Javier Galindo Ulloa

A Huberto Batis no lo conocía personalmente, sino por lo que leía del periódico unomásuno. Un día le llevé a su oficina una reseña crítica de la obra La construcción de Héctor Martínez Tamez, que dirigía Gonzalo Valdés Medellín —en 1993. Fue una sorpresa que a los dos días la publicara sin tener ninguna referencia mía; y yo la presumía entonces entre los amigos y familiares. En ese tiempo también hacía teatro independiente y tenía las bases para comentar una representación teatral. Valdés Medellín, quien fue mi maestro de un taller de periodismo cultural, me había sugerido llevarle esa reseña a Batis; me comentaba también que a diferencia mía él empezó a publicar entrevistas y tiempo después crítica teatral.

Por lo regular, cada viernes por la noche me dirigía al periódico a dejar mis colaboraciones. En Sábado, publicaba entrevistas principalmente a dramaturgos y gente de teatro (Hugo Argüelles, Jesús González Dávila, Tomás Urtusástegui…); también reseñas críticas de libros. Fue mi primera formación como periodista, no tenía escuela en esta área más que haber estudiado letras hispánicas en la FES-Acatlán, UNAM. De manera autodidacta aprendí a planear mis entrevistas y reseñas con base en la lectura de otros colaboradores y especialistas en la materia. Mi actividad como periodista comenzaba en la tarde, asistiendo a un estreno teatral o presentación de un libro para conseguir una entrevista, y en la noche me ponía a transcribir la conversación en una máquina de escribir eléctrica hasta la madrugada.

Huberto Batis aceptaba cualquier colaboración que le pareciera interesante. Había mayor apertura para cualquier propuesta, se publicaba tanto reportajes de gente consagrada de la cultura como de jóvenes escritores o aún desconocidos. El estilo de hacer periodismo cultural de Batis era muy conversacional, irreverente, antisolemne, divertido y provocativo. El “Desolladero” era un espacio de polémica cultural que otros medios no se atrevían a ejercerlo abierta y directamente. Aunque nunca tuve la voluntad de participar en él, me divertía leyendo a escritores que ponían en evidencia a sus adversarios.

El suplemento Sábado vivía el momento de la expresión cultural de México, mantenía una apertura al diálogo y al debate; no se conformaba con un solo estilo periodístico y gozaba de un espíritu juvenil. En sí, era el medio donde los jóvenes se entrenaban para llegar a ser escritores profesionalmente y darse a conocer en el medio literario. En este sentido, mi participación en Sábado fue una etapa de formación en el medio periodístico y literario, podía dialogar personalmente con escritores y dramaturgos, conocer sus opiniones sobre el acontecer literario y cultural.

Batis no guardaba rencor hacia escritores que no simpatizaban con él. En ocasiones yo le entregaba alguna reseña o entrevista sobre un libro de Federico Campbell o Carlos Montemayor y generosamente la publicaba. Era un editor respetuoso en la forma de pensar y hacer periodismo de los articulistas. Había un espíritu de libertad de expresión. No mutilaba frases o párrafos como ocurre últimamente en las revistas literarias. Una vez leí un “Desolladero” donde Víctor Roura decía que Huberto Batis metía la mano en los textos de uno de sus colaboradores para atacarlo, y aun así esa opinión se publicó.

No recuerdo bien qué tiempo estuve colaborando en Sábado, quizá dos años, pues yo empezaba a trabajar como profesor de literatura en una preparatoria y a colaborar en este suplemento de la revista Siempre!; posteriormente en la sección cultural de El Financiero, cuando la coordinaba Víctor Roura.

Gracias a Sábado aprendí a escribir sobre cualquier asunto, a encontrar el momento oportuno para hacer una entrevista y comprender que la palabra del entrevistado tiene un valor testimonial. Adquirí la habilidad de acercarme a escritores difíciles de contactar, como me ocurrió con Augusto Monterroso o Eduardo Galeano. En aquella época conservaba mucho material inédito y esperaba el momento oportuno para publicarlo en diversos medios culturales, cuando una personalidad obtenía un reconocimiento importante o fallecía. Así me lo han agradecido otros editores de periodismo cultural.

Fragmento del texto “Mi encuentro con Huberto Batis”, publicado en Protagonistas del suplemento cultural sábado de unomásuno Huberto Bátis (Editorial Ariadna, 2017), de Catalina Miranda.