Desde su llegada al poder, la trama rusa ha sido la pesadilla de Donald Trump. Es por ello que este jueves, pidió al fiscal general, Jeff Sessions, que suspenda definitivamente las investigaciones que lo involucran con personalidades rusas que lo apoyaron para llegar a la presidencia, un hecho que puede ser considerado como una traición a la patria y que lo podría llevar a un impechment semejante al de Richard Nixon en los setenta.

Trump afirmó que la llamada trama rusa no es otra cosa que una cacería de brujas que sólo ha conseguido manchar la imagen del país. La declaración la hizo a través de sus redes sociales, un día antes de que inicie el juicio contra Paul Manafort, su ex jefe de campaña acusado fraude fiscal y bancario con negocios vinculados en Ucrania.

Aunque quien realiza las investigaciones directas de la posible intromisión rusa en las elecciones es Robert Mueller, Trump prácticamente está pidiendo a Sessions que se mueva para impedir que el proceso siga adelante. Las cosas han llegado a tal extremos que ahora el magnate inmobiliario ha manifestado públicamente su arrepentimiento por haber nombrado a éste al frente del Departamento de Justicia, en un cargo donde en nada le ha favorecido.

 “Es una situación terrible”, dijo Trump.

Ante esta situación, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, trató de arreglar la situación diciendo que Trump sólo había expresado una “opinión” y que nunca había dado una “orden” a Sessions.

Trump está molesto no sólo por los avances en la trama rusa, sino porque, aunque lo desee, no puede despedir a Sessions simplemente pro que él no lo designó en el cargo, sino su segundo de abordo, Rod Rosenstein. Además, de hacerlo, sólo evidenciaría que Trump está tratando de politizar la situación.

Trump está cada vez más atrapado en un caso semejante al Watergate, que ocasionó la dimisión de Richard Nixon en 1973. En esa ocasión, Nixon pidió despedir al fiscal general que lo investigaba, si bien pudo lograrlo, la acción devino en una situación peor cuando el Congreso lo acusó de obstrucción a la justicia, por lo que los riesgos de que el empresario convertido en presidente pueda ser enjuiciado aún siguen acechando su suerte.