En menos de tres meses, Donald Trump abrió tres frentes de una guerra comercial. A mediados de junio, China, la Unión Europea y México se convertían en objetivos básicos de sus estrategias arancelarias. Esta semana, Turquía también se unió a la lista creando un desbalance económico que incluso afectó al peso mexicano precisamente cuando se veía una recuperación paulatina.

A los cuatro países los tiene sojuzgados por la aplicación de aranceles al acero y el aluminio, dos productos de los que depende la industria automotriz, construcción, transporte y maquinaria pesada, sin mencionar la industria militar y aeroespacial norteamericana.

En el caso de China, la Unión Europea y México, los aranceles impuestos fueron de 25 por ciento al acero y 12 por ciento al aluminio y con ello desencadenó una serie de medidas espejo contra productos de la Unión Americana. Sin embargo, Ankara fue la más castigada al recibir el 50 y 20 por ciento, respectivamente; un hecho que fue interpretado por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan como una “campaña dirigida especialmente contra su país”.

Erdogan no tardó en responder a Trump aplicando aranceles a numerosos productos estadounidenses, entre estos, bebidas alcohólicas y tabaco con 60 por ciento, y a los autos hasta con 120 por ciento. Otros productos que también serían gravados son arroz, carbón, productos cosméticos, bombas centrífugas y derivados de la celulosa y el plástico.

A diferencia de los tres anteriores, el caso turco resulta especial porque se trata de la aplicación arancelaria con fines de presión política. Sucede que hace un par de años, el pastor evangelista Andrew Brunson fue detenido acusado de espionaje. Donald Trump, quien debe en gran parte su triunfo a la comunidad evangélica, ha exhibido esta nueva ofensiva comercial como una presión directa contra el Estado turco para que liberen al religioso. De hecho, ha amenazado con aumentar los aranceles, que por el momento están en 100 por ciento, si Ankara persiste en retener al pastor norteamericano, a quien Trump califica como “un gran cristiano, hombre de familia y maravilloso ser humano, quien está sufriendo mucho”.

Turquía respondió convocando a su población a que haga a un lado sus preferencias por los productos estadounidenses, sobre todo, los teléfonos celulares y otros gadgets que son muy populares en ese país. Erdogan no dudó en mencionar que se deje de comprar el Iphone y que opten por otras preferencias como el Samsung y los teléfonos fabricados con tecnología nacional como el Venüs de la firma Vestel.

La imposición de Trump ocasionó una devaluación de 38 por ciento de la la lira turca, al tiempo que despertó el temor de un efecto dominó en las empresas europeas que invierten en Turquía. A su vez, alimenta la desconfianza en que las firmas turcas se vean imposibilitadas a pagar la deuda de alrededor de 300 mil millones de dólares.

De hecho, la crisis ya comenzó a afectar los mercados y divisas internacionales. Argentina y Colombia, por ejemplo, han visto devaluado su peso en 2.4 por ciento; el real brasileño y la moneda mexicana han registrado caídas de 1.5 por ciento. Hasta el rublo cayó 0.5 por ciento. Erdogan, quien señala a Trump como un traicionero que apuñala por la espalda, ha comenzado a repensar su posición en Oriente Medio, sobre todo en la cuestión siria, donde podría acercarse aún más a Rusia.

Clásico estilo estrafalario

Para expertos como la internacionalista Luz María de la Mora, profesora afiliada en la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Desarrollo Económicos (CIDE), Donald Trump se está exhibiendo ante su base electoral como un hombre duro que defiende sus intereses. Como el político que sí le importa el bienestar de sus seguidores, a los que busca ayudar castigando a la comunidad comercial para lograr el repunte económico que prometió durante su campaña.

De la Mora, quien también es miembro de la Junta Directiva del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), señala que se trata de una estrategia clara para vencer en las elecciones medias a realizarse en noviembre próximo, donde espera aumentar su poder en las cámaras y allanar el camino a su reelección en 2019.

