La sonda solar Parker el 12 de agosto, a las 2:31 horas, tiempo de la Ciudad de México, comenzó un largo viaje que la llevará a recorrer más de 144 millones de kilómetros, hasta llegar a 6.2 millones de kilómetros de la superficie del Sol, para darnos luz sobre algunos de sus oscuros secretos.

En una misión imaginada hace unos 60 años pero apenas proyectada en este siglo, la nave viajará durante siete años para lograr su máximo acercamiento al Sol en 2025, con los nombres de miles de terrícolas que se registraron en boletos calientes (hot ticket) que la nave lleva a bordo.

 

En pos de un viento caluroso

Esta misión espacial tal vez es de las más esperadas en este siglo, porque concluirá una primera etapa en el proyecto de desvelar un gran misterio: ¿por qué la corona solar es muchísimo más caliente que su superficie? El sentido común señala lo inverso: mientras más se aleja uno de la fuente de calor, menor es la temperatura, pero no sucede así en nuestra estrella, que en su superficie llega a seis mil grados Celsius, pero en la corona se tiene temperaturas de dos millones de grados Celsius.

En 1958, el astrofísico estadounidense Eugene Parker planteó que del Sol emana continuamente un flujo de partículas que causa que la corona esté más caliente que la superficie solar; asimismo, consideró que la corona se expande, lo que produce el flujo de partículas, que viajan por el espacio y llegan a afectar a los planetas.

La teoría no fue aceptada por la mayoría de los científicos, pues en ese tiempo se consideraba que entre el Sol y los planetas había un vacío cósmico. Cuatro años más tarde la nave espacial Mariner II, que exploró Venus, confirmó la existencia de esas partículas. Al flujo se le llamó viento solar, y Parker fue considerado su descubridor.

Ahora se podrá confirmar la teoría pero ya en las inmediaciones del Sol pues la sonda, que rinde un merecido homenaje al astrofísico de 91 años de edad, persigue tres objetivos: estudiar el calentamiento de la corona (la parte visible del Sol durante los eclipses totales), investigar el origen del viento solar y estudiar las fulguraciones o eyecciones de la masa coronal que se desprende del Sol durante su periodo de máxima actividad.

De esta forma comenzará a conocerse un poco más de nuestra estrella, que sabemos se compone de núcleo, donde suceden las reacciones termonucleares que proporcionan la energía al Sol; la fotosfera, donde se emite la luz visible del Sol; la cromosfera, capa delgada de la atmósfera del Sol, que durante un eclipse se ve de tono rojizo; la corona solar; y la heliosfera, región que se encuentra bajo la influencia solar, que se extiende más allá de Plutón.

El pionero de las investigaciones solares, el astrofísico Eugene Parker (91 años) observa emocionado la salida en Cabo Cañaveral de la misión Parker Solar Probe. A Mission to Touch the Sun, la madrugada del 12 de agosto.

El Ícaro que tocará el Sol

A las inmediaciones de la corona solar llegará la sonda Parker, del tamaño de un coche compacto, con cerca de 700 kilogramos de peso y un escudo térmico colocado en la parte que dará al Sol, de 2.4 metros de diámetro y 14 centímetros de grosor de un material compuesto de carbón-carbón reforzado, que resiste temperaturas muy elevadas, tanto como mil 400 grados Celsius, que habrá en su destino final, cerca del Sol. Su costo fue de mil 500 millones de dólares.

Este vehículo espacial se aproximará al Sol aprovechando siete veces la fuerza gravitacional de Venus, que lo impulsará hacia el Sol en órbitas elípticas que lo pondrán a 6.2 millones de kilómetros de su superficie. No se podría hacer un viaje más directo, pues se requeriría 55 veces más energía que para ir a Marte.

La sonda en su velocidad máxima llegará a 200 kilómetros por segundo, será el objeto más veloz creado por el ser humano y el que más cerca estará del Sol, prácticamente lo tocará, según la expresión metafórica de la agencia espacial estadounidense.

Lo cierto es que a diferencia de Ícaro, la sonda Parker no se derretirá y sí nos podrá proporcionar información muy valiosa sobre lo que sucede en la corona solar, que nos ayudará a comprender mejor el fenómeno del viento solar, un flujo de partículas que nos trae tormentas geomagnéticas. Y, sobre todo, se mostrará que la tecnología espacial sigue superando retos.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico