ciertamente debemos también hablar del Polisario, un grupo separatista y políticamente anclado en la mentalidad de la guerra fría, hoy convertida en una marioneta de Argelia y los intereses estratégicos de esta nación. Un muy conocido refrán popular: reza “Cree el ladrón (y/o mentiroso, añado) que todos son de su condición”. Es lo que pasa con los elementos del Frente Polisario.
Con sus entre comillas dirigentes y voceros. Por cierto, dirigentes de una república de fantasía, allí donde la arena y el sol se combinan con las ínfulas de poder de unos dirigentes de opereta acostumbrados a apropiarse de parte de las ayudas internacionales destinadas a los campos de refugiados de Tinduf,  o mejor dicho campos de concentración a punta de fusil y desinformación, adoctrinamiento y miserias. Dirigentes que viven de contar mentiras sobre la sangrante realidad de los mismos, mientras ellos cobran suculentos sueldos pagados por Argelia y sus agentes, oprimen a los suyos y los convierten en carne de cambio.

Retórica trasnochada

Para muestra un botón Mohamed Salen, delegado del movimiento independentista para Canarias, que va en calidad de diplomático de un país virtual. Claramente el verdadero  “conflicto del Sahara” no es la soberanía y unidad territorial de Marruecos y su derecho histórico sobre las provincias del sur; lo que está en juego es la verdad del asunto y ésta es, más bien las mentiras que muchos han comprado de los separatistas; una retórica trasnochada en la que ignoran que el guión está escrito por Argel.La verdad es que Marruecos ha propuesto una cosmovisión de un estatuto avanzado de autonomía como solución. No debemos olvidar que el Sahara era parte del gran Marruecos y la identidad precolonial.

Hoy vemos cómo el Polisario se beneficia de la solidaridad internacional mientras muchos de dirigentes viven de Argelia. La descolonización dejó serios problemas pero también oportunidades como lo es hacer y consolidar una nación y un liderazgo basado en la identidad y los paradigmas ancestrales. Argelia es la parte más interesada del conflicto busca cumplir con sus sueños geopolíticos a través de una república de marioneta, mientras que Marruecos defiende su responsabilidad histórica y actual: ser el guardián del Magreb y apostar por un desarrollo en un marco de unidad y diversidad.

* El autor es miembro del Proyecto Fundación Global África Latina