La migración venezolana ha puesto de cabeza a Latinoamérica. El gobierno del presidente Nicolás Maduro atraviesa por una fuerte crisis económica que ha ocasionado diversos problemas nacionales como el desabasto de alimentos, medicinas y el racionamiento de combustible, aunado al endurecimiento de sus estructuras políticas para retener el poder. Son aspectos que han causado la decepción de gran parte de su población, la cual ha empezado a buscar nuevos horizontes en países cercanos como Bolivia, Ecuador, Perú, Argentina y, sobre todo, Colombia.

Venezuela, de hecho, se encuentra clasificado dentro de los cinco países más violentos del mundo, junto con Honduras, El Salvador, Costa de Marfil y Jamaica. Esto, según datos del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), que asegura que el nivel de “homicidios, atracos, corrupción, tráfico de drogas y de armas son los delitos sobre los que los venezolanos tienen una “mayor percepción”.

Este clima de malestar social se ha extendido de manera preocupante. Países como Perú y Panamá ya reaccionan con actitudes xenófobas. En Costa Rica y Nicaragua, se aplican visas para los migrantes venezolanos que deseen ingresar en su territorio. Brasil militarizó su frontera, sobre todo para evitar actos de violencia de su población contra los migrantes.

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha advertido que en Colombia, donde se encuentra el mayor flujo de venezolanos, ya se han puesto los focos rojos ante el maltrato que da la población colombiana a estas personas “apenas les sienten el acento en su hablar”. Les niegan renta de viviendas, los rechazan por estar en la ilegalidad, a las mujeres se les incita a la prostitución, etcétera.

Conscientes de que la situación ya no es una crisis de política interna, un grupo de países e incluso la Organización de Estados Americanos (OEA) se reúnen periódicamente para adoptar estrategias y enfrentar esta cuestión antes de que la endeble armonía latinoamericana pueda colapsarse como ha pasado con la migración siria en Europa. Para la doctora e investigadora de la Universidad Panamericana María Fernanda Vidal, se trata de un reto continental que hay que resolver de manera apropiada, es una crisis humanitaria y política que ya ha afectado los propios derechos humanos de la población y que el gobierno de Caracas afirma que es una exageración mediática. Esta es la entrevista que la experta internacionalista concedió a Siempre! vía telefónica.

 

Gobierno sordo y ciego

¿Cómo considera la crisis migratoria de Venezuela?

Hay una conjunción importante en términos de una realidad de relaciones políticas internas que están generando consecuencias en el ámbito internacional. Justamente se ve una población que está siendo desgastada por la conducción que tiene el gobierno actual de Venezuela, aunque también ha habido responsabilidad internacional debido a las presiones y las formas en que se ha llevado a cabo la crisis, por ejemplo, los acuerdos económicos entre Venezuela y otros países. Es decir, no es solo responsabilidad del gobierno venezolano, aunque sí su manera de lidiar con la realidad interna del país.

El desconocer que existen problemas económicos que están orillando a la gente a salir del país, a conseguir alimentos y medicina, pues justamente nos habla entonces de un gobierno que se asume ciego o sordo ante la realidad interna y el llamado internacional. Observamos por ejemplo que desde la cancillería venezolana y de la propia oficina del presidente Maduro hablando de que todo lo que se maneja en medio de comunicación son “fake news”. Incluso no le dan importancia, por ejemplo, a la portavoz de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados que habla exactamente de que hay un aumento significativo y progresivo de refugiados venezolanos. Que no es una cosa que otros países o que Estados Unidos estén inventando. Vemos que justamente una crisis institucional y económica se está convirtiendo en una crisis humanitaria en razón de este aumento significativo de refugiados.

La caída de Maduro crearía inestabilidad

Maduro afirma que el éxodo es una exageración, ¿qué opina de esto?, ¿qué pasaría si Maduro cae?

Habría una inestabilidad importante, pues ha sido tan profundo el dominio de este grupo político, que aunque dominan la presidencia, también se encuentra bien colocado en los otros poderes. El hecho de que caiga el líder del Ejecutivo no significa que con ello o con él vendría un arrastre de otras figuras emblemáticas del movimiento. Hay muchas cabezas, es como la Hidra a la que se le corta una cabeza pero salen otras. El problema justamente es que no habría quien tuviera legitimidad completa interna y externa, porque aquí hay que reconocer que la soberanía se adquiere también en el momento en que los gobiernos se reconocen como Estado. Si no tenemos una cabeza líder, que internamente sea avalada y externamente sea reconocida, pues veremos una gran inestabilidad en término de quién o qué grupo sería el encargado de tomar decisiones y dirigir el país para sacarlo de la crisis económica, política y humanitaria que se está gestando.

El éxodo venezolano ya se extendió a muchos países cercanos. En algunos de ellos ya se producen acciones xenófobas por esta migración forzada. ¿Cómo afecta esto al subcontinente en un momento en que un Donald Trump ha considerado incluso intervenir en la crisis?

En primera instancia, se anticipa que si efectivamente hay una respuesta coordinada y dentro del marco de derechos humanos de los países latinoamericanos, podríamos decir que en términos de la región hasta ahora la situación ha sido positiva. Los países que se reunieron en el Encuentro Regional de la Movilidad Humana esta semana en Ecuador, pusieron sobre la mesa distintas propuestas para eliminar o reducir restricciones a la migración.

Se abordó la posibilidad de que el compromiso regional sea más intenso para que den la cara al tránsito de personas venezolanas. También se propuso crear un fondo común que sea administrado por la ONU, eso lo propuso Colombia.

Es decir, que si hay una coordinación en términos de respuesta humanitaria que le puede dar de parte de todos los países latinoamericanos, estaríamos viendo una respuesta ejemplar, sobre todo en momentos en que no se ha dado esa misma reacción en Europa, donde Italia, por ejemplo, niega la entrada a los barcos cargados de migrantes africanos. Solo dejan bajar a los niños.

Austria ya levantó barreras, Es decir, estamos viendo que la propia Europa, la que se jacta de respetar los derechos humanos, están abordando el problema de la migración, principalmente por la crisis siria, de una manera muy restrictiva. América Latina por el contrario esta buscando una respuesta consensuada, que de alguna manera sea pactada y enmarcada en lo que son los derechos humanos. Eso es realmente ejemplar tanto en la región como en lo internacional. Además le está dando un mensaje importante al gobierno de Estado Unidos, donde Trump no quiere hablar del tema, sobre el rechazo que han estado haciendo de las solicitudes de venezolanos.

A muchos de ellos los está deportando. Por un lado hay un Trump que critica a Maduro y es duro con él por los juicio de valor que emite contra su gobierno, pero por el otro mantiene silencio sobre las deportaciones que está haciendo de los venezolanos. Por un lado señala a Maduro por violar derechos humanos, pero por otra expulsa a la gente que está en esta situación de crisis humanitaria. Este sería un gran ejemplo para Estados Unidos y para el mundo.

¿Cómo afectaría esto a México?

Muchos de los migrantes que hay en México, y que son venezolanos, ya tienen tiempo de residir aquí. Tienen al menos tres o cuatro años de residencia. Otra parte de la población que está entrando en el país lo ha hecho en los últimos dos años. Se estima que hay entre 30 o 32 mil venezolanos en México, pero no todos ellos llegaron a raíz de este llamado éxodo.

Si bien México se está convirtiendo en país receptor, en realidad pasa como nos ha sucedido con otras nacionalidades que toman el país como un puente, como tránsito, y se esfuma la existencia de muchos migrantes que se quedan atorados en la frontera norte o en el paso de la frontera sur al norte, se van quedando en el camino.

Aquí simplemente se van sumando a las poblaciones migratorias que ya tenemos en México y que finalmente hemos visto que el gobierno saliente no ha sido eficiente en términos de la protección y garantía de la protección a los derechos humanos de los migrantes, lo cual ha sucedido para todas las nacionalidades.

Nos quejamos amargamente del trato que reciben nuestro migrantes, pero nosotros hacemos lo mismo con los migrantes de otros países. Lo que hay que resaltar es que México no es el principal receptor de venezolanos a raíz de este éxodo, la mayoría están llegando a Colombia.

En los últimos dos años han llegado a ese país más de 500 mil venezolanos, algunos de ellos buscan obtener la residencia. También es necesario puntualizar que muchos de ellos están saliendo solo a la frontera colombiana y lo hacen de manera momentánea, es decir, sólo para conseguir medicinas o alimentos. Quienes de verdad están logrando salir son personas de clase media establecida y preparada que tiene recursos pero que, aún con ellos, no puede adquirir lo que necesitan en su país y por eso van a Colombia.

Lo que hacen algunos países es no pedir el apostillado de documentos para que puedan hacerse de trabajo con sus profesiones.


El éxodo venezolano es considerado como la mayor ola de migración en Latinoamérica. Colombia es el principal país receptor de esta población que ha dejado su país huyendo de la crisis económica y política ocasionada por el gobierno de Nicolás Maduro.

  • A finales de agosto Colombia ha recibido a 935,593 venezolanos.
  • Perú se encuentra en segundo lugar con 414,011 migrantes de ese país.
  • Ecuador figura en tercero con 120,000.
  • Se estima que otro 620,000 se han desplazado a otros países como Argentina, Bolivia y, recientemente, Brasil.

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