No leer es un libro apasionado, extraño, divertido y melancólico, igual que su autor Alejandro Zambra, uno de los escritores latinoamericanos más talentosos y reconocidos de los tiempos recientes, y quien presenta esta nueva obra como una forma de garantizar al lector –como lo ha aplicado en obras anteriores- no sólo un catálogo de posibles lecturas en futuro, sino también un muestrario de los autores que conforman el universo literario.

A lo largo de las 67 crónicas y breves ensayos literarios que componen este volumen, confeccionados entre 2005 y 2017, Zambra hilvana, acaso sin proponérselo, una singular teoría de la lectura. Ya sea en el comentario sobrio y refinado de un determinado libro, o en las digresiones biográficas nacidas de los apuntes sobre tal o cual autor, que van desde Parra, Levrero y Pavese hasta Millán, Ribeyro y Tanizaki, pasando por Bolaño, Natalia Ginzburg y Puig.

El libro editado por Anagrama, dice el escritor chileno en entrevista para Excélsior, arranca desde un título que pareciera un ataque furibundo contra la lectura obligatoria en la escuela. Sin embargo, asegura, se transforma en una obligación que deja algo bueno: “no creo que haya un método para incentivar la lectura. Me gustan algunas de las bibliotecas de ahora, que te permiten hojear los libros, leer fragmentos. Yo recuerdo que el bibliotecario era una autoridad y le temíamos; nunca hablaba más de lo necesario, nunca reía y era inflexible con las multas. Ahora me parece que se impone la figura del bibliotecario buena onda, divertido, deportivo, permisivo”.

El autor de cuentos, poesía, novela, ensayo y guion, afirma ser un caprichoso escritor aferrado a la critica de manera antigua, a pesar que esta no sea tan fácil, pues asegura, la critica debe contener una vocación de autoridad, para poder aprobar, desaprobar y establecer tendencias de un espacio.

“Es más difícil decir por qué un libro te gusta, que por qué no te gusta. Cuesta establecer qué te hace valorar una obra literaria. Uno se cansa de las novedades literarias, de hablar de libros que no te interesan mayormente. Preferí dejar cuenta del placer de leer, que testimonio del displacer”.

Añade que este nuevo proyecto también le permitió conocer las reglas del periodismo, en donde los limites de tiempo y espacio para entregar los textos son la prioridad de la escritura: “se escribe de una forma distinta a la literatura. En el periodismo hay una cosa colectiva hermosa, pero es un mar de reglas. La escritura literaria es lo contrario. Me gustó regresar a la ausencia de límites”.

Alejandro Zambra (1975) ha publicado, en Anagrama, los libros Bonsái (2006), La vida privada de los árboles (2007), Formas de volver a casa (2011) y Mis documentos (2014). Su obra ha sido traducida a veinte idiomas y relatos suyos han aparecido en revistas como The New Yorker, The Paris Review, Granta, Tin House, Harper’s McSweeney’s. Ha recibido, entre otras distinciones, el English Pen Award, por la edición inglesa de Formas de volver a casay el Premio Príncipe Claus, en Holanda, por el conjunto de su obra. Actualmente vive en la Ciudad de México.