Llamó la atención el discurso de la senadora Ifigenia Martínez al instalar el nuevo Senado. A diferencia de los gritos de sumisión triunfalista que lanzaron sus compañeros de Morena en San Lázaro, con lo que dieron el primer golpe a la división de poderes, la fundadora del PRD hizo varias advertencias a sus correligionarios, les dijo dos cosas para que no pierdan la brújula: primero, que el país tenía por primera vez “un Congreso manifiesta y mayoritariamente de izquierda democrática”. Y luego, que Morena, junto con sus bancadas y gobierno, van a estar vigilados no solo por el país, sino por el mundo.

Por lo pronto, los 307 diputados de Morena y de los partidos Del Trabajo y Encuentro Social ya dieron una primera muestra de primitivismo parlamentario al gritar que ellos son los “hombres de López Obrador”. Frase que en lenguaje político significa estar listos para la mansedumbre.

Ante el deshonroso espectáculo, los medios registraron el lamento del diputado Óscar González Yáñez, del Partido del Trabajo: “Eso es una estupidez”. Y sí, es una estupidez. Sobre todo porque el presidente electo ha tratado de mostrar que no habrá agandalle y sí prudencia política.

Pero regreso al discurso pronunciado por la decana del Senado en el que bautizó a Morena y a sus aliados como “izquierda democrática”. ¿Los llamó así por mera inercia o para recordarles sus orígenes?

Lo pregunto porque el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien fundó junto con Ifigenia Martínez el PRD, acaba de publicar un documento titulado El nuevo gobierno y lo que sigue, donde afirma que no existen elementos significativos en las propuestas del presidente electo para decir que Andrés Manuel López Obrador y Morena representan la “izquierda mexicana”.

Cárdenas atribuye esa idea equivocada a los medios de comunicación y a ciertos analistas que asignan de manera automática y desinformada una identidad ideológica que no existe en las propuestas del próximo gobierno y menos en las personas que formarán parte del nuevo gabinete.

Esta observación resulta en estos tiempos estratégica. Primero, porque quienes votaron por López Obrador pueden estar viviendo una mentira, y luego porque los mexicanos necesitamos saber cuál es la verdadera esencia de la próxima administración.

La tesis cardenista contrasta con lo que gritó en varias ocasiones Martí Batres a los perredistas: “La verdadera izquierda está en Morena”. El 8 de febrero de 2013, Batres notificó al Instituto Nacional Electoral que el Movimiento Regeneración Nacional tenía la intención de convertirse en partido político y al sustentar las razones dijo que “Morena es una organización diferente, entre otras razones porque rechaza el modelo neoliberal y no admite ningún esquema de privatización de los energéticos”.

Pero, a ver. Si, como señala Cárdenas, Morena no es de izquierda, ¿en calidad de qué queda toda esa militancia que salió huyendo del PRD, precisamente por considerar que ese partido había traicionado los principios e ideario del socialismo?

Si lo que se afirma en El nuevo gobierno y lo que sigue es acertado, entonces lo más conspicuo de la llamada izquierda fue a parar a un partido que ha resultado ser —de acuerdo con el documento— “una amalgama ideológica abanderada por AMLO” que después del 1 de julio privilegió el acercamiento con el capital financiero y dejó al margen las organizaciones sociales.

El ingeniero Cárdenas y su fundación Por México Hoy hacen ver que López Obrador ha dejado fuera de la agenda pública una serie de temas que tienen que ver con el verdadero cambio estructural. Por ejemplo, los cambios a los artículos 20, 25 y 27 de la Constitución relacionados con la soberanía energética, la reforma del Estado, el papel de los municipios, el sistema de justicia, la planeación con participación ciudadana, la derogación del decreto sobre aguas y muchos otros relacionados con medio ambiente, agricultura y política exterior.

Si Cárdenas, uno de los más importantes referentes de la izquierda en el país, no se identifica con las propuestas hechas por el próximo presidente de México, entonces, ¿qué actitud van a asumir todos esos legisladores que Ifigenia Martínez llamó “izquierda democrática”? Aunque también vale preguntarnos: si Morena y López Obrador no son de izquierda, ¿qué son?