 

Estos son los comentarios que concedió a Siempre! vía telefónica:

Luz María de la Mora. directora de LMM Consulting (http://lmmconsulting.com.mx/)

El presidente Donald Trump una vez más está abusando de los aranceles para conseguir objetivos políticos internos. Además de expectativa de las elecciones medias en Estados Unidos, esta el caso de un pastor evangelista de nombre Andrew Brunson que fue detenido por el gobierno turco hace dos años. Esto en realidad es un estira y afloje bilateral porque Turquía lo detuvo debido a que Trump se ha negado a entregar a un dirigente religioso musulmán llamado Fethulah Gulen, acusado por Ankara de ser uno de los cerebros detrás del golpe de estado contra Erdogan, en 2016.

Turquía capturó a Brunson más para presionar a Trump a que le entregue a Gulen, pues en realidad no está comprobado que el pastor evangélico haya estado instigando contra el Estado turco. Esta acusación que se le hace es como una represalia contra Washington, y el grupo conservador religioso es el que está presionando a la administración Trump para lograr su liberación.

Como no han podido llegar a un arreglo en esta circunstancia, Trump utiliza su clásico estilo estrafalario de hacer grandes anuncios, aprovecha esta coyuntura y se ampara diciendo que lo hace en represalia por una cuestión de derechos humanos. No ha dudado en condicionar la aplicación de aranceles para presionar a Ankara a que libere a este representante evangélico. Simplemente se trata de un plano personal, manipulado a niveles bilaterales.

Independientemente de si puede lograr su objetivo, que es liberar a Brunson, lo que le da a Trump es la posibilidad de aprovecharse de la situación mediante la imposición de aranceles. Es una forma de decirle a su electorado: “mira lo que estoy haciendo por ti, y tan lo estoy haciendo que ahora voy a castigar aún más a Turquía con aranceles más fuertes”.

Hay que tomarlo en su dimensión y lo que más preocupa es que el ejecutivo de Estados Unidos esté abusando de esta forma con la política comercial y la política y facultad del presidente para imponer aranceles cuando en realidad está buscando objetivos que tienen poco que ver con la protección del acero y el aluminio en Estados Unidos.

En el plano geopolítico, Turquía es un actor muy importante en Oriente Medio. Tiene frontera con Siria e Irán, y es un país que actúa como un colchón cuando se trata de moderar en la región.

Estamos viendo muchas cosas que están pasando en Oriente Medio y donde Turquía ha sido un aliado o por lo menos ha tratado de ser un aliado de Europa y de la OTAN. El hecho de que el presidente Donald Trump esté actuando de esta forma está prácticamente ocasionado que su contraparte, Recep Tayyip Erdogan, vuelva la mirada hacia otro lado, sobre todo en este momento en que se detecta mucha tensión en la zona. Por una parte, está la crisis de Siria, en la que están involucrados Rusia, Israel, Irán. Hay muchos países que están pasando por momentos muy delicados.

Trump: un “niñote”

Pienso que esta forma de actuar de Washington, si bien está fundamentada en un tema electoral, está sobre todo enfocada a su base electoral conservadora evangelista para que vea que sí les está respondiendo. Sin embargo, esto puede tener otro tipo de implicación, pero yo la vería como una cuestión orientada a un grupo para resolver un tema que le ayudaría mucho a tener legitimidad con esa misma base. En este caso, está muy enfocado a darle una respuesta a un grupo electoral y de cara a la elección de noviembre.

En el plano económico, esta situación no le conviene a la Unión Europea, sobre todo porque también está pasando por momentos muy difíciles como la crisis migratoria que le crea conflictos al proyecto integracionista europeo. Bruselas no necesita más tensiones, ni presiones de parte de uno de sus aliados, que es Estados Unidos, frente a otro que es Turquía.

Ankara siempre ha tenido la posibilidad de coquetear con Rusia o con otros países, eso es algo que preocupa a Estados Unidos y que en un panorama más general, le convendría más estar buscando formas menos hostiles de arreglar diferencias con países como Turquía y también buscar cómo consolidar a la OTAN, en lugar de erosionarla como lo ha hecho hasta ahora. Asimismo, buscar otra opción a sus constantes ataques a la Unión Europea, sobre todo a Alemania, mediante su apoyo al brexit, que ha sido una forma de erosionar el bloque europeo.

A ojos de muchos analistas, Trump es como un niñote que está jugando, pero sus decisiones, sus declaraciones y acciones, sus “juegos” llegan a desencadenar consecuencias graves. Efectivamente aparece como un político muy irresponsable en muchas de sus decisiones, las cuales llegan a tener otro tipo de implicaciones.