Creo en ver la realidad directamente
a los ojos, y luego en negarla.
Garrison Kueller
A la hora de pergeñar estas líneas, nadie ha explicado quiénes movilizaron a los porros que agredieron a los estudiantes del CCH de Azcapotzalco en al campus de la UNAM y han provocado un conflicto que ha empezado a preocupar porque son movimientos que luego toman su propia inercia y al final nadie sabe cómo puede terminar.
Por supuesto que todos juran y perjuran que respaldan al rector Enrique Graue, pero, como siempre, le advierten que en el proceso de resolver el conflicto no debe olvidar el respeto a la autonomía universitaria.
La autonomía universitaria es el elefante en medio de la sala, del cual nadie quiere hablar. Claro que, como se dijo en la casa de la transición, la mayoría de las demandas estudiantiles son justas.
Sí, es justo que los estudiantes exijan mayor seguridad en el campus y en sus planteles, pero también deben reconocer que la autonomía de alguna manera limita considerablemente la eficacia de la vigilancia en la UNAM. ¿Cómo controlar el narcomenudeo si ninguna corporación policiaca puede entrar en las instalaciones de la UNAM? ¿Cómo detener a los asaltantes, si a estos les basta correr dentro de los planteles y el campus, a donde no pueden entrar las policías?
Es un factor que reduce mucho las opciones de las autoridades universitarias para mantener el orden en sus instalaciones, pues los usos y costumbres impiden que los vigilantes universitarios porten armas, y enfáticamente se rechaza cualquier propuesta que incluya la presencia de corporaciones policíacas o investigadores dentro de las instalaciones universitarias.
Como nadie quiere ver el elefante en medio de la sala, debe haberles quedado claro a las autoridades universitarias que, como suele ocurrir en estos casos, la resolución del conflicto depende de ellas.
Si a eso le sumamos la incipiente infiltración de grupos radicales, agitadores profesionales ajenos a la UNAM, es evidente que todos, incluido el gobierno federal y el equipo del presidente electo, han dejado solo al rector Graue y a las autoridades.
En casos como este, las autoridades universitarias, especialmente en el interregno sexenal, deben exigir al gobierno actual y al próximo que, cuando menos, logren de la sociedad el apoyo para las acciones que se tomen en momentos tan delicados, a 16 días del cincuentenario de Tlatelolco, cuando menos sean aceptables para las fuerzas políticas dominantes en la república. Si no, el pasto está muy seco.
jfonseca@cafepolitico.com