Por Jorge Alonso Espíritu

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]L[/su_dropcap]a premisa de esta historia, que desde hace un par de meses se encuentra completa en Netflix, no presenta muchas novedades: En las sombras de la tierra, escondidos de los seres humanos, pero amenazando su existencia permanentemente, viven los troles, seres míticos cuya raza libra una guerra antiquísima.

En esa lucha las fuerzas del mal han sido vencidas en numerosas ocasiones, sólo para replegarse y esperar el momento en que puedan liberarse de su encierro y cubrir con la oscuridad perpetua a nuestro planeta. Sin embargo, un amuleto forjado por el mago Merlín protege el orden de la vida a través de la valentía y fuerza de su portador en turno: el cazatroles. Pero, cuando el último de los guardianes es vencido, el amuleto toma una inesperada decisión al elegir, por primera vez, a un humano para pelear la guerra de los troles. Para colmo, no se trata de un humano competitivo, modelo de guerrero, sino de un chico enjuto y tímido: Jim Lake.

Jim tendrá que aprender a ser un verdadero guerrero si quiere cumplir la misión que le fue conferida, pero sobre todo si quiere salvar a las personas que ama de la inminente destrucción. Para ello será instruido por un grupo de troles en el mundo subterráneo, y acompañado en el exterior por sus fieles amigos, al tiempo que lidia con su vida de adolescente.

Hasta aquí podemos pensar en un guion escrito por cualquier aspirante a director friki. ¿Qué es lo que hace que Trollhunters valga la pena? Que el creativo detrás de esta serie animada es nada menos que el genio mexicano (y friki mayor) Guillermo del Toro y de hecho está basada en el libro del mismo nombre que coescribieron Del Toro y Daniel Kraus.

Como en sus trabajos cinematográficos, todos en formato live action, Del Toro llena esta serie de corazón y de conocimientos. Las referencias a la mitología clásica están presentes para los enterados, pero no son fundamentales para entender lo que observamos. Dicha mitología madura y se expande. Del Toro crea un universo propio y en su construcción se entrega profundamente al diseño visual, por lo que observar escenarios, paisajes y personajes es una delicia ocular, tanto en los sitios cotidianos como la casa, la escuela, el barrio (un barrio típico norteamericano), o el consultorio del dentista; pero también, de forma destacada, en la invención de mundos mágicos.

Por supuesto, y como es de esperarse en la tradición del mexicano, el diseño de los personajes es un asunto de primer orden. Como en toda su filmografía nos encontramos con monstruos memorables, algunos terribles, otros sabios, unos más circunstanciales y otros incluso bonachones. De esta forma, la serie va dejando un buen número de identidades que hacen click con la audiencia. Del Toro, hay que destacarlo, no menosprecia a sus personajes, ni a los humanos, ni a los fantásticos.

Y sobre todo, logra ser empático con los adolescentes: con el personaje principal más temeroso que seguro; con Tobias Domzalski el gordito escudero del protagónico; con Claire, la enamorada de Jim, que sin embargo también se descubre heroína; y con los personajes adicionales, sean mujeres, perdedores, o chicos malos.

Al poner cuidado en lo anterior, los creativos de la serie provocan que la historia resulte importante. Y es sobre todo por estas virtudes que aunque muchas veces la trama resulta predecible y ciertos desenlaces caigan en lugares comunes, Trollhunters siempre resulta divertida, emocionante y entrañable para niños y adultos.

Permanencia voluntaria: Upgrade, máquina asesina

En un futuro no muy lejano, en que la tecnología ha superado la capacidad productiva de los hombres, un hombre ve cómo su mujer es asesinada, mientras él queda parapléjico. Por ello se somete a una operación que le permite volver a caminar y así buscar venganza para su esposa.

Este thriller de ciencia ficción, entre lo estrafalario y lo obvio, y acciones emocionantes para quienes gustan del cine de acción, dividirá opiniones, pero valdrá la pena ser vista. Se encuentra en cines.