La posibilidad de que Donald Trump sea destituido es una opción que a muchos les gustaría. Entre estos, hay políticos de su propia administración que lo han admitido, tal es el caso de Rod Rosenstein, quien sugirió hace casi un año grabar al magnate inmobiliario sin que éste lo supiera. Esto como una forma de contar con alguna evidencia para que, en caso de que la situación se complique, se inicie su destitución de acuerdo con la Enmienda 25 constitucional. Este martes, Rod se encuentra en la encrucijada de renunciar o ser despedido.

Este funcionario fue quien designó a Robert Mueller para hacerse cargo de las investigaciones de la trama rusa, la cual busca establecer si hubo connivencia entre Moscú y el equipo de campaña de Trump, para facilitarle el camino a la Casa Blanca, y apabullar a Hillary Clinton en las elecciones de noviembre 2016.

Los medios de comunicación estadounidenses han estado difundiendo información sobre el posible despido del segundo de abordo del Departamento de Justicia. A diferencia de otros casos en los que funcionarios de la administración del mandatario republicano han sido despedido, en esta ocasión no ha querido hacerlo por alguna cuestión que ha encontrado difícil para el proceso.

De entrada, la actitud de Rod revela que en el interior de la Casa Blanca existe una facción que si bien no busca tanto destituirlo, al menos sí controlarlo cuando sus decisiones sean arriesgadas. Esa “resistencia” fue revelada en el libro “Fear” de Bob Woodward, donde menciona a varios colaboradores cercanos a Trump, que coinciden en que no se le puede dejar que haga solo las cosas so pena de que pueda causar una crisis verdadera.

Y sí, por supuesto que la opción de sacarlo del poder es una de las más fuertes al grado que el periodista no ha dudado en indicar que existe un grupo al interior de la Casa Blanca que trabaja para perpetrar un “golpe de estado administrativo”.

La vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, desmintió que Rosenstein dejará el cargo y, por el contrario, anunció que se reunirá con Trump el lunes próximo para tratar este asunto. La situación se encuentra en un momento delicado para ambos, pues por una parte, el fiscal quedó expuesto por los comentarios de Woodward y por otra, aunque Trump lo quisiera, no puede despedirlo, ya que se expondría a otro escándalo semejante al que le pasó cuando lo hizo con el ex jefe de la FBI, James Comey.