Hace cincuenta años se dio el movimiento estudiantil de 1968. Fue una expresión de buena parte de la juventud universitaria y de estudiantes del Politécnico que expresaron sus reclamos contra el autoritarismo y el abuso del poder, y que pidieron nuevos espacios democráticos y de libertad.

El año 1968 fue muy turbulento en el ámbito internacional. El movimiento estudiantil de México se dio en el contexto internacional de la Guerra Fría, del enfrentamiento político e ideológico entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En ese año, unos meses antes se vivió la Primavera de Praga, el experimento democratizador dirigido por Alexander Dubcek, en una Checoeslovaquia subyugada por Moscú, que fue aplastado en agosto por la URSS, con las tropas del Pacto de Varsovia.

De igual forma, se vivió el movimiento estudiantil en Francia. En mayo del 68 ese país presenció una protesta estudiantil contra la sociedad de consumo, el cual fue apoyado por los sindicatos y el Partido Comunista Francés, seguido de una huelga general. El gobierno del general Charles de Gaulle “resolvió” el problema, pero un año después el emblemático héroe de la resistencia tuvo que dejar el poder.

Estados Unidos también vivió un año turbulento por las protestas juveniles contra la Guerra de Vietnam. Además, 1968 fue un año de profunda violencia política por los asesinatos de Martin Luther King el 4 de abril y de Robert F. Kennedy el 6 de junio de ese año.

También, el movimiento estudiantil de México se dio en el contexto de la sucesión presidencial. Este movimiento culminó con la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, pero sus efectos siguen teniendo repercusiones a lo largo de los años en México. El tema, en este 50 aniversario, vuelve a ser objeto del interés de numerosos estudiosos. Uno de ellos es el posible involucramiento extranjero en la perpetración de la represión del 2 de octubre, pero sobre todo en valorar cuál fue el legado de la protesta estudiantil de ese año.

Desde 1968 a la fecha, en el plano político cabe referir la reforma electoral promovida por Reyes Heroles en 1979; la traumática y conflictiva elección presidencial de 1988; la creación del Instituto Federal Electoral, ahora Instituto Nacional Electoral; el inicio de la alternancia política en 1997 cuando el PRI perdió por primera vez la mayoría en la Cámara de Diputados y el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en la elección para el gobierno del Distrito Federal. Más tarde la alternancia en la Presidencia de la República en el año 2000 con el triunfo de Vicente Fox. La nueva alternancia con el regreso del PRI en 2012 con Enrique Peña Nieto. Así, el pasado 1 de julio se celebró la elección más grande de la historia política de México, en la cual Andrés Manuel López Obrador resultó triunfador por un amplio margen al igual que Morena.

En el plano económico, el movimiento estudiantil de 1968 surgió en pleno auge del llamado “desarrollo estabilizador”. Recordemos que México registró un largo periodo de crecimiento de la economía de 1940 a 1970, el llamado desarrollismo mexicano, y que de 1954 a 1970 el país tuvo altas tasas de crecimiento del PIB, 6 por ciento en promedio anual con muy baja inflación. A este periodo le siguieron doce años, los gobiernos de Echeverría y López Portillo, en los que si bien hubo crecimiento del producto se perdió el objetivo de la estabilidad. Ambos gobiernos culminaron con profundas crisis financieras en 1976 y en 1982. Después vino el gobierno de Miguel de la Madrid, dedicado al ajuste de una economía en crisis y más tarde el neoliberalismo impulsado por Carlos Salinas. El llamado Consenso de Washington con su política de desregulación, privatización y apertura comercial, que culminó con la celebración del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, ni los gobiernos de Miguel de la Madrid, ni el de Salinas pudieron evitar las crisis financieras de 1987 y de 1994. Más tarde los gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y por último el de Peña Nieto. En suma, en estos últimos 36 años, el país llega a un esquema de escaso crecimiento económico: 2.4 por ciento del PIB en promedio anual, aunque con estabilidad de precios.

Por último, en estos 50 años se ha registrado un profundo cambio en el mundo en todos los órdenes. El dinámico proceso de innovación científica y tecnológica, la liberación económica y política, entre otros factores, han contribuido a alcanzar altos niveles de crecimiento económico. De igual forma, en varios países de la región Asia-Pacífico cientos de millones de personas han salido de la pobreza para incorporarse a las clases medias. Sin embargo, el panorama global es muy contradictorio. Así como ha habido claros beneficiarios de la globalización económica, para otros sectores de la población los resultados han sido profundamente negativos. La pobreza, aun la extrema, persiste en muchos segmentos de la población global. De igual forma, la destrucción de la naturaleza y la degradación del ambiente se han incrementado. Las advertencias emitidas por el Club de Roma en 1972 en el Informe que le presentó el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) “Los Límites del Crecimiento” no solo siguen siendo válidas, sino que se han agravado.

El crecimiento demográfico sigue siendo muy elevado, pasamos de poco más de 3,600 millones de personas en 1968 a casi 7,500 millones en 2018. En México la población pasó de cerca de 49 millones de personas a casi 130 millones.

A cincuenta años del movimiento estudiantil de 1968, el país enfrenta un entorno global complejo en el que se presentan regresiones autoritarias en países de varias regiones en el mundo.

México requiere retomar el camino del crecimiento económico, base del desarrollo social y económico sustentable. Necesitamos volver a crecer con estabilidad, equidad distributiva y cuidado de la naturaleza. Para lograrlo necesitamos reconstruir el Estado democrático de derecho con pleno respeto de las libertades fundamentales. Hoy más que nunca es vigente el reclamo de los estudiantes de 1968 de mayores espacios democráticos y de libertad. Tenemos todo para construir México como potencia global con pleno respeto a la dignidad de las personas.