El tema de la seguridad pública no fue abordado a cabalidad por la administración que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto, no se trata de percepciones sino de datos duros que el propio INEGI hace públicos; el año anterior fue brutal por el alto número de homicidios dolosos cuyo número resulta escalofriante porque fue de 31,174.

La mayor parte del sexenio próximo a finiquitarse quien encabezó la Secretaría de Gobernación y que tuvo a su encargo tareas en materia de seguridad pública fue Miguel Ángel Osorio Chong, que legó un desastre en la materia, solo que ahora será el coordinador de la fracción de senadores, venida a menos, del PRI.

Por cierto, el tema de la seguridad pública no fue abordado a profundidad en las campañas electorales de este año, ni se explicó cómo recuperar el tejido social. Las ejecuciones en diversos puntos geográficos de nuestro país son un asunto cotidiano que reporta saldos de una descomposición agravada, no pasa por asuntos de partidos porque ya se generalizaron las matanzas.

Los cárteles de la droga avanzaron con múltiples ramificaciones, han mostrado el músculo en un abierto desafío al gobierno, los asaltos con violencia también se multiplicaron. La fe y la paciencia se agotan como lo deja ver la reacción de mucha gente que desconfía del nuevo sistema de justicia penal porque en diversos casos han optado por el linchamiento al estilo Fuenteovejuna, aquella obra de Lope de Vega. Dichos actos de ajusticiamiento nos hacen regresar a la antigüedad con la Ley del Talión. Justicia retributiva que es ilegal.

No se atacan causas, se responde a consecuencias con el aparato coercitivo del Estado que brinda efímeras victorias porque el crimen es una Hidra de Lerna con múltiples cabezas. En los últimos tiempos se ha hecho una apología de los criminales a través de los narcocorridos y otras piezas calificadas como alterados en donde se describe el quehacer de los capos, a ello habría que agregar la exhibición de cada vez más numerosas narcoseries.

La seguridad es un tema toral para la próxima administración que heredará un verdadero desastre de la que ya concluye el encargo, habría que rediseñar políticas públicas en las que la educación, arte y cultura tengan un peso importante para la prevención del delito, recuperar espacios públicos para que la juventud tenga otras opciones.

No será un trabajo sencillo porque los cambios no operan por decreto, aunque la gravedad de la situación es manifiesta y su abordaje es imperativo porque afecta diversos rubros para anudar más la situación.

La actual administración que antecede a la que iniciará Andrés Manuel López Obrador ha sido reprobada en cuanto a sus políticas de seguridad porque la violencia lo refleja cotidianamente, el mapa de México está teñido de rojo, los homicidios dolosos se multiplicaron y con ello los huachicoleros, los robos con violencia también. El panorama luce desolador, la enorme cantidad de yerros del actual gobierno también fue motivo y argumento para optar por la alternancia.