Medio siglo del sangriento 2 de octubre de 1968, media centuria de un acto que dejó una marca, cicatriz imborrable en la historia moderna bajo el sello de la represión homicida de un gobierno cerrado al diálogo y proclive al autoritarismo justificado en premisas falsarias.

En la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco quedó registrada la tragedia en aquellos años de rupturas, fue una especie de ilustración a escala internacional, la generación de posguerra se lanzaba a las calles en diversos puntos del orbe para ganar las calles contra el autoritarismo de las derechas y las izquierdas. El centro neurálgico de las protestas fueron las universidades públicas, la clase media pretendió romper paradigmas, acabar con la solemnidad de autoridades envejecidas en cuanto a las prácticas y estilos distantes de la democracia.

El año1968 sembraría flores, esperanzas, en el mayo rojo de París se escribían grafitis que recalcaban que uno más uno ya nunca serían dos. En Praga fue sofocada la primavera del comunismo con rostro humano ante el avance brutal de los tanques procedentes de la antigua URSS. En Estados Unidos fue asesinado el pacifista Nobel Martin Luther King.

El mundo entero vivía un auge de la protesta, el eco de las revoluciones se escuchaba en los altavoces imaginarios de la memoria colectiva. México organizaba las olimpiadas, en las vísperas se soltaría la metralla contra estudiantes, la manipulación mediática en aquellos años en nuestro país minimizó los efectos, la gran prensa hacía alianza con el gobierno. Fueron otros tiempos, los del molde monolítico que socavaba iniciativas democráticas.

De entonces a nuestros días, muchas cosas han cambiado, la diversidad ha llegado para quedarse, la exclusión es políticamente incorrecta porque implicaría una regresión. La alternancia electoral es ya lugar común, el sistema pluripartidista en México existe aunque la calidad sea escasa y onerosa.

Algunos de los cambios políticos que se pueden apreciar, discutir y repensar actualmente son frutos provenientes de la semilla plantada en 1968, comenzaron los cambios de manera gradual, la ruptura se haría más evidente con el paso del tiempo, los dogmas políticos comenzarían un proceso de desmitificación. Muchos signos reflejaban el advenimiento de otra era.

El idealismo que recorría el mundo fue una marejada. En México el 2 de octubre el Ejército fue tras los estudiantes, la plancha de la plaza de Tlatelolco adquirió la tonalidad roja de la sangre, el abuso de autoridad fue evidente. Los números que reportaba el gobierno no correspondían a la realidad, la prensa, mayoritariamente, no reportaba la verdad. El sacrificio se había consumado.

Medio siglo de aquella barbarie que no se olvida, 50 años de un crimen oscuro que no debe ser enclaustrado en la desmemoria, se trata del embrión de muchos de los cambios que han llegado en la era posmoderna. Fuente histórica.

En aquellos tiempos la matanza de Tlatelolco quedó en la impunidad, como suele suceder incluso en nuestros días en que la justicia pasa de largo.

El recuerdo perdura y la cicatriz no cerró, no se ha cauterizado. El 2 de octubre no se olvida.