Nicholas Valdés

El mal llamado Acuerdo del Siglo, propuesto por Estados Unidos para la paz entre Israel y Palestina, y del cual el presidente Donald Trump revelará detalles ante la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre, es considerado chantaje a un pueblo bajo ocupación.

Por lo que se ha divulgado hasta la fecha, el plan consistiría en el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y en la integración de las comunidades palestinas en los territorios ocupados por Tel Aviv de Cisjordania y la Franja de Gaza; ello a cambio de una retirada gradual de las fuerzas de ocupación en esas zonas.

Dicho acuerdo ha sido rechazado por la parte palestina desde el primer momento. La organización política Al-Fatah, dirigida por el presidente del Estado, Mahmoud Abbas, ha ratificado su condena al mismo en reiteradas ocasiones.

Reafirmamos la posición que rechaza cualquier pacto político, ya sea el denominado Acuerdo del Siglo o el acuerdo de Gaza. Estos dudosos proyectos destinados a liquidar la causa palestina serán confrontados y terminados por la firmeza de nuestro pueblo, señaló en julio pasado Al-Fatah en un comunicado.

De acuerdo con analistas internacionales, en realidad el plan busca dividir a Cisjordania, para luego unir lo que quede de ese territorio con la bloqueada Gaza y Jordania.

Y de esta manera crear un Estado palestino-jordano, desechando al monarca de Ammán y enjaulando así al pueblo palestino bajo la vigilancia de un ejército jordano más poderoso, además de las tropas israelíes.

Por su parte, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) -de la cual Al-Fatah es miembro- enfatiza en el doble rasero de Estados Unidos hacia la aspiración de Palestina de convertirse en un Estado alejado del yugo israelí.

Por un lado, Washington propone la entrega de ayuda humanitaria a Gaza, duramente golpeada por casi 12 años de bloqueo terrestre y marítimo por parte de Tel Aviv.

Pero al mismo tiempo, la potencia norteña recorta la ayuda de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa), que se ocupa de atender a más de un millón de personas en ese enclave costero.

El 25 de julio último la Unrwa envió cartas de rescisión del trabajo a mil de sus empleados en la sede de la Franja de Gaza. Una semana después, la agencia decidió poner fin a los contratos de 145 de esos mil trabajadores, lo cual provocó que el personal de las oficinas de esa entidad iniciara una serie de actividades y protestas en varias ciudades tanto de Gaza como Cisjordania.

Solo alrededor del 10 por ciento de los empleados perdieron sus puestos en la Franja; sin embargo, los 13 mil trabajadores de Unrwa en el enclave costero se sumaron a las manifestaciones, lo que desconcertó a los funcionarios de la agencia de Naciones Unidas.

De nuestros más de 13 mil empleados solo mil están vinculados a la apelación de emergencia, y de ellos solo el 10 por ciento perdió el empleo. Aún así, vemos este tipo de protesta masiva que bloquea todo el complejo, señaló al respecto el director de operaciones de Unrwa en Gaza, Matthias Schmale.

El funcionario admitió que perder puestos en la Franja en este momento crítico es devastador. Sin embargo, Unrwa no tuvo otra opción a la luz de la grave crisis financiera que enfrenta después de que Estados Unidos -el mayor donante de la entidad, con 300 millones de dólares anuales- decidió a comienzos de 2018 finalizar esas contribuciones.

Sobre el tema, las autoridades palestinas alertaron que se trata de un plan destinado a poner fin al problema que representan los refugiados palestinos.

El miembro del Comité Ejecutivo de la OLP Saleh Rafat dijo que Unrwa no debería ser culpada por lo sucedido.

La realidad es que Washington cortó los fondos de la agencia y presionó a otros países para que hicieran lo mismo. Todo forma parte de la presión sobre la Autoridad Nacional Palestina para que ceda ante sus dictados y los de Israel, que es lo mismo que aceptar el mal llamado Acuerdo del Siglo, recalcó Rafat.

Más recientemente, el 24 de agosto, el Departamento de Estado norteamericano anunció que, siguiendo instrucciones del presidente Trump, los fondos asignados a proyectos palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza -que ascienden a más de 200 millones de dólares- se destinarían a otras partes del mundo.

La respuesta fue casi inmediata. El también miembro del Comité Ejecutivo de la OLP Hanan Ashrawi declaró que es otra prueba de la colusión que existe entre Washington y la ocupación israelí, además de un chantaje político.

El jefe del Departamento de Diplomacia y Política Pública de la OLP agregó que no hay gloria en intimidar constantemente y castigar a un pueblo bajo ocupación.

La Casa Blanca ya ha demostrado mezquindad de espíritu en su complicidad con Israel, que roba nuestras tierras y nuestros recursos. Ahora está ejerciendo también la mezquindad económica, castigando a las víctimas palestinas de esta ocupación, añadió el funcionario.

Por su parte, el jefe de la Delegación General de la OLP en los Estados Unidos, Husam Zomlot, se unió a las voces de protestas contra el nuevo retiro de fondos.

La administración Trump está desmantelando décadas de visión y compromiso de Estados Unidos en Palestina. Esta es otra confirmación del deseo de abandonar la solución de dos Estados y abrazar por completo la agenda contra la paz que promulga el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, señaló el diplomático en un comunicado.

El apoyo de Estados Unidos a Israel en su ocupación ilegal de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza ha llevado a los palestinos a cortar todos los contactos con el gobierno de Trump y declarar a la Casa Blanca incapaz de liderar un proceso de paz.

Puede que en septiembre se divulgue, en efecto, el controvertido Acuerdo del Siglo; pero el mismo estará muy lejos de lograr su objetivo. A decir del partido Al-Fatah: “Washington debería entender que todo convenio o iniciativa que excluya los legítimos derechos del pueblo palestino, o transgreda las resoluciones internacionales, está destinado al fracaso”.

El autor es corresponsal de Prensa Latina en Egipto.

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