Ricardo Muñoz Munguía
En muchas ocasiones me quedo del lado de los desconfiados o inconformes con los nombres de alguna personalidad que llevan las calles, los recintos…, o las estatuas, los bustos…, etcétera. Y ahora, al encontrarme con el anuncio de que este 4 de agosto de 2018 la Librería del Fondo, ubicada en el Faro de Oriente (calle Ignacio Zaragoza s/n, colonia Fuentes de Zaragoza, en Iztapalapa, de la CDMX) llevará el nombre del escritor Eusebio Ruvalcaba, me da un giro total, sobre todo porque es sumamente merecido que una librería del Fondo de Cultura Económica le dé presencia a la presencia de las letras de Ruvalcaba, a toda esa labor de su narrativa y a su amplísimo conocimiento sobre música (gran parte de ese conocimiento lo vertió con nosotros en estas páginas de La Cultura en México, de Siempre!).
A poco más de un año de la partida de Eusebio Ruvalcaba (Guadalajara, 3 de septiembre de 1951-Ciudad de México, 7 de febrero de 2017), esta noticia en la que se cita para la apertura de esta librería a Eduardo Vázquez Martín, Secretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México; Coral Rendón, viuda de Ruvalcaba; Alberto Kalach, arquitecto creador del Faro de Oriente; y del director general del FCE, José Carreño Carlón, es importante resaltar que el nombre de Eusebio Ruvalcaba inserta cada clavo de su nombre con la fuerza necesaria por su quehacer que no se límita en la autoría de su grandiosa novela Un hilito de sangre o Todos tenemos pensamientos asesinos y sus libros El diablo no quedó defraudado, Una cerveza de nombre derrota, ¿Nunca te amarraron las manos de chiquito?…, entre muchos volúmenes más. Dueño de un trabajo entre novela, cuento, poesía, ensayo…, periodismo cultural, maestro, editor, y de una amplia visión de la vida literaria contemporánea, de estupenda charla, del gran atento a la promoción de la cultura, lejano de toda pose y, por ende, generoso en una verdadera amistad…, con quien tuve la oportunidad de andar varias calles alrededor de la delegación de Tlalpan, por supuesto, después de un café en los tantos sitios que rodean la plaza central de la demarcación.
Su visión, su cultura, su pasión por las letras…, su presencia que se queda en todos los que gozamos de su amistad y admiración por todo su quehacer, debemos celebrar que esa presencia hoy cobre un lugar, y sea también una extensión no de algún recinto con un nombre ajeno y sin ningún conocimiento de quien se trate hasta para los que ahí laboren, sino un sitio de letras, de conocimiento, de esencia, de luminosidad, como lo es una librería.