“Claro que no otorgaría el perdón. Si usted es madre, ¿perdonaría a quien ha desaparecido a su hijo? Dígame”, reclama enojada doña Sara Álvarez Esquivel, “¿usted perdonaría a esa gente? A lo que yo voy es que este señor habla mucho de todo menos de las familias que están padeciendo, que están sufriendo la desaparición de sus hijos, de que va a haber una solución, entonces nosotros vamos a decir: ¡ah!, bueno, pues ya se lo llevaron, ya los perdono. Dígame, ¿usted, como mujer, lo haría?”

El caso del taxista Fernando Téllez
Y es que su hijo Álvarez, de 42 años, quien es padre de dos hijos y sostén de su familia, desapareció desde hace un año y más de tres meses junto con su taxi. La última vez que se le vio fue en su taxi, en la base del Hospital La Raza en la Ciudad de México, y desde ese momento se ignora su paradero. Luego fue localizada su unidad en la delegación Gustavo A. Madero, junto con las pertenencias de otro taxista. Su mamá, desesperada, señala que hasta ahora no hay avances en su investigación.
Prosigue en su relato: “Mire, si yo hubiera visto que mi hijo andaba en malos pasos, que vendía droga, que tomaba… porque usted se da cuenta, traen dinero, buenos carros, buenos celulares, pero mi hijo no. Eso es lo que a mí me ofende, digo, porque la autoridad no hace nada. El día que mi hijo desapareció fuimos a la delegación y ¿qué hicieron los patrulleros?, salir y pararse ahí en la esquina de la calle donde habían encontrado el GPS del carro y regresarse para apapacharme la espalda y decirme: ¡no se preocupe, jefecita! Una de dos, lo llevaban en la cajuela del carro o a lo mejor él se autorrobó, o se fue con otra mujer y para que su esposa no se diera cuenta, así lo hizo. ¿Usted cree eso? Pedí que investigaran a un prestanombres para que pudiera sacar el taxi, pero yo tenía mis dudas porque ese hombre, en lo que yo iba a Capea a denunciar, él supo en una hora lo que había pasado. No me hicieron caso y nosotros no podemos hacer nada. Hemos acudido a las autoridades y nada, fuimos a apoyar candidatos para que nos ayudaran y nada. ¿En qué lugar estamos, en qué lugar quedamos? ¿Cuándo se van a acabar estas injusticias y esta corrupción?”, señala desesperada doña Sara.

El caso de Ana María Velázquez
Ana María Velázquez Colomer desapareció desde hace tres años cuando salió de su domicilio en la Ciudad de México para entrevistarse con un hombre que le ofreció trabajo. Su imagen aparece de vez en cuando en las redes sociales y en los fotovolantes que colocan sus familiares en diversos puntos de la ciudad. Su hija Karla Mariana Patiño Velázquez no pierde la esperanza de encontrar a su mamá con vida.
Habla Karla Maríana: “Ella sale de su casa un 30 de abril de 2015 a buscar trabajo. Un vecino le da uno esos papelitos que te encuentras en los parabuses con un número telefónico. Ella se comunicó al número, mi hermano —que vive con ella— recuerda que poco antes por teléfono da una descripción de su persona, diciéndoles que no era muy joven, blanca, con lentes, que tenía el pelo chino y le preguntó al que le hablaba: ¿a usted cómo lo voy a reconocer?, es lo último que alcanzó a escuchar. Luego me habla mi hermano para decirme que mi mamá no había llegado a dormir a la casa. Simplemente desaparece. “Nosotros presentamos la denuncia primero en Locatel, luego ante Capea. Me empecé a mover, metí denuncia ante Derechos Humanos, donde me atendieron rápido y luego al ministerio público, donde hasta ahora no hay nada relevante, solo ver los informes que mandan en los hospitales, en los estados, y siempre sale negativo. Tardaron medio año en darme la sábana de llamadas siempre con el mismo resultado: nada.
“Como le dijeron que la cita de trabajo era en Topilejo, me fui para allá, recorrí las calles de arriba a abajo, en días cuando había feria, a diferentes horas, en la tarde o en la madrugada, pero nada.

“Todo quedó en escritos. Se mandó llamar al vecino que le dio el papelito y con quienes trabajaba anteriormente mi mamá; a mis hermanos, a mi papá, pero no obtuvimos nada. Ahí te das cuenta de que la búsqueda es por cuenta propia. Salí a pegar fotovolantes; me fui a las marchas allá en Reforma y por medio de redes conocí a Familias Unidas por una Causa, que encabeza Elizabeth Martínez. Ella me contactó, puso la ficha de mi mamá y las entrevistas que me han hecho en los medios han sido gracias a ella.
“Ahora, nosotros apoyamos porque las autoridades hacen poco, se concretan a que quede asentado en escritos y se acabó. Te mandan a que busques en los Semefos y te toman las muestras de sangre y saliva para el ADN. Por ciento a mí me la tomaron después de año y medio. No hay mucho que hacer en ese aspecto, de hecho en Fevimtra [la Fiscalía adscrita a la Subprocuraduría de Derechos Humanos y Prevención de Delitos de la PGR] me dieron carpetazo, lo pasaron a Capea y se acabó la búsqueda, solo lo que uno pueda hacer.
“Por eso cuando me dicen que perdone, no lo creo y olvidar jamás. Soy honesta, después de todo lo que he vivido, veo la desaparición de mi mamá como parte de las bandas de trata de blancas. Nunca nos pidieron rescate. Ahora, después de lo que he vivido, casi tengo la seguridad que las utilizan para explotarlas laboralmente, sexualmente e incluso para empacar su maldita droga, casi como esclavas.
“Aclaro que lo único que se llevó mi mamá fue su IFE, entonces tienen la dirección de su casa, y a lo mejor vienen las amenazas de lo que nos pueden hacer. Si algún día agarran a estas personas y mi mamá está con ellos, sé que ya tengo una denuncia.
“Hoy pienso que o la tienen empacando droga o cuidando a las chicas que secuestran para prostituirlas. De verdad tengo fe en Dios. Luego de tres años, tengo la corazonada de que está viva porque si estuviese muerta ya lo sabríamos. Repito, yo no voy a perdonar ni tampoco voy a olvidar y seguiré firme en la búsqueda, en la lucha con otras familias que tienen el mismo dolor.
“Mire, antes veía los fotovolantes de los desaparecidos y hasta pasaba sin ver, pensando en que eso nunca me iba a pasar, pero ahora que lo vives en carne propia en tu familia y saber que tu madre es la que está desaparecida, es un sufrimiento, y te preguntas ¿cuántos más?”

Ni perdón ni amnistía
Tanto doña Sara como Karla Mariana pertenecen a la Asociación Familias Unidas por una Causa, que encabeza Elizabeth Martínez Martínez, quienes se han dedicado a apoyar a personas con algún familiar desaparecido y quien ratifica a Siempre!: “nosotros trabajamos con las familias, ninguna de ellas ha dicho que prefieran el perdón o la amnistía a un delincuente. Lo que buscan es la verdad y la justicia, sobre todo justicia”.



