La barbarie se desató ante la impunidad y debilidad institucional para actuar como una carroza de la muerte, así lo ponen de relieve los linchamientos que se han consumado en las últimas semanas. Tumultos envenenados han matado a personas presuntamente inocentes a las que habían acusado de sendos delitos, tales conductas desviadas no se han castigado aunque fueron evidentes como punibles, algunos de los incitadores se notaban eufóricos al perpetrar su crimen; dichas acciones proyectan una imagen primitiva ante los visores internacionales en el auge de la globalización comunicacional.

Ante el uso y abuso de las aplicaciones digitales en materia de comunicación —redes sociales—, se multiplican las denominadas fake news para incitar al odio, manipular emociones y predisponer a sectores de la sociedad para asumirse como una especie de jurado popular para sentenciar de manera sumarísima a quienes señalan de haber cometido un presunto delito.

Los casos sucedidos en Puebla e Hidalgo que sumaron cuatro personas asesinadas por multitudes cavernícolas no pueden pasar como anécdotas, aunque el trasfondo pudiera compararse con la obra literaria de Lope de Vega, Fuenteovejuna, aunque esta fue ficción, no hay tal porque la narración del Fénix de los Ingenios citaba abusos de los funcionarios a los que mató el citado pueblo, en los casos del presente no había una sola prueba que acredite alguna conducta delictiva de los linchados.

Recientemente el ombudsman nacional Luis Raúl González Pérez señaló que los casos de linchamiento en la actualidad reflejan una evidente debilidad institucional en materia de procuración de justicia, porque no es permisible que algunos se asuman como una especie de ángeles exterminadores.

De hecho consideramos que los linchamientos no son, en modo alguno, un acto de justicia porque se aproximan más a oscuros actos de venganza; en los casos de Puebla e Hidalgo se acusó a las víctimas del primer caso como secuestradores y los últimos se les involucraba en un presunto acto huachicolero. Nada se les comprobó y fueron asesinados con saña, en ambos casos prevalece la impunidad.

Los problemas aquí citados no concluyen porque en algunas entidades federativas se promueven más actos de barbarie, se publicitan en las redes sociales imágenes de personas que presuntamente se dedican a sustraer infantes y otros delitos graves aunque nada se puede probar. En todo caso si hubiese problemas respecto a personas que pudieran haber cometido conductas presuntamente delictivas es asunto que le compete a las autoridades correspondientes, nada más. Los delitos los persiguen las fiscalías que son las que por mandato legal deben hacer dicha tarea, lo demás es ilegal.

La justicia retributiva es un absurdo porque a ese paso entonces las autoridades estarían de ornato, tenemos un México pasado en sangre en el que los homicidios dolosos se han incrementado, no se garantizan a plenitud los derechos humanos, prevalece la impunidad y una debilidad institucional que da miedo.

La barbarie no puede ser la constante en un país en el que abundan los desiguales, no en un estado de graves problemas estructurales en el que la legalidad suele ser distante y la justicia está cegada.