Una vez que se ha registrado la alternancia electoral no se vislumbra una oposición sólida porque los partidos que podrían levantar dicha bandera lucen maltrechos, mermados y fragmentados como una consecuencia directa de las derrotas sufridas el primero de julio, el mapa político se ha modificado sustancialmente, los alegatos entre los perdedores no concluyen, buscan matices o justificaciones, aunque algunas se escuchan disparatadas.

En el PAN, segunda fuerza política del país actualmente, aún no se ponen de acuerdo porque los diversos grupos en el interior van a disputarse con todo la dirigencia nacional; distante luce el albiazul de aquella mística trazada por Manuel Gómez Morin y Efraín González Luna, evidentemente todo cambia y el México del presente dista mucho del que se vivía en 1939. Solo que el PAN tenía consistencia doctrinaria, rehusó muchos años el financiamiento público, sus campañas en décadas pasadas resultaban testimoniales ante un potente aparato antidemocrático del PRI-gobierno que no dejaba libre ningún camino por la democratización.

Se habla de nombres en Acción Nacional que los han enlistado en la carrera por la dirigencia: Roberto Gil, Ernesto Rufo, Marko Cortés, Héctor Larios y otros con sus respectivas agrupaciones. También se han abierto foros para discutir la problemática actual tras la debacle abanderada por Ricardo Anaya, entre ellos el denominado colectivo Plumas Azules en el que figuran personajes doctrinarios y en algunos casos cuadros vinculados a la academia como el vocero José Luis Espinosa Piña, exdiputado local, federal, en su momento dirigente estatal del panismo y extitular del ILSE, Espinosa es del ala intelectual del panismo michoacano.

En Plumas Azules también destaca María Elena Álvarez de Vicencio con una dilatada trayectoria en las filas del albiazul.

Algunos panistas sugieren retornar a los orígenes, apegarse a los propósitos fundacionales, cerrar el paso al arribismo y a los proyectos de los “hiperdemagogos”.

El PRI no sabe ser oposición, no está en sus genes y representa una incógnita ante el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, las voces críticas en el interior no están calificadas porque argumentan una democratización aunque ellos fueron beneficiarios del dedazo como se estiló durante décadas, bueno, aún pervive dicha fórmula.

No se ve una oposición sólida, Morena es una mayoría contundente, se ocupa de contrapesos, equilibrios que faciliten una gobernabilidad para generar certidumbre, confianza, avances concretos. Se necesitan todas las voces, aunque si Morena acaparó una mayoría indiscutible es también fruto de un ejercicio democrático en el que se midió el hartazgo, el cansancio de las viejas fórmulas distantes del bien común como aspiración teórica a la vez que primaria de la política desde su concepción originaria